Guión de cine: La construcción del personaje

January 6, 2018 | Author: Anonymous | Category: Trabajos y Tareas, Imagen, Audiovisuales y espectáculos
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La construcción del personaje EL PERSONAJE DE LOS MANUALISTAS Piedra fundamental del edificio dramático, el estudio del personaje encuentra lugar preponderante en todos los manuales de dramaturgia: no existe, prácticamente, narración sin personaje(1), razón por la cual, su inclusión en cualquier modelo de construcción dramática, se da por descontado. Hay sin embargo, algunos presupuestos, tácitamente aceptados por los manualistas que ameritan una breve discusión: − El término personaje abarca, generalmente, el ámbito particular del personaje naturalista, cuya manifestación más acabada la podemos encontrar en el moderno drama psicológico (paradigmáticamente, en dramaturgos como Ibsen). Este personaje, definido sociológicamente, poseedor de una identidad psicológica y moral similar a la de los hombres, es un efecto de persona y como tal, es aproximado, para su construcción, con variables idénticamente "realistas". Cabe destacar que el personaje naturalista no agota en ningún modo el inventario de los grandes personajes dramáticos, ni del teatro ni del cine(2). − Una segunda distinción, en general eludida en los manuales, prevé la diferenciación entre lo que Pavis denomina personaje leído y personaje visto, diferencia que remite, en su vertiente de escritura, a la existente entre el personaje creado para ser leído (personaje del guión) y el personaje encarnado por el actor e integrado al filme. El personaje inventado por el dramaturgo

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participa de algún modo de una doble realidad, compleja y, en cierto modo, inaprensible: es, inevitablemente, un efecto de texto, en el preciso sentido de Genette, y también, una invención sígnica que reproduce, en un grado imposible de identificar −a no ser a través de la subjetividad del escritor− el producto de una "puesta en escena imaginaria" que tiene lugar en la mente del dramaturgo(3). De estas dos vertientes, es solamente la textual la única susceptible de ser analizada con precisión y, poste− riormente, modificada a partir de ese análisis. De una manera u otra, todo escritor construye su objeto en un va et vient del texto a su escena imaginaria. − Toda discusión en relación al personaje, se sitúa, desde Aristóteles, dentro de un continuum en cuyos extremos el personaje, o es postulado como esencia que actúa (ser que hace), o es descrito como resultado de una acción (hacer que hace ser)(4) La conciliación de estos dos extremos, presente en las teoría del relato desde Propp y afirmada por analistas menos formales como Bentley(5), constituye, a nuestro entender, un enfoque de incuestionable poder a la hora de la construcción dramática. LA ESENCIA DEL PERSONAJE La discusión en torno a la primacía entre el personaje y la acción se concreta en la manualística del guión, en forma de predilección, ora esencialista, ora dinámica, en los autores estudiados. Lajos Egri introduce, en su excelente manual, una descripción que pretende ser exhaustiva. Para

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la elaboración de la estructura básica (bone structure) del personaje, Egri procede, en primer lugar, a la construcción de lo que denomina el diseño de su tres dimensiones: Dimensión física−fisiológica: sexo, edad, descripción física (peso, altura), apariencia, defectos deformidades, enfermedades); Dimensión social: clase social, ocupación, educación, religión, raza, nacionalidad, filiación política; Dimensión Psicológica: historia familiar, Vida sexual, autoestima, actitud frente a la vida, habilidades, cualidades, I. Q. Bajo la visión de Egri, el escritor debe, en primer lugar, agotar una construcción del personaje que sea capaz de definir, orgánicamente, cada uno de los componentes de las dimensiones antes citadas. Lejos de constituir este recurso una técnica de acumulación de datos, el autor quiere motorizar una reflexión dinámica, que permita llevar a cabo dicha construcción. Sin embargo, el enfoque dialéctico de Egri no se agota en una tal enumeración. Egri pide que el personaje sea elaborado en relación dialéctica con su ambiente, que se trabajen sus vínculos y sus contradicciones internas y externas y −aspecto dinámico muy importante− que el personaje construido sea capaz de crecer, con fuerza de carácter en torno a la unidad de opuestos(6). La orquestación, por otra parte, asegura la diversidad de apariencias y actitudes de los personajes que intervienen en el universo dramático. Cucca afina tal diversidad hasta la configuración de grados de disimilitud (1°, diversidad física; 2°, de objetivos; 3°. de comportamiento; 4°,

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diferencias de comportamiento en un mismo personaje). Por último, Egri solicita del dramaturgo la construcción de la dialéctica interior del personaje, es decir, el universo de motivaciones y de causas y efectos que llevan al personaje a ser lo que es. Este último aspecto, es desarrollado por diferentes autores en detalle. Para Eugene Vale se reduce a la determinación del motivo (razón por la cual el personaje quiere o necesita lograr el objetivo), la intención (situada a nivel volitivo) y el objetivo (meta a lograr u objeto a obtener por el personaje), mientras que Cucca, rozando quizás involuntariamente el aspecto de lo que podrían denominarse los niveles conscientes e inconscientes del personaje, diferencia entre las necesidades propiamente dichas del personaje y sus intenciones. Por su parte Syd Field engloba motivo, intención y objetivo en el concepto de necesidad dramática (dramatical need), concepto que parece emparentarse con el de super−objetivo de Kulechov. Para dar cuenta de los aspectos relacionales del personaje también con mayor detalle, Cucca habla del comportamiento. Así, la caracterización del personaje requiere del conocimiento de su comportamiento ante las acciones de los demás personajes, ante los obstáculos y en relación al lugar en que se desenvuelva. Para Field esto se resume en el problema del punto de vista del personaje (una escogencia de perspectiva, al decir de Pavis en relación al conflicto principal. Según Antoine Cucca la dramaturgia del cine europeo se

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caracteriza porque, en ella, la individuación de los personajes sirve de punto de partida para el desarrollo de las acciones. El cine de los Estados Unidos prefiere descubrir (¿aristotélicamente?) al personaje directamente por las acciones. Esta afirmación, quizás teñida de subjetividad, se constata sin embargo en los principales manualistas norteamericanos(7). Field, el más importante de ellos, lo dice de un modo contundente: el personaje es lo que hace. Su interior es todo lo que suponemos le ha acontecido antes del tiempo presente narrado en el film y que conforma su carácter actual. (Es precisamente ese el sentido de la sucinta biografía que el autor recomienda construir para el personaje)(8). Su exterior es lo que cuenta en el presente diegético y se revela, casi exclusivamente, a través de la acción(9). Esta subordinación del ser del personaje a la acción dramática es patente en otro autor importante: Dwight Swain. Para el autor de Film Scriptwriting, cada uno de los factores constituyentes del personaje se construye alrededor de la acción: aspectos externos como la impresión dominante (overall impact) o las etiquetas de reconocimiento o tags (de apariencia, del habla, "manierismos") y aspectos internos, como el punto de vista, la actitud dominante, los intereses y lo que Swain denomina el potencial climático, cuya definición resalta el carácter dinámico de una capacidad del personaje: Climax potential: "goal−motivated character's capacity for harboring two strong emotions at once. [...] [A character who has climax potential] though driven well−nigh compulsively by

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desire, still can feel the pull of another, contradictory emotion. (10) La biografía queda reducida en Swain a la mera recopilación de circunstancias del personaje que motivan o explican acciones que tienen lugar en la historia y el mismo Field, al postular los tres niveles de definición del personaje (profesional, personal e íntimo), no hace más que indagar en tres niveles posibles de las acciones. Este modo de proceder, aunque extremo, es, no obstante, cercano al razonamiento de un teórico de la profundidad de Howard Lawson, para quien, las características que definen a un personaje, deben surgir de un proceso dinámico de selec− ción no narrativo, "buscando [no material psicológico e ilustrativo] ... sino un sistema de acciones". Muy lejos, sin em− bargo de aquella petición, citada por el mismo Howard Lawson, que, en su libro The Inn of Tranquility, conmovía a Galsworthy: El dramaturgo que subordina sus personajes a la trama, en vez de subordinar la trama a sus personajes, es culpable de un pecado mortal. En síntesis, aunque el diseño del personaje toca ciertos aspectos que pueden considerarse como esencialistas y que lo deparan un "cuerpo", una "vida" y una "historia", hay un énfasis claro en los manuales de considerar como elemento esencialísimo de construcción el hacer del personaje y de referir sus factores constituyentes a la dinámica de su transformación. LA MODIFICACION DEL PERSONAJE "There is one realm in which

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characters defy natural laws and remain the same: the realm of bad writing." Lajos Egri. "The Art of Dramatic Writing" No es posible hablar del personaje sin convocar su requisito obligado: el de la modificación. Ya Aristóteles al hablar de la acción, sitúa en la peripecia, el reconocimiento y la pasión, tres instancias modificatorias del personaje. Aun cuando este aspecto de la modificación será desarrollado con mayor detalle más adelante, adelantaremos una breve discusión en relación al uso que le dan los autores estudiados. Para Lajos Egri, el llamado crecimiento del personaje constituye una condición indispensable del buen drama: ...characters move relentsly from one state of mind to another; they are forced to change, grow, develop...(11) Ese crecimiento gradual, que evita las transiciones bruscas o injustificadas en el personaje, tiene su origen en el conflicto: The contradictions within a man and the contradictions around him create a decision and a conflict. These in turn force him into a new decision and a new conflict (12)¨ Un ejemplo de esta gradualidad que lleva al personaje de un extremo al otro, y por ende, de un universo de acciones al universo opuesto, es el que proporciona Egri(13): Amistad −−> desencanto −−> disgusto −−> irrita− ción −−> rabia−−> agresión−−> amenaza −−> preme−

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ditación −−> asesinato Conviene señalar que las etiquetas del ejemplo describen indistintamente tipos de vinculación (amistad), emociones (rabia), sentimientos (disgusto, irritación) y acciones con− sumadas (agresión, amenaza, asesinato). Esta imprecisión podrá ser subsanada al recoger de Greimas la formulación de la acción en términos de relaciones sujeto−objeto, como haremos más adelante. Los autores norteamericanos, aunque sin preocuparse del detalle, también hablan de la modificación del personaje como de un elemento de primera importancia. Swain la contempla como un aspecto central en el diseño del personaje, asociándola con la posesión de secretos (el personaje sería modificado, en ciertos casos, por el descubrimiento o la revelación de ese secreto). Tanto este autor, como James Boyle y Syd Field hablan del cambio confinándolo al reino de los personajes protagónicos. Los personajes secundarios, y sobre todo el antagonista, son personajes que no cambian, o cambian muy poco (14). Cucca sitúa la modificación del personaje dentro de un ciclo apuntalado por los estados de la condición, aspiración y la realización del personaje. Nuevamente nos situamos bajo un punto de vista de la modificación del personaje que toma en cuenta su voluntad consciente como instrumento de modificación. Este sesgo, típico de una filmografía que prioriza la acción exterior y por ende, la relación consciente con el medio, es precisamente el compartido por los manualistas norteamericanos. Curiosamente, es

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Lawson, un socialista (y norteamericano) quien los expresa más explicitamente: El significado de las situaciones se encuentra en el grado y clase de voluntad consciente ejercida, y en cómo ésta funciona; la crisis, la explosión dramática, se crea mediante una ruptura entre el objetivo y el resultado; en otra palabras, mediante un cambio de equilibrio entre la fuerza de la voluntad y la fuerza del cambio social. Una crisis es el punto en el cual el balance de fuerzas es tan tenso que a veces se quiebra, y causa así una nueva alineación de fuerzas, un nuevo esquema de relaciones. Por último, cabe citar el inventario, parcialmente aristotélico, que lleva a cabo Chion, al enumerar los elementos que modifican al personaje o, con el nombre que lleva el capítulo, "Qu'est ce qui fait courir les personnages (et marcher les spectateurs)?" Estos elementos son: el terror, la conmiseración, el cambio de fortuna (la metabasis aristotélica), los ya mencionados reconocimiento y peripecia (o coup de thèâtre(15)), el malentendido o quiproquo, la deuda (de dinero, de un servicio recibido, de la vida), la condición social, los valores morales, las perturbaciones, las dificultades, la voluntad, la presencia de un antagonista o de un objeto de extremado valor como el llamado "Mac Guffin"(16). Toda esta agotadora enumeración tiene sin duda el valor de recoger procedimientos de reconocida universalidad, pero peca, en su particularismo, de mostrarnos un universo fracturado en el cual, la característica esencial del mecanismo de modificación del personaje, aparece diluida. Nos

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volveremos a preguntar acerca de ese mecanismo posteriormente. PERSONAJES Y PERSONAS Remarquemos, una vez más, que a través de la discusión precedente, nos hemos referido al personaje como a una instancia obligatoria de la invención dramática(17), que de alguna manera toma su fuente de inspiración en la persona humana. No obstante, este componente narrativo, este efecto de texto como ya lo hemos señalado, no debe confundirse nunca con un ser humano. Hasta un pragmático como Swain no puede dejar de afirmar en su manual: A film character is a simulation and simplification of a person. Though played by a living actor, he is not an actual human being(18). Hay que subrayar que las investigaciones de los semiólogos ha deslindado para el texto la total autonomía de sus actantes(19), incluso, en la instancia del narrador(20), circunstancia que eleva a nivel semiótico la imagen de cualquier ser humano apenas es objeto de un relato, o, para decirlo con la hermosura de las palabras de Gérard Genette: ...Paris et Balbec sont au même niveau, bien que l'un soi réel et l'autre fictif, et nous sommes tous le jours objects du récit, sinon héros de roman (21). Esta previsión, si duda nada redundante, nos guardará, si no de cometer errores, por lo menos de caminar con el máximo cuidado a la hora de establecer algunos paralelos con objetos más terrenos y riesgosos como los de la lingüística y el psicoanálisis.

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EL USO DE ALGUNOS MODELOS FORMALIZADOS En lo que sigue se intenta ampliar la reflexión acerca del personaje mediante la revisión de ciertas formalizaciones extraídas de la semiología y de la lingüística. Se espera que, lejos de obstaculizar el curso de la intuición en la tarea creadora, estas reflexiones puedan contribuir a enriquecer territorios sobre las cuales la inventiva, elevándose sobre la técnica, debe siempre desplazarse libremente, sabiendo aprovechar los aportes que una mesurada consideración teórica pueda proveer. PERSONAJE, OBJETO Y FALTA El personaje es personaje porque es y porque hace, porque instaura su identidad sobre el universo que le diseñamos y se debate entre el deseo que le inventamos y la fatalidad que decidimos imponerle. El azar del personaje es la conveniencia de nuestro texto, y el mundo de casualidades en que éste se mueve, no es más que la manifestación superficial de una lucha entre dos fuerzas que tensan la estructura narrativa: una que se define a partir de las intenciones del personaje y otra que impone el desenlace previsto por el autor: el texto es arena para la Ley y el Deseo, digámoslo una vez más, pero para la Ley y el Deseo tal y como se enfrentan y transmutan en el imaginario del escritor. Nos encontramos entonces con el hecho de que uno de los motores del relato se inscribe en el personaje: la historia es porque el protagonista quiere algo. Desea. O, dicho de otro modo, carece de algo. Ya Propp, en su análisis del cuento maravilloso, señala

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esta importancia de la carencia: La carencia (o privación) inicial es una situación que, imaginamos, data de muchos años cuando comienza la acción. Pero llega un día en que el mandante (o el buscador) se da cuenta de pronto que le falta algo, y este instante origina la motiva− ción, ya sea para el envío de una expedición, ya sea para marcharse directamente a la búsqueda. Este énfasis en la falta como constitutiva es, según creemos, vital en el diseño de un personaje con capacidad de actuar y nos ha llevado, en nuestra primera búsqueda de modelos extra−literarios, hasta Lacan. La vacuidad sustancial en la constitución del sujeto aparece, según Lacan, en la denominada fase del espejo. En palabras de Hornstein: Para Lacan el yo se forja como una envoltura psíquica ortopédica desde la trama intersubjetiva y en función del desamparo infantil. Hay una coincidencia imposible entre el yo del enunciado y el sujeto del inconsciente. El yo se origina en una dialéctica de identificaciones narcisistas con imagos que generan una discordancia progresiva entre el yo y el sujeto: desde la fase del espejo el niño es capturado por una cadena causal de la que nunca será otra cosa que efecto. Lacan explica la formación de la identidad sobre una primera carencia constitutiva: somos, porque alguna vez alguien deseo que fuéramos. Somos deseo del otro sobre un pre−sujeto que no es, y que construye su identidad en la complacencia de este deseo materno. Somos, pues, por haber sido objeto de un deseo

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exterior, signados por una primera carencia desde que nos constituimos en sujeto. Esta carencia motoriza y direcciona nuestros movimientos posteriores: El deseo no es ni el apetito de la necesidad, ni la demanda de amor: a la realidad del deseo no se llega partiendo de la necesidad, sino que es el deseo del deseo, inscripto en el orden del significante. El placer está ligado a la búsqueda de un objeto que no cobra su valor sino de su diferencia con otro perdido. Agrega Kizer: A partir de la falta, de la castración, [la teoría lacaniana] nos enseña su función determinante en la organización y la repetición insistente de la cadena significante, lo cual ocurre en las estructuras míticas y utópicas. En ambas se parte de la falta, que tratan de obturar en el pasado (mito) y en el futuro (utopía).(22) Las consideraciones anteriores nos llevan a nuestra primera formulación en relación al diseño del personaje: más que un cúmulo de virtudes, más que un agregado de cualidades que visten una corporeidad imaginada, un personaje puede ser diseñado a partir de sus carencias constitutivas. No es que las cualidades, las características del personaje en el sentido ya estudiado, sean innecesarias: por el contrario, su diseño contribuye a la investidura temática del personaje, a su poder representativo en términos de los valores que circulan en el relato. Pero lo que confiere al personaje la posibilidad de actuar es precisamente lo

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que no tiene, la carencia de algún objeto perdido. A esta altura es pertinente incorporar una definición formalizada por Greimas y Courtés y que nos parece de definitiva relevancia: la defini− ción de actante.(23) El actante puede concebirse como el que realiza o el que sufre el acto, independientemente de cualquier otra determinación. Así, citando a L. Tesnière de quien se toma este término, "los actantes son los seres o las cosas que, por cualquier razón y de una manera u otra −incluso a título de simples figurantes y del modo más pasivo− participan en el proceso..." Cada personaje es susceptible de desempeñar un rol actancial, según realice o sufra determinados actos. Para hablar con rigor, hay que distinguir previamente entre dos tipos de enunciados que aparecen en el texto: en primer lugar, los enunciados de estado, los cuales "corresponden a la relación entre un sujeto y un objeto" (24) y las transformaciones o enunciados de hacer, que implican cambios entre enunciados de estado. Si bien el interés de Greimas se sitúa a nivel del análisis del enunciado, nivel en el cual se ejecuta la distinción entre, por ejemplo, una estado de conjunción y otro de disjunción, a nosotros nos interesa una interpretación de estos modelos actanciales más referida al significado (al efecto de realidad) que nosotros conferimos al personaje. No se tratará de considerar los enunciados que remiten a tal a cual estado, sino de interpretar las representaciones formales como estados mismos que adjudicamos a los personajes. Valgan algunos ejemplos:

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− El diseño del héroe de aventuras −en consecuencia con los estudios de Propp − supone el de un sujeto (digamos Indiana Jones) en disjunción de un objeto de valor (el Santo Grial). La historia transcurre para que se opere la transformación del estado disjunto al estado conjunto. − Toda historia de amor supone el diseño de personajes (por lo menos dos) para quienes el personaje amado (objeto de amor) invoca una obligante emergencia conjuntiva. De no alcanzarse la conjunción, sobreviene la tragedia (Romeo y Julieta, por ejemplo). Volviendo al problema del diseño del personaje en términos de sus carencias, podríamos reformular las consideraciones previas señalando que inventar un personaje, y más generalmente, formular un actante, implica escoger un conjunto de objetos de valor en disjunción con el mismo, es decir, formularlo como un sujeto carenciado, signado por la falta que representa la no conjunción con dichos objetos. Cada personaje es, en cierto sentido, como el sujeto tachado de Lacan, S, un sujeto definido por su falta. En términos de una metodología constructiva, podríamos comenzar diciendo que el primer paso en el diseño de un personaje consistirá en la determinación de sus faltas y, en particular, en la formulación del objeto de valor principal asociado al personaje. Esta formulación generará a su vez una construcción en dos sentidos: hacia el "pasado" del personaje, y por ende, a la construcción de su historia previa, en la búsqueda de las determinaciones "psicológicas" o "históricas" en general que han

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motivado dichas carencias (y que aflorarán, explicativa o temáticamente en el transcurso de la diégesis); y, princi− palmente, una construcción orientada hacia el futuro, que dará cuenta del itinerario de "alejamientos" y "acercamientos" entre sujeto y objeto y constituirá la acción dramática misma. Algunas las "leyes" (ver Capítulo: De Leyes y Caprichos) que afectan la construcción del personaje podrían comentarse a la luz de esta consideración: − La autonomía del personaje está relacionada con la esfera de sus intereses propios, es decir, con sus carencias esenciales. El personaje será fiel a su búsqueda (con una fidelidad que le es específica) lo cual es también un modo de asegurar su consistencia. − La fuerza de la voluntad de un personaje no es más que un síntoma de la profundidad o de la esencialidad de su falta. El empeño persecutorio de un policía no nos habla más que de su potencia reparadora. Idénticamente, la intensidad de una obsesión amorosa de la necesidad ser de amado, etc. − En términos globales, la orquestación demandará una repartición de faltas entre los personajes, faltas que resultarán ser de naturaleza diferente e incluso contrastante (el que tiene dinero no tiene amor, el que tiene amor es impotente, la de gran corazón no es bella, etc.). De esta manera se asegura la circulación de una variedad de objetos de valor que serán intercambiados en el relato. ESTILO DEL PERSONAJE

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Los modos de consecución de un objeto de valor constituyen un estilo del personaje y pudieran ser asimilados a los que en el Análisis Transaccional se denominan Guiones de vida, debidos a Eric Berne. Un guión de vida es para Berne, según cita G. Gutiérrez en un trabajo publicado por Roman J. M.: ... un programa en marcha, desarrollado en la primera infancia bajo la influencia parental que dirige la conducta del individuo en los aspectos más importantes de su vida. James y Jongeward distinguen cuatro niveles en dichos guiones: guiones culturales, guiones sub−culturales, guiones familiares y guiones individuales. Cada una de estas instancias señala un modelo actitudinal en una esfera específica del comportamiento humano, un "rol" a ser cumplido por el individuo y cuyo contenido básico puede ser encerrado en una etiqueta. Por ejemplo, el guión cultural de un expedicionario inglés a comienzos de siglo podría englobarse bajo el término de "civilizador(25)", posición que comporta un catálogo de actitudes más o menos previsibles. El guión sub−cultural se refiere al patrón de comportamientos y valores de porciones homogéneas que comparten una identificación en el seno de una cultura: West Side Story, el film de Robert Wise y Jerome Robbins, nos habla del choque entre dos guiones sub−culturales (jóvenes norteamericanos "puros" y puertorriqueños). El guión familiar define un cuerpo de comportamientos propio de un apellido, de una estirpe (El Honor de los Prizzi, de John Huston, o casi cualquier tragedia griega). Por último, el guión individual define una suerte de programa−

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ción personal, segun James y Jongeward, referida a las preguntas "¿Quién soy? ¿Qué hago aquí? ¿Quiénes son los otros?" (Para responderse, por ejemplo, como el detective Gites de Chinatown de Huston: "Soy un terco. Me encanta meter las narices donde no debo. Hay muchos que andan por ahí jugando sucio", o bien, como Mr. Cross, el magnate corrupto del mismo film: "Soy un triunfador. Soy dueño de lo que me rodea. Puedo hacer lo que quiera con todo el mundo"). Guiones culturales, guiones sub−culturales, guiones familiares y guiones individuales, constituyen pues, esquemas de conducta que una vez escogidos, sitúan al personaje en el universo de sus actitudes posibles y lo preparan para el desempeño de sus acciones dentro de una modo particular de relacionarse con los demás personajes.(26) OTROS APORTES DEL ANALISIS TRANSACCIONAL Si el diseño de los guiones de vida constituye un instrumento de construcción a nivel macroscópico, hay otras dos herramientas del análisis transaccional que pueden funcionar con eficacia para el estudio microscópico de la acción, entendiendo por tal, a aquel que se sitúa en el nivel de las modificaciones del personaje en cada escena. Estas herramientas son el triángulo dramático de karpman y el miniguión. Karpman, discípulo de Berne, ha sintetizado en tres roles básicos las posiciones que adoptan los individuos en sus interacciones "dramáticas". Cita James y Jongeward: En el análisis de un drama solamente se necesitan tres roles para

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representar los reveses emocionales que constituyen el drama. Estos roles activos ... son el de Perseguidor, el de Salvador y el de víctima (o P, S y V en el diagrama). El drama comienza cuando estos roles son establecidos o cuando los espectadores los preven. No hay drama a menos que no haya cambio de roles... El drama es comparable a los juegos transaccionales, pero el drama cuanta con mayor número de sucesos, un mayor número de cambio de roles por suceso y una sola persona representa a menudo dos o tres roles al mismo tiempo. PS −−−−−−−−−−−−−−−− .. .. .. . V Cada posición del triángulo se vincula con el guión de vida en la medida en que cada individuo ocupa una posición preferencial durante el transcurso de su existencia: un individuo es fundamentalmente víctima, aun cuando en sus interacciones (necesariamente) adopte los roles(27) complementarios de salvador y perseguidor. En este sentido, la posición preferente del personaje en el triángulo es uno de los datos que se requieren para configurar su respectivos guiones de vida. Sin embargo, es a nivel de lo que hemos denominado la interacción microscópica donde el uso del modelo cobra la mayor importancia:

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el cambio de posición en el triángulo de Karpman garantiza el predominio del cambio de situaciones(28). Algunas variantes del triángulo de Karpman pueden ser considerados, ya sea dentro del análisis transaccional o en modelos que por lo menos tienen en común con éste la preocupación por definir las relaciones interpersonales en términos de posiciones vacías capaces de ser ocupadas por el mismo personaje individual. Uno de ellos, el miniguión, , creado por Taibi Kahler, reduce la dinámica de la conducta (conflictiva) personal a cinco mandatos (sé perfecto, date prisa, compláceme, trata más, y sé fuerte), mandatos que, por una parte, se manifiestan conjuntamente con una esterotipia verbal, gestual, postural, etc. y, por otra, condicionan la conducta a una secuencia de estados relativamente previsible, la cual constituye, precisamente, el miniguión. De nuevo, estamos ante itinerarios conductuales altamente reconocibles, que orientan unos atributos psicológicos y una conducta posibles. M. Poblete presenta otro modelo creado por K. Mellor y E. Schiff en 1975 para el estudio de los "mecanismos que utiliza la gente para mantener y confirmar sus puntos de vista acerca de sí misma, de los otros y del mundo", mecanismos a los cuales denomina roles definitorios. El mencionado modelo no hace más que contrastar las posiciones predominantes en el nivel social (N.S.) con las posiciones que adopta el individuo a nivel psicológico (N.P.). Logra así la caracterización de seis posiciones, cuyas etiquetas son: trabajador duro (N.S.: salvador, N.P.: víctima o perseguidor;

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cuidador (N.S.: salvador; N.P.: perseguidor o víctima; virtuoso enojado (N.S.: perseguidor; N.P.: víctima); virtuoso desdichado (N.S.: víctima; N.P.: perseguidor); malhechor enojado (N.S.: víctima; N.P.: perseguidor); malhechor desdichado (N.s.: perseguidor; N.P.: víctima). En resumen: −−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−− CUIDADOR N.S.: S N.P.: P ó V VIRTUOSO ENOJADO MALHECHOR ENOJADO N.S.: P V N.P.: V P VIRTUOSO DESDICHADO MALHECHOR DESDICHADO N.S.: V P N.P.: P V TRABAJADOR DURO N.S.: S N.P.: V ó P −−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−− La virtud del modelo es que contrasta el lugar que el individuo ocupa socialmente (en el "exterior"), con el lugar que psicológicamente quiere ocupar (en su "interior") y, por tanto, facilita el diseño multidimensional del personaje. Tomemos por ejemplo un Kane− malhechor desdichado por excelencia− para quien la posesión de un poder social ilimitado se opone la carencia de ese mismo poder en el nivel psicológico (en

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particular, el de sentirse amado). El genio de Welles sintetiza en dos objetos la tragedia de esta disociación: Xanadu, el castillo del Kane omnipotente y multimillonario; Rosebud, el trineo del muchacho trágicamente arrancado a su niñez. El denominador común en los ejemplos estudiados lo constituye la modelización del sujeto −por parte del análisis transaccional− como un ente capaz de ocupar, en cada momento, alguna de las posiciones vacías que constituyen su estructura. Por esta razón, no será posible citar tales modelos sin considerar aunque sea brevemente la muy conocida estructura de los estados del yo propia del AT. Para James y Jongeward: Cada persona tiene tres estados del yo que son fuentes separadas y diferentes de conducta: el estado Padre del Yo, el estado Adulto del Yo y el estado niño del Yo. Harris agrega: Estos estados del ser no son papeles sino realidades psicológicas... El estado es producido por la reproducción de datos registrados de acontecimientos del pasado, que se refieren a personas reales, tiempos reales, decisiones reales y sentimiento no menos reales. Cada individuo, entonces, refiere su conducta a una de estas tres posiciones: Padre − Adulto − Niño, desde las cuales ejerce interacciones típicas. Berne ha dedicado su esfuerzo al estudio de los conjuntos de posibles interacciones (o intercambios de caricias) que se prolongan en forma de Juegos Psicológicos y que conforman buena parte del objeto de estudio del AT. Las

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transacciones o conciliaciones constituyen la unidad básica de este intercambio y se ejercen entre un estado del yo de un individuo y un estado del yo de otro individuo. Para el dramaturgo son de particular importancia las transacciones conflictivas: las llamadas transacciones cruzadas y sobre todo, las trasacciones ulteriores. Las primeras se refieren a un error (psicológico) de lectura (Por ejemplo, un esposo solicita −adultamente − un cierto favor de su mujer; la mujer responde desde su estado Niño, defendiéndose de lo que percibe como una exigencia paterna). Las transacciones ulteriores encarnan acciones de "doble sentido" (en particular parlamentos y diálogos) que ponen en actividad simultáneamente dos estados del yo (por ejemplo, el Adulto, que se dirige al Adulto, y el Niño que al mismo tiempo se dirige al Niño) y están presentes en cualquier comunicación con "espesor" dramático, es decir, en la que se eluda la explicitud y la obviedad. (Un ejemplo típico lo proporciona la seducción: caso del personaje Sergio del film Memorias del Subdesarrollo, de Tomás Gutiérrez Alea, quien seduce al personaje de Elena a través del ofrecimiento, falsamente adulto, de unas prendas de vestir). En síntesis, podríamos decir que la consideración del análisis de las transacciones puede orientar al escritor en relación al sentido del intercambio entre dos personajes: cada personaje buscará cierto tipo de caricias (por ejemplo, de Padre a niño) y querrá, "inconscientemente" culminar un cierto juego (por ejemplo "Patéame"(29) ). Por otro lado, la bidireccionalidad presente en las transacciones ul−

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teriores, remite a una suerte de regla que regula las inte− racciones dramáticas: la del ocultamiento de las verdaderas intenciones del personaje(30). En tal sentido, las transacciones ulteriores, serán de preferencia en el catálogo del dramaturgo(31). OTROS ENFOQUES Así como la aproximación transaccional arroja luz sobre la dinámica de las interacciones entre personajes, otros modelos, al aproximarse al estudio de la comunicación interpersonal, introducen variantes dignas de mención. Es por ejemplo el caso de Virginia Satir quien al estudiar sus modelos de comunicación, introduce cuatro posiciones comunicativas que son típicas en situaciones de baja estima: el aplacador, el acusador, el superrazonable, y el irrelevante. Las cuatro posiciones, que corresponderían a modos de gestión con los que un personaje se hace cargo de la carencia de un poder−hacer psicológico, están tipificadas tanto a nivel de su estereotipia corporal (lo que el cuerpo dice (32)) como a nivel del discurso interior del individuo (lo que éste siente cuando actúa así). El primer aspecto posibilita la configuración de una imagen mental de la conducta externa del personaje, el segundo facilita al escritor un conocimiento del discurso interno del personaje, actúa en favor de un desdoblamiento que es indispensable para la escritura de los parlamentos y la descripción de las acciones de cada personaje(33). Este último aspecto de la "interioridad" del personaje remite en

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particular a la problemática de la percepción interpersonal tal y como la estudia Laing. Para este psiquiatra inglés, el estudio de la conducta entre dos individuos remite al análisis de las fantasías que cada uno de ellos configura en relación al otro y a las fantasías que hace (parcialmente debido a su experiencia) sobre estas mismas fantasías. Cada par o díada constituye así una "espiral de perspectivas recíprocas" que condiciona la conducta interpersonal: Los seres humanos piensan constantemente en los otros y en lo que los otros piensan acerca de ellos, y en lo que los otros piensan que ellos piensan acerca de los otros, etc. Podemos preguntarnos qué sucede en el interior del otro. Deseamos o tememos que otras personas sepan qué ocurre en nuestro propio interior. Laing formula una sencilla notación que da cuenta de estos niveles de perspectiva: si "p" designa a un sujeto dado, "o", designa al otro sujeto en la díada y "x −−−> y" representa el "modo como x ve a y", entonces una expresión como: p −−> ( o −−> (p −− >p)) representa "la idea de "p" de la idea de "o" de lo que "p" piensa de sí mismo. (La perpectiva de una perspectiva es llamada por Laing una metaperspectiva). La comparación entre las diferentes perspectivas para medir su similaridad o diferencia (y con ellos "objetivar" las distintas fantasías de quienes c onforman la díada), arroja alguna luz hacia lo que podría designarse con el término de "nivel de la perspectiva de un personaje en relación

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al otro personaje". En la medida que la acción de un personaje revela una metaperspectiva objetiva y más general que la perspectiva del personaje con el que interactúa, se revela también una ventaja estratégica de ese personaje. Dicho en otros términos, el objetivar metaperspectivas constituye una competencia (saber−hacer, poder−hacer) en relación a las interacciones con los demás personajes. El análisis somero de la escena de clímax del film "El Ciudadano Kane" (Orson Welles, 1962), aquella en que la revelación de sus amores prohibidos con la cantante Susan Alexander da al traste con su carrera política, serviría para dar ejemplo de las anteriores consideraciones ("p" designará a Kane, "q" a Susan Alexander, "r" al inescrupuloso Paul Gettys) Kane se revela como un personaje que actúa a partir de la idea, poco objetiva, que tiene de sí mismo y del mundo, de donde: p −−−> p ; p −−−> q ; p −−−> r Susan, situada en una metaperspectiva que se ocupa de la visión que los demás tienen de ella (y que es idéntica a la perspectiva que ella tiene de sí misma), es poseedora de una mayor competencia, la cual, de hecho, utiliza en su manipulación de Kane. Luego: q −−−−> (p −−−−> q) = (q −−−> q) Gettys, por último, personaje ganador de la contienda, posee una rica metaperspectiva desde la cual ubica a los personajes en relación a su visión de ellos mismos y a la visión que cada uno de ellos tiene de él como persona. De allí obtiene su ventaja al

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manipular a los demás. Representamos sus metaperspectivas así: r−−−−> (p−−−−>p) ; r−−−−>(q −−−−> q) Y además: r−−−−> (p−−−−>r) ; r−−−−>(q −−−−> r) La consideración de las perspectivas puede constituir un recurso constructivo que permite diferenciar las competencias de los personajes en relación a sus posibilidades de manipulación, que explícita el contraste entre los diferentes personajes en términos de esta capacidad y que proporciona una cierta medida de la "interioridad" de cada uno de ellos en términos de su "capacidad" de estar "alerta" en relación a los demás personajes(34). Mencionaremos los trabajos de otros autores que modelizan el funcionamiento psicológico individual y que en algo tocan las situaciones recientemente discutidas. Gear y Liendo, en un primer modelo del sujeto psicológico describe la psiquis conflictiva como constituida por una estructura binaria de dos posiciones vacías complementarias ocupadas alternativamente por el sujeto (culpador−culpado y culpado−culpador; abandonador−abandonado y abandonado−abandonador; atormentador− atormentado y atormentado−atormentador, etc.). El conocimiento de tal estructura proporciona la posibilidad de la construcción de un itinerario para el personaje que se debatirá en un conflicto signado por esos dos polos y que los ocupará alternativamente en su desarrollo. Posteriormente, Liendo se ocupará de una modelización, ya no puramente semiótica sino también cibernética,

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en la que el sujeto conflictivo aparece caracterizado por una serie de respuestas estereotipadas que ponen en juego al propio sujeto (ego) y a otro sujeto capaz de "tener con éste relaciones pertinentes al conflicto" (alter). El énfasis del modelo está en el desfase entre lo que el ego dice hacer y lo que hace en cada interacción, así como lo que el ego hace hacer y hace decir que hace en el ego. A pesar de que el estudio de tales estereotipos tienen interés clínico, constituye claramente otro modelo de conductas posibles que acotan las acciones de un personaje de acuerdo a una conflictiva escogida por el escritor. Por último, caben ser destacados tanto los trabajos previos de Lieberman acerca del "estilo en las diferentes clases de pacientes" que sistematizan ciertas pautas lingüísticas y comunicacionales para determinados tipos psicológicos (habla así de "pacientes con estilo narrativo", "pacientes con estilo lírico", "pacientes con estilo dramático y suspenso", etc.), como los realizados por Lieberman y Maldavsky, próximos a los de Liendo aunque con diferente sentido, en los que el famoso cuadrado semiótico de Greimas es utilizado para categorizar las "dimensiones semánticas personales" en el aspecto emocional y conativo(35). Estos modelos, como todos los anteriores estudiados, podrían servir de marcos formales, continentes y no restrictivos, para la estructuración del carácter del personaje. La definición de acción dramática HACER Y VER HACER: ESCRITURA Y ANALISIS DE LA ACCION

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DRAMATICA. Acción es lo que pasa. Así, sin más, define Syd Field un concepto fundamental para la estructura dramática del guión cinematográfico. Y sigue: "Hay dos clases de acción: acción física y acción emocional [...] acción emocional es lo que pasa dentro del personaje durante la historia". Con este margen de imprecisión, pero con la certeza de que el término remite a un concepto por todos conocidos, los manualistas del guión elaboran un discurso que encuentra precisamente en el concepto de acción uno de sus pilares fundamentales. Cucca, sin molestarse en definir el término, elabora una distinción que separa las acciones de base (fundamentos esenciales de la historia) de las acciones complementarias (acciones de transición que ilustran el carácter de un personaje o dan información) y Lajos Egri, en el estudio del conflicto, discute el origen de las acciones, conformándose con hacer mano de un muestrario de metáforas climáticas y antropológicas: "The walking of a man is action, the flight of a bird, the burning of a house, the reading of a book. Every manifestation ot life is "action" (36). Eugene Vale es tan sucinto como Field: un verbo representa acción. Y desarrolla todo un capítulo para estudiar la transición de la acción. Swain analiza tanto la descomposición de las acciones como sus antecedentes sin preocuparse ni un instante por definir el término. Chion se pregunta qué es la acción, sin llegar jamás a respondérselo, adelantando tan sólo algunas

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previsiones de alcance absolutamente particular. Y Gutiérrez Espada, quizás el más prolijo de todos en relación al tema, esboza los términos de una discusión histórica que remite a Kulechov y a Gorki y que se reduce a destacar el alcance y la importancia de la acción, sin, en principio, definirla. No obstante, al querer diferenciar entre acción externa e interna, Gutiérrez Espada asoma una discusión que toca aspectos más profundos del problema: La experiencia demuestra que los films saturados de acción han tenido siempre un éxito indiscutible. Por ello la acción debe estar presente ya en el guión, como condición importantísima. Pero entiéndase que nos referimos a un concepto exterior de acción, exclusivamente, como si se tratase de acción "mecánica", por así decir, donde abunda el movimiento de las cosas, sino que la acción debe resultar enlazada con el conflicto que se produce entre los personajes, o en las ideas que se exponen, que son como las líneas de fuerza que mantienen en tensión todo el discurso narrativo. La acción, muchas veces, es el resultado de la situación emotiva de un personaje o de un grupo de ellos, cono efecto de su conducta y actitudes. En Howard Lawson ese "movimiento general que da lugar a que algo nazca, se desarrolle y muera entre e comienzo y el final"(37), es analizado con mayor detalle. Para ello, recurre a una definición que suministra Schlegel en su Curso de Arte Dramático: ¿Qué es la acción? ... En su significación más profunda, la

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acción es una actividad que depende de la voluntad humana. Su unidad consiste en su dirección hacia un solo fin y su totalidad la compone todo lo que se encuentra entre la primera determinación y la ejecución del hecho. Tal definición, suficiente para Brunetière, para quien el uso de la voluntad consciente sirve para diferenciar la acción del movimiento o agitación (Las Leyes del Drama, citado por Howard Lawson), es sin embargo criticada por Howard Lawson, quien introduce el problema del sentido. Dice Lawson: La acción es una especie de actividad, una forma de movimiento en general. La efectividad de la acción no depende de lo que hace la gente, sino del significado de lo que hace. Esta última aproximación introduce un elemento vital en la discusión: la acción, así considerada, refiere su importancia, no a su magnitud medida en términos de "realidad" (lo cual configuraría una referencia extra−textual), sino al sentido que tiene dentro de la estructura y, en particular, respecto a la acción base. Sin embargo, hay que ir hasta Pavis, cuya preocupación por la acción proviene del análisis semiótico, para transitar el camino hacia una formalización que permita aprovechar el descubrimiento. La discusión de Pavis va desde una definición tradicional según la cual la acción dramática consiste en una "Serie de hechos y actos que constituyen el argumento de una obra dramática o narrativa", hasta una definición semiológica, construida sobre el modelo actancial, para la cual la acción se produce como cambio de posición de los

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actantes en la configuración actancial. Observamos entonces cómo la idea de acción ocupa un lugar nodal en la preceptiva dramaturgica del guión, a pesar de que su contenido jamás se conceptualiza dentro de un marco de rigor. ACCION Y ESTRUCTURA El papel estructural de la acción, esto es, la función específicamente dramática de este elemento constitutivo, es considerado por Howard Lawson con cierto cuidado. Preocupado por diferenciar la simple actividad de la acción dramática, Howard Lawson logra una descripción dinámica de la acción dentro de la estructura: La acción (en contraposición a la actividad) debe estar en proceso de realizarse, así que debe brotar de otra acción, y conducir a otra diferente. Cada cambio de equilibrio implica cambios de equilibrio anteriores y venideros. Esto también signi− fica que debe considerarse el tiempo dedicado a cada acción, el tiempo que resulta necesario en relación con la cantidad de actividad. Howard Lawson establece también una diferenciación entre acción externa y acción interna, siempre, claro está, dentro de las limitaciones que le imponen sus presupuestos según los cuales en el drama se enfrentan la voluntad consciente, a nivel individual, y las fuerzas sociales, a nivel social. En este respecto el autor puntualiza: La extensión de la acción interna está limitada a las causas que se encuentran en la voluntad consciente de los personajes.

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La extensión de la acción externa está limitada a las causas sociales que constituyen el contexto de hechos dentro del cual se mueve la acción. Para Lawson la acción−base es aquella transformación esencial que tiene lugar en la obra y que en general se resuelve en el clímax principal. Lawson estructura la obra alrededor de la acción−base de manera análoga a la que Egri construye la armazón sobre la base proporcionada por la premisa: la estructura completa se condiciona al éxito de la acción−base. En sus principios de la continuidad, Lawson da un dibujo de cómo es esta estructura y de cómo se desarrolla en ella la acción: 1. La exposición debe estar plenamente dramatizada en términos de acción. 2. La exposición debe presentar posibilidades de extensión que sean iguales a la extensión de la acción−base 3. Pueden seguirse dos o más líneas de causalidad si encuentran su solución en la acción−base. 4. La acción creciente se divide en número indeterminado de ciclos. 5. Cada ciclo es una acción y tiene la progresión característica de una acción: exposición, ascenso, choque y clímax. 6. El aumento de la tensión cuando cada ciclo se acerca a su clímax, se logra mediante el incremento de la carga emocional; esto puede hacerse enfatizando la importancia de lo que está sucediendo, subrayando el miedo, el valor, la ira, la histeria, la esperanza.

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7. El tempo y el ritmo son importantes para mantener e incrementar la tensión. 8. El eslabonamiento de las escenas se logra mediante contrastes abruptos o por superposición de líneas de interés. 9. Cuando los ciclos alcanzan la acción−base, el tempo se aumenta, los clímax subordinados son más intensos y están más estrechamente agrupados, y la acción entre los puntos culminantes se acorta. 10. La probabilidad y coincidencia no depende de la probabilidad física, sino del valor del incidente en relación con la acción−base. 11. La obra [...] no es una simple continuidad de causa y efectos, sino una interacción de fuerzas complejas; pueden ser introducidas nuevas fuerzas sin preparación previa, siempre que su efecto en la acción sea manifiesto. 12. La tensión depende de la carga emocional que la acción pueda soportar antes [de] que se alcance el momento de la explosión. Otros autores, preocupados por el mismo problema del lugar que ocupa la acción en la armazón dramática, distinguen en el relato las "zonas" en la que la acción se concentran de manera crucial para configurar la historia, de aquellas otras en que aparecen diluido, facilitando las transiciones y las descripciones. No son otra cosa las mencionadas acciones de base y acciones complementarias de Cucca o núcleos de acción(38). En resumen, podemos decir que, para los manualistas consultados, la acción es un elemento constitutivo de primer orden cuya

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disposición inicial constituye la columna vertebral de la estructura dramática. En esta vertebración primaria la acción−base, o acción principal, ocupa un lugar medular que actúa como eje rector en relación al cual se disponen y cobran sentido las demás acciones. FORMALIZACIONES DE LA ACCION Greimas y Courtés entiende por acto el cambio de estado de un sujeto en relación a la conjunción o disjunción de un objeto valor. Estos objetos, o bien representan cosas, entes materiales valorados cuya posesión se disputa en el relato, o bien describen valores psicológicos o abstractos. La formulación de un acto, viene dada por una expresión del tipo: F (S1) −−−−> [ (S v O)−−−−−−−−>(S ^ O) ] Cabe señalar que esta definición abarca incluso los llamados actos de habla, actos en los que pueden distinguirse varios niveles de acción: como actividad somática que pone en conjunción a un sujeto y un hacer gestual significante, como un hacer−saber, es decir "como un hacer que produce la conjunción del sujeto enunciatario con un objeto del saber" , y también, como un hacer−hacer, "es decir, como una manipulación de un sujeto por otro mediante el habla). Esta distinción, revela un aspecto de importancia central para el dramaturgo cinematográfico y en particular para el dialoguista: la dimensión de los actos de habla en términos de la acción dramática, al descubrir para el escritor los diferentes sentidos en que el acto de habla es acción. Lozano resume claramente la referida tricotomía analítica

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proveniente de Austin: A la luz de la hipótesis "hablar es hacer", el uso del lenguaje consiste en una actividad que incluye: el acto de decir algo, el que tiene lugar al decir algo y el que acaece por decir algo. Austin los denomina respectivamente acto locucionario, ilocucionario, y perlocucionario, aun cuando no constituyen propiamente actos distintos, sino tres subactividades analíticamente discernibles en cada ejecución lingüística o acto de habla. Colocados en este punto, podemos distinguir en el personaje −y sobre todo en el personaje que habla, en esa instancia constitutiva del personaje que es el parlamento− diferentes niveles de su hacer lingüístico. Lo más común es que el escritor −e incluso el manualista− ponga el acento en el nivel locucionario y se preocupe del decir del personaje, del "contenido" de ese decir. Pero una visión más profunda nos lleva a postular como esenciales los dos niveles restantes, destacando por ejemplo, los enunciados ilocutorios, aquellos, cuya "función primera e inmediata consiste en modificar a los interlocutores", (Ver Ducrot y Todorov). Repensados de esta manera, los parlamentos (y los diálogos) participan de la acción de una manera distinta según prioricen uno u otro nivel: pueden ser portadores de información unidimensional o, simultáneamente, remitir a diversos niveles de la acción(39) (y de la información)(40). Ahora bien, ¿cuáles son los problemas generales en relación a los

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cuales la disponibilidad de una definición rigurosa de la acción puede jugar un papel esclarecedor, aún en lo operativo, es decir, en la escritura guionística? Una serie de preguntas naturales rondan el diseño de la acción:− ¿Como se identifica una acción dramática? ¿Cómo se dispone la acción en la estructura general de los acontecimientos? ¿Como progresa o se detiene? ¿Cómo se logra su gradación? ¿Qué caracteriza la acción importante, cómo se "mide" su intensidad? ¿Que diferencia dos acciones en la misma estructura dramática? La aproximación greimasiana comporta de por sí la virtud de una definición operacional: hay acción cuando hay intercambio de objetos, cuando el estado de un sujeto cambia. A la pregunta "¿Qué pasa?" se le podrá responder siempre afirmativa o negativamente. Por otra parte, para intentar respuestas (parciales) a las restantes preguntas, hay que recurrir primeramente a una distinción debida a Moles entre la llamada importancia intrínseca de una acción −referida a la secuencia de acciones posteriores a dicha acción dentro de la historia contada− e importancia extrínseca, aquella que es adjudicada por el espectador a la acción en sí. Retomemos el comentario ya citado de H. Lawson, dentro de un nuevo contexto: La acción es una especie de actividad, una forma de movimiento en general. La efectividad de la acción no depende de lo que hace la gente, sino del significado de lo que hace. Si entendemos por efectividad la importancia intrínseca de la acción, lo que esto significa es que cada acción define su

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significado en relación la acción−base, esta última interpretada en el sentido que le da el mismo Howard Lawson. En términos de nuestra definición, una acción−base del tipo: F (S1) −−−−> [ (S v O)−−−−−−−−>(S ^ O) ] presupone su descomposición en una secuencia de acciones se− cundarias que se gradúan y definen relación a esta acción principal(41). Una caracterización plausible de las acciones que constituyen una tal secuencia es la proporcionada por Moles(42). Cada uno de los actos mínimos (actomas) que constituyen una secuencia, queda caracterizado por: a) Su importancia relativa [extrínseca o intrínseca]... b) Su grado de implicación, medida de cero a uno, es decir, la estimación subjetiva del grado de causalidad. c) Su valor como acontecimiento o valor de imprevisibilidad para el observador o el lector (tasa de sorpresa de lo inesperado). d) Su complejidad, es decir, la medida de su entropía en relación con los actomas más simples, en el nivel inmediatamente inferior de la observación. e) Su tasa de riesgo, ligada a la atención emocional que provoca en el actor o en el espectador. f) Sus estrategias alternativas o posibilidades de reemplazo de un actoma particular por otro que desemboque en el mismo resultado. g) El portador de la acción (actante), que impone las condiciones de sujeción a los actos: que estos sean sucesivos, que sean conjuntos si ocurren en el mismo lugar, y que sean desunidos

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[disjuntos] si tienen lugar en sitios diferentes, por los de− talles t=x/v, siendo x la distancia y v la velocidad máxima de traslado de un lugar a otro. h) La duración de la acción en unidades compatibles con el conjunto. i) El lugar geográfico donde tiene lugar (líneas del universo). Un análisis de los aspectos anteriores a la luz de las consideraciones que se vienen analizando, arroja: a) La importancia relativa intrínseca se mide en relación a la acción−base. Vale decir, cada acción que integra la armazón narrativa cobra sentido respecto a la acción fundamental, aquella que pone en juego el objeto principal en disjunción (caso más frecuente) o conjunción con el sujeto principal (el héroe). Puede pensarse entonces la acción base como descompuesta en actomas −haciendo nuestra la terminología de Moles− que componen la acción principal y, por tanto, al objeto principal como aproximable mediante una cierta sucesión de objetos que llamaríamos componentes (objetos modales). Formalmente, tal consideración estaría comprendida dentro de lo que Greimas y Courtés llaman un programa narrativo complejo(43) −relativo a la acción principal− el cual está constituido por programas de uso respecto de los cuales dicho programa se denomina programa de base. Más allá de la terminología escogida, lo que resulta valioso desde el punto de vista de la escritura es que la determinación de la importancia relativa intrínseca de cada acción, podría hacerse manifiesta a través del análisis de la

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medida en que cada objeto componente (cada transformación de un programa de uso) colabora en la realización de la acción principal (es decir, en el cumplimiento del programa de base). "¿Qué requisitos debe cumplir el personaje para el logro de su objetivo?", es la pregunta que conduce a la descomposición de la acción principal en actomas. "¿Cuánto acerca una acción dada sujeto y objeto principal?", es la pregunta que, a nivel de la acción particular (el actoma), remite a su importancia. b) La medida del grado de implicación es una prueba frecuente a la que se somete la escritura dramática y actúa sobre lo que, siguiendo a Barthes, denominamos núcleos del relato. El procedimiento consiste en la remoción de una unidad con el fin de determinar los efectos sobre las unidades subsiguientes (¿Qué pasaría si tal personaje no hubiera hecho tal cosa?). En un relato de acción, donde la supremacía de los núcleos sobre las unidades indiciales debe ser manifiesta, el escritor procede a determinar la densidad de la acción, es decir, el número de unidades nucleares por cada tantas unidades de su segmentación (por ejemplo, una escena de acción por cada cinco escenas o tres escenas de acción por cada cinco escenas). Este procedimiento permite, entre otras cosas, identificar las "lagunas" innecesarias, los puntos muertos que detienen el curso natural de la acción dramática. c) El valor de imprevisibilidad está ligado al recurso − mencionado al revisar algunos manualistas norteamericanos (ver capítulo dedicado a los modelos de construcción− del revés. La

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acción debe avanzar la historia pero por una vía plena de originalidad que eluda las previsiones y suposiciones del espectador. El escritor −como en el comentario de Swain− diseña todas las alternativas esperadas y escoge una nueva que, con el mismo efecto neto, se salga de lo previsto. En particular, en el revés, el cambio hacia un "nuevo sistema de valores" para el conflicto equivale a la imposición de un nuevo programa narrativo (Indiana Jones tiene en sus manos el tesoro buscado, pero ahora el puente por el que transita cede bajo sus pies). La pregunta en estos casos entonces es: ¿Qué nueva situación impensada se introduce con cada ganancia parcial del personaje? La mejor res− puesta es que la mejor situación es una que cumpla a la vez con los requisitos de ser verosímil y poco probable. d) Una acción compleja será aquella que se descomponga en una multiplicidad de actomas. La gradación en las acciones también podrá comprender un crecimiento en términos de la complejidad, dejándose para la crisis una acción de complejidad considerable. e) Ninguna acción dramática debe estar asegurada de antemano, la probabilidad de que el sujeto involucrado en la acción alcance su objetivo (es decir, su junción con el objeto) debe ser, en general, media o baja. Eso no es más que una manera de decir que cada acción debe ser diseñada de tal forma que cree una dosis de suspenso. El escritor crea obstáculos que se oponen a la junción y que disminuyen la probabilidad del final esperado para la unidad considerada. Globalmente, también, reparte el riesgo entre las diferentes unidades, cuidando matizar sus efectos con

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el espectador(44), buscando la manipulación de sus emociones básicas. f) La búsqueda de alternativas para cada acción constituye el derrotero obligatorio de un escritor en casi todo momento de su escritura: enfrentado al paradigma cambiante que le impone el texto en cada una de sus encrucijadas y a las exigencias de su imaginación, evalúa constantemente sus propias propuestas. El procedimiento más efectivo sería quizás el que recomiende la consideración del mayor número de posibilidades (aun de las más descabelladas) y la evaluación de estas alternativas a la luz de los requerimientos, tanto intrínsecos como extrínsecos, que se imponen al lugar vacío que con la acción se intenta llenar. g) Acción y personaje están ligados hasta el punto que cualquier diseño de acciones que resulte impropio del personaje provoca en el texto un efecto de intervención exterior, de deus ex machina actuando caprichosamente según sus propias necesidades. Así como el personaje nace de sus carencias esenciales y es, en cierto modo, acción potencial(45) (acción que se manifiesta en las circunstancias apropiadas), la acción debe ser evaluada a la luz del personaje construido. La acción revela al personaje cuando proviene de lo que hemos internalizado como su necesidad más íntima. h) El problema de la distribución de las acciones en el tiempo se hace patente sobre todo en los filmes en los que predomina la acción exterior (persecuciones, enredos, etc). En este caso el diseño de las coincidencias espaciales, de los equívocos y las

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apariciones inoportunas requiere de un cuidadoso cálculo de las posibilidades de desplazamiento del personaje (no puede encontrarse en dos sitios a la vez, requiere de cierto tiempo para desplazarse de un lugar a otro, etc). El olvido de tales consideraciones acarrea en ciertos casos una ubicuidad contraria a la verosimilitud. h) La duración de la acción − como cada uno de los aspectos anteriores− debe estar medida en términos del conjunto. Pero es sobre todo en relación a su propia temporalidad que la acción corre sus mayores riesgos: el timing, el tempo casi musical que requiere la acción obliga al escritor a suprimir las divagaciones y las extensiones ociosas. Cada acción tiene su ciclo de agotamiento, la manera de conducir su propia extinción. i) En el guión, la consideración del lugar geográfico es delicada materia de discurso: el ambiente− el contexto icónico− podría decirse, condiciona la lectura de manera definitiva: en el cine todo sucede en un lugar espectacular, es decir, propio de un espectáculo. ¿Dónde situar la acción diseñada? Una amplia evaluación de los elementos del paradigma conducirá a la opción adecuada. Una última consideración en cuanto a la acción es la referida a lo que se ha llamado el uso del detalle significativo(46). Como hemos dicho, cada personaje es un sentido acción potencial, acción que no se desencadena debido a las circunstancias. Es el detalle imprevisto −pero significativo y pertinente, capaz de catalizar el comienzo de una acción− el que

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aparece signa de verosimilitud su desencadenamiento. En este aspecto, claro está, también la originalidad es un requisito de primera línea, al detalle previsible (el choque inesperado de la pareja de futuros amantes, la caída nerviosa del botín oculto) se opone la invención (el viento que revela el rostro codiciado en Rashomon, la primera debilidad los invitados en El Angel Exterminador). Construir la acción dramática y evaluar objetivamente su construcción, son dos caras obligatorias de la escritura. Mientras más amplio sea el panorama de su visión analítica, más ricas serán las opciones del escritor en su búsqueda de la solución óptima para el guión cinematográfico. Triángulos y conflictos TRIANGULOS Y CONFLICTOS. El de conflicto es un concepto que los manualistas del guión cinematográfico han tratado con precisión definitiva. Dice Dwight Swain: Conflict [is] the interplay between forces seeking to attain mutually incompatible goals(47). Y agrega Syd Field: ...the basis of all drama is conflict; once you can define the need of your character, that is, find out what he wants to achieve during the screenplay, what his goal is, you can create obstacles to that need. This generates conflict...(48) Lajos Egri lo formula a su manera:

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No dialogue, even the cleverest, can move a play if it does not further the conflict. Only conflict can generate more conflict, and the first conflict comes from a conscious will to achieve a goal which was determined by the premise of the play(49). Para Eugene Vale "un relato sin lucha nunca puede ser dramático" y esta lucha "es una lucha para eliminar la alteración.", es el "resultado de la intención y la dificultad". Vale distingue cuatro estadios en el progreso de la acción hacia el conflicto: El estadio inalterado, la alteración o perturbación, la lucha y el ajuste. Vale analiza con detalle la naturaleza de la dificultad dramática postulando tres tipos esenciales: el obstáculo, la complicación y la contra−intención. "El obstáculo es una dificultad de naturaleza circunstancial" y "la complicación de naturaleza accidental". La contra−intención, definida como la intención de un personaje de evitar el cumplimiento de la intención de otro personaje, es considerada por Vale como la dificultad dramática más efectiva. Vale abunda en la evolución de la lucha entre intención y contra−intención, de una manera muy clara: ... la lucha es una pelea entre fuerzas que se oponen, ya sean ataque y resistencia o ataque y contraataque. Cualquier pelea entre fuerzas que se oponen debe terminar en victoria a menos que se interrumpa o que termine en un empate. Tal interrupción no está permitida

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en el relato dramático. La victoria y la derrota son idénticas al cumplimiento de la frustración de la intención, respectivamente. La decisión final se emite en el clímax... (50) Pero para los manualistas, la intención puesta en juego en el conflicto −que es necesariamente la intención del héroe o protagonista, si se trata del conflicto principal− es una intención consciente, un acto de voluntad. Dice Brunetière (citado por Howard Lawson) Lo que pedimos [...] es el espectáculo de la voluntad que lucha por alcanzar un objetivo, consciente de los medios que emplea [...] el drama es la representación de la voluntad del hombre en conflicto con los poderes misteriosos o las fuerzas naturales que nos limitan y empequeñecen; es uno de nosotros, arrojado vivo sobre la escena para luchar contra la fatalidad, contra las leyes sociales, contra la otros hombres, contra sí mismo y, si es necesario, contra las ambiciones, los intereses, los prejuicios, la locura y la malevolencia de quienes nos rodean Howard Lawson, al suscribir la idea, agrega: Shakespeare vio la lucha entre el hombre y su conciencia (que es, en esencia, una lucha entre el hombre y las necesidades del medio, no sólo como una lucha entre el bien y el mal, sino como un conflicto de la voluntad donde la tendencia a actuar se equilibra con la tendencia a huir de la acción. Vemos entonces que a la clara definición del conflicto dramático

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se superpone una consideración restrictiva que lo pretende categorizar como una oposición entre voluntad consciente y sus obstáculos correspondientes. Pero tal oposición obviamente puede extenderse hasta configuraciones que, conservando la estructura, no nieguen la oposición de fuerzas dramáticas cualesquiera, fuerzas que, en particular, pueden generarse desde el inconsciente (al menos una de ellas, como suele suceder). El conflicto entonces es el modo de ser de la acción en el drama y por tanto, su presencia es absolutamente obligatoria en el film narrativo. ¿Cómo se inserta dentro de la estructura dramática general? Hemos visto que el conflicto aparece como el producto de un desequilibrio de una estabilidad primigenia. En la dramaturgia clásica este desequilibrio tiene lugar en el error (la hamartia de Aristóteles) que, cometido por el héroe, lo hace caer en desgracia. Dice Torok: La grande faute, cést l'hamartia qui, observe Corneille, peut signifier en grec tantôt erreur, tantôt faute; c'est une pure malchance, ou bien una faute morale, ou quelque chose entre les deux. Elle est le pivot d'un renversement de grande amplitude qui conduit du bonheur au malheur un homme qui, n'etant pas méchant, ne mérite pas son sort. [...] Ce renversemente suscite l'inquietude chez le spectateur, c'est−à−dire, au sens propre, détruit le repos, le sentiment d'attente confortable dans le quel le tenait le prologue, et le plonge dans l'agitation(51). El desequilibrio que motoriza la acción y que por lo general se ubica en los comienzos del film, se problematiza y complica en

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forma creciente hasta un punto de máxima tensión y se resuelve por el triunfo de una de las fuerzas que lo integran. En ese itinerario, el conflicto sufre modificaciones cuantitativas (por incremento de la tensión, es decir, por el aumento de la magnitud de las fuerzas en pugna) y cualitativas(52). La modificación cualitativa del conflicto ha sido una preocupación primordial de la manualística norteamericana. James Boyle la denomina reversal (revés) o shifting point, término que designa el "desplazamiento de las tensiones crecientes hacia un sistema de valores diferentes" y Syd Field construye su paradigma (un modelo estructural estándard para la construcción guionística) sobre la base del llamado plot point, un punto de giro de la acción que cambia su sentido, "an incident, or event, that hooks into the story and spins it around into another direction"(53), o en otros palabras, una circunstancia que cambia los términos del conflicto. La antedicha evolución explica claramente que el conflicto es un elemento estructurador que secciona el film en lo que clásicamente se conoce como la exposición, el nudo y el de− senlace o bien como la crisis, el clímax y la resolución. Dado que el conflicto se constituye por la agregación de conflictos menores, es natural que esta disposición ternaria pueda ser encontrada en diferentes niveles de descripción (a nivel del film completo, de la secuencia o de la parte, de la escena, etc.(54)). El estudio detallado del conflicto conduce a la consideración de

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cómo se jerarquizan varios conflictos dentro de una misma estructura. En este sentido, pueden adelantarse dos observaciones. Por una parte, la estructuración de un conflicto principal(55), soporte de la acción principal (regularmente acción del héroe) no invalida la posibilidad de que se construyan otros conflictos independientes que den lugar a líneas narrativas secundarias(56). El cine narrativo (y en particular, el cine narrativo norteamericano) tiende en general a manejar varios conflictos paralelamente, aún cuando es usual que las líneas secundarias sean desarrolladas muy débilmente. En segundo lugar, un mismo conflicto puede acumular, por decirlo así, varios niveles de enfrentamiento que particularizan una oposición genérica: Los hermanos que combaten en ejércitos enemigos (primera oposición), que se enfrentan personalmente (segunda oposición) y que generan en el interior de uno de ellos un conflicto de conciencia (tercera oposición). Por último, es necesario considerar, aunque sea a grosso modo, las relaciones entre conflicto externo y conflicto interno. Aunque los manuales no hacen referencia explícita a esta distinción, parece claro que el conflicto trabajado por excelencia es el conflicto externo, esencialmente, aquel que está dado por el enfrentamiento entre la voluntad de un individuo y otra voluntad individual o social (ver supra). No obstante, se colige de algunas de las discusiones, que muchos conflictos externos se traducen o tienen su correlato en el interior del héroe en forma de conflicto interno. No es otra cosa la que

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afirma Swain cuando pide del personaje, con el nombre de potencial de clímax, la capacidad de manejar dos emociones contradictorias. FORMALIZACIONES PARA EL CONFLICTO Enunciaremos de entrada aquello que nos resulta central en la formulación del conflicto: su aspecto triangular. Todo conflicto puede reducirse a un conflicto triangular en uno de cuyos vértices se sitúa el sujeto conflictuado. Greimas y Courtés dirían que, en cada conflicto, a cada programa narrativo (y en particular el del protagonista) se opone un anti−programa narrativo (el del oponente o antagonista). Un objeto valor se disputa entre dos sujetos con junciones contrarias (S1 no tiene lo que tiene S2 o viceversa). Cuando S1 y S2 no coinciden en el mismo personaje, se tiene un conflicto externo, cuando repre− sentan modalidades actanciales propias de un mismo personaje (de un mismo actor, nos encontramos con un conflicto interno. Por tanto, en cada conflicto: − Un objeto se disputa entre dos sujetos. − El estado conjunto S1 ^ O y el estado conjunto S2 ^ O son excluyentes (no se pueden dar simultáneamente). − Tal oposición puede interpretarse como la pertenencia a un triángulo en el que el personaje se debate entre los términos en riesgo: la conjunción o la disjunción con el objeto. − Los conflictos externos son "vividos" por el personaje en términos de "toma de partido" por uno de los estados en disputa ("búsqueda" de la conjunción, "defensa" de la disjunción). Los

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conflictos internos son "vividos" por el personaje como verdaderos triángulos amorosos, en los cuales el personaje constituye el territorio común de dos sujetos en pugna (corrientemente, sujeto del deseo y sujeto de la ley). − El personaje podría pensarse como ocupando una posición vacía entre los dos términos en conflicto(57), susceptible de aproximarse a los otros dos vértices del triángulo, situación que podría representarse por: S^OSvO ......... .. .. .. . S − Los triángulos no se dan de manera aislada, sino que el espacio narrativo está a menudo configurado por una verdadera retícula de tales triángulos que se complementan y comparten sus vértices. Algunas formalizaciones en ciencias sociales son próximas a las enunciadas. Por ejemplo: − Es clara la vinculación de esta interpretación del conflicto interno con las ideas freudianas y postfreudianas que sitúan en el complejo de Edipo la primera relación triangular que vive el hombre y que formulan para tal relación el carácter de matriz primaria según la cual el hombre vivirá sus sucesivas identificaciones e ingresará en sus posteriores conflictos.

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− Algunos trabajos sobre terapia de familia −los de Virginia Satir, Salvador Minuchin y, bajo otro punto de vista, Cooper − utilizan las configuraciones triádicas en su explicación de la dinámica de la conflictiva familiar. En particular el triángulo de Karpmann, proveniente del análisis transaccional, parece un instrumento adecuado para describir típicas situaciones conflictivas con intercambio de roles temáticos entre un perseguidor, una víctima y un salvador(58). − De un modo más general, en un contexto que toca el estudio de organizaciones, empresariales, humanas y literarias, los trabajos de Caplow valorizan el análisis de las interacciones y las coaliciones en las tríadas. Las estrategias de escritura debe asegurar, para cada personaje en conflicto, la pertenencia (por lo menos) a una situación triangular, así como la evolución dramática de tales triángulos. El escritor, muy tempranamente, escogerá las situaciones triangulares a ser desarrolladas por cada personaje, diseñará sus posibles complicaciones y su devenimiento en otros triángulos y la resolución final que tiene como resultado la rotura de la situación triangular, es decir el cese del conflicto. LEYES Y CAPRICHOS LEYES Y CAPRICHOS Para poder inventar libremente hay que ponerse límites. Umberto Eco. Apostillas a El Nombre de la Rosa. Una revisión de algunos manuales clásicos de escritura guionística revela la aplicación de ciertas reglas cuya aparición

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generalizada le confiere una categoría de preceptos para la "buena escritura" del guión. No está demás recalcar el carácter relativo y, sobre todo, lábil, que presenta la aplicación de tales reglas, las cuales, sólo por comodidad llamaremos leyes. En el análisis que hagamos de cada una de ellas podrá notarse este carácter restringido de su aplicabilidad, el uso determinado por condicionantes históricos, ideológicos o sociales y, lo que es más importante, su propia naturaleza relativa a cada obra artística. Adoptaremos la distinción entre historia y discurso introducida por Tzvetan Todorov y desarrollada por Gérard Genette según la cual la historia consiste en el significado o contenido narrativo de una narración y el discurso (o relato) es el significante, enunciado, discurso o texto narrativo en sí. (En términos menos formales, historia es lo que se narra, discurso, cómo se narra lo que se narra). Nos alejamos así de otra acepción de estos dos términos que proviene de Benveniste y que ha sido adoptada por muchos teóricos preocupados por el problema de la enunciación cinematográfica, entre ellos Gianfranco Bettetini(59). LEYES QUE ACTUAN A NIVEL DE LA HISTORIA LA COHERENCIA La idea de coherencia, tal y como es postulada por autores como Pavis, esto es, como "la armonía y no−contradicción entre elementos de un conjunto", contiene dentro de sí dos significaciones que hemos diferenciado. En primer término,

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remite a la idea de homogeneidad de las estructuras (narrativa, temática, estilística, etc.), aspecto al que designaremos propiamente con el término de coherencia. En segundo lugar el carácter de no−contradicción envía al sistema de supuestos que gobiernan un relato, es decir, a lo que Todorov llama la lógica de las acciones y hemos preferido, en el momento de referirnos a ella, hablar de consistencia. Dejaremos este segundo aspecto para más adelante. La coherencia dramática, en el sentido que nos ocupa, es claramente formulada por Pavis: La dramaturgia clásica ... se caracteriza por una gran unidad y homogeneidad tanto en los materiales que utiliza como en su composición. La fábula forma un todo lógico y orgánicamente articulado en partes constituyentes de la acción .... El personaje asume y representa en su conciencia unificada las contradicciones de la obra, coincide perfectamente con el conflicto ... La obra dramática se asemeja a una transposición mimética de la realidad y facilita el paso de una a otra. Esta coherencia es un presupuesto −tácito en algunos casos− de los manualistas y abarca aspectos como la conservación del sentido en la información (la información que se da de un personaje o de una situación mantiene su validez a través de toda la obra y sólo se modifica cuando otra información o situación redefine su veracidad), el mantenimiento del carácter del

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personaje y de su entorno, el cierre de las líneas narrativas correspondientes a cada uno de los personajes, etc. En realidad, la coherencia no sino una generalización del viejo criterio aristotélico de unidad, válido para todos los géneros miméticos: Es preciso, pues, que, a la manera como en los demás casos de reproducción por imitación, la unidad de la imitación resulta de la unidad del objeto, parecidamente en el caso de la trama o la intriga; por ser reproducción imitativa de una acción debe ser la acción una e íntegra, y los actos parciales estar unidos de un modo que cualquiera de ellos que se quite o se mude de lugar se cuartee y descomponga el todo, porque lo que puede estar o no estar en el todo, sin que en nada se eche de ver, no es parte del todo. CONSISTENCIA La consistencia asegura la preservación lógica del mundo dramático, la inviolabilidad de las leyes que lo rigen, (y, en particular, de las reglas del género al que la obra pertenece). Un relato es consistente cuando no contradice sus propios postulados, es decir, cuando no atenta contra el cuerpo de verdades relativas que le sirven de axiomas. Quizás la manera más clara de dar cuenta de tal regla consiste en observar la fragi− lidad, evidente aún para el espectador común, a la que se somete un film cuando contradice las leyes que propone. Así, la consistencia se emparenta con principios como el de la gradualidad de las transiciones (un personaje no puede cambiar

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abruptamente, por ejemplo, si esto contradice la "velocidad" con la que él se transforma dado su carácter, sus motivaciones, las condiciones de su entorno, etc.) y la verosimilitud (Ver infra) En otro nivel, la consistencia remite a reglas más profundas que subyacen el texto y que rigen el universo moral del relato, en otros términos, a la Ley en el sentido de Lacan(60). No parece ser de otra naturaleza las reglas que Todorov desentraña en su análisis de la novela Les Liaisons Dangereuses de Choderlos de Laclos: los principios morales que conforman el mundo galante del París del siglo XVIII descrito por el autor, principios que, en particular, condenan a los personajes amantes a su destrucción. La novela de Laclos (y con ella, el film de Stephen Frears) es consistente por que no contradice las normas de su mundo, porque condena a Valmont a la destrucción cuando se atreve a violar las leyes que él mismo, con su conducta, ha ayudado a sostener. VEROSIMILITUD La exigencia de respetar la verosimilitud en el drama aparece claramente estipulada por primera vez en la Poética: Es preciso en los caracteres, al igual que en la trama de las cosas, buscar siempre o lo necesario o lo verosímil, de manera que resulte o necesario o verosímil el que el personaje de tal carácter haga o diga tales o cuales cosas, y el que tras esto venga estotro. Esta exigencia no se detiene en la preferencia, sino que supera, en algunos casos, a las leyes del mundo natural:

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Es preferible imposibilidad verosímil a posibilidad increíble, y no se han de componer argumentos o tramas con partes inexplicables o inexplicadas. Los dos fragmentos resumen con claridad el tipo de exigencia que ha soportado el drama por cientos de años: el de ser regido por la posibilidad según verosimilitud, es decir, el de que la lógica que gobierna el texto dramático, descanse, fundamentalmente, en la veracidad que le confiere el lector común(61). Si en términos de la premisa, una narración dramática se equipara a la demostración de un teorema, entonces sus reglas de inferencia recurren a una lógica que no es racional, sino emocional. No es otra cosa lo que afirma de J. D. Garcia Bacca en su prólogo a la Poética: ... no interviene en la poesía el logos o razón, razonamiento... en cuanto tales, sino que tienen que ser modificados, y saber el logos no a principio de sabiduría, sino a deleite... Y agrega: ...[que] siempre que las cosas que haga o diga tal o cual persona [en el drama] interesen sentimentalmente y hablen al alma, dando origen a un entimema, y que el silogismo que se construya a partir de ciertos dichos o hechos para llegar verosímil o necesariamente a otros dichos o hechos, sean silogismos entimemáticos (62). Recíprocamente, Boileau(63) sostiene que "Lo verdadero puede a veces no ser verosímil." Tomashevski, llamando motivaciones a

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las reglas de causalidad que gobiernan el universo ficcional de una obra, utiliza esta observación para distinguir entre motivación realista− aquella que remite a las probabilidades de ocurrencia de un hecho en el mundo real− y motivación estética, causalidad que surge desde el interior del texto y que, según él, constituye el elemento variante que emerge en la transición de una escuela poética a la siguiente. Dicho entonces con palabras de Tomashevski, es "necesario que cada texto actúe de acuerdo a las restricciones que le impone la estética a que pertenece" (64). Una última palabra:. cada texto fílmico, aún el más con− vencional, busca un compromiso entre la previsibilidad que le impone la verosimilitud y la imprevisibilidad que requiere en términos de la captación del interés del espectador (de allí, por ejemplo, los consejos respecto a la imprevisibilidad de el manualista Swain) o, dicho en la terminología de la teoría de la comunicación, entre la redundancia y la originalidad de sus mensajes. No es otra cosa la que le preocupa a Eugene Vale cuando analiza los efectos del film sobre el espectador, y, en particular, sus posibilidades de anticipación respecto a los sucesos del relato(65). LEYES QUE AFECTAN EL PERSONAJE AUTONOMIA El vocablo autonomía engloba una serie de exigencias parciales que convergen en la demanda, para el personaje, de un efecto de existencia que se manifiesta en la caracterización, en sus

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acciones, y, sobre todo, en los diálogos. El personaje cobra vida en la medida de que aparece dentro de la diégesis como motor de sus propias decisiones y como artífice de sus propios parlamentos(66). Varias son las vertientes que se alimentan de esta regla general: − El diálogo aparece como el producto de una operación "interna" del personaje, de un tamizado que regula su interioridad y, que la más de las veces, oculta, más que muestra, sus verdaderas intenciones. De allí las metáforas que presentan al parlamento cinematográfico como "iceberg" que tan sólo revela parte de la intención del personaje y el valor altamente connotativo del diálogo cinematográfico en general. Además, el diálogo es vehículo de un hacer "personal" del personaje, es decir, constituye su modo particular de actuar hacia los objetivos específicos que lo mueven. − Tanto el diálogo como las acciones son gobernadas, en su decurso, por una "línea de pensamiento" que se adjudica al personaje y no al autor. Precisamente, la violación de esta regla desemboca en la construcción de personajes que "telegrafían" las soluciones autorales, que parafrasean monocordemente el dialogismo del creador y que aparecen como títeres claramente conducidos por una mano externa. − También el gesto, soporte supremo de la emoción(67) , es portador de esa autonomía que diferencia al personaje y, aunque en el guión sólo aparece esbozado, constituye una guía segura de que su interioridad no se diluye en las palabras.

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− Por último, a nivel de la ideología, la autonomía del personaje demanda una orquestada repartición de roles temáticos que deshomogeniza la postura ideológica de los personajes, evitando el panfleto y, sobre todo, el enmascaramiento de una voluntad que utilice los personajes con un puro utilitarismo persuasivo. CONSISTENCIA Hablar de la consistencia del personaje es repetir lo que se ha dicho respecto a la estructura, haciendo el énfasis en la preservación de personaje como elemento cuyos rasgos, un vez dados, se conservan válidos para el resto del film. Tal previsión obliga a que las modificaciones del personaje respeten el principio de no−contradicción. En este aspecto, el equilibrio dinámico entre acción y personaje, entre hacer y ser, juega un papel preponderante. En otros términos, el personaje mantiene su consistencia en medio de una constante tensión entre la fuerza centrípeta de su ser y las demandas de la acción. Una excesiva polarización conduce al estatismo, en el primer caso, y a la inconsistencia del personaje en el segundo. Vale en su estudio de la caracterización, introduce dos términos que resultan valiosos para la consideración de la consistencia: característica y emoción. El primero alude a una cualidad entendida como constituyente del personaje, la segunda, describe una situación afectiva pasajera: Hacer una afirmación amarga puede ser incidental, pero si una persona hace continuamente afirmaciones amargas

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será porque así es su carácter. [...] La actitud permanente distingue la característica del humor pasajero. Entonces la constancia es un atributo esencial del carácter. [...] una vez que se ha establecido una característica estamos forzados a creer en su existencia continua. Es claro que la consistencia, por otra parte, remite al problema de la modificación de los personajes y en este sentido, un buen equilibrio dramático supone la posibilidad de que las transformaciones se operen con un mínimo suficiente de imprevisibilidad que, sin embargo, respete la consistencia de los personajes. CRECIMIENTO Para Lajos Egri, el llamado crecimiento del personaje constituye una condición indispensable del buen drama: ...characters move relentsly from one state of mind to another; they are forced to change, grow, develop...(68) Ese crecimiento gradual, que evita las transiciones bruscas o injustificadas en el personaje, tiene su origen en el conflicto: The contradictions within a man and the contradictions around him create a decision and a conflict. These in turn force him into a new decision and a new conflict (69)¨ Un ejemplo de esta gradualidad que lleva al personaje de un extremo al otro, y por ende, de un universo de acciones al

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universo opuesto, es el que proporciona Egri: Amistad −−> desencanto −−> disgusto −−> irrita− ción −−> rabia−−> agresión−−> amenaza −−> preme− ditación −−> asesinato Conviene señalar que las etiquetas del ejemplo describen indistintamente tipos de vinculación (amistad), emociones (rabia), sentimientos (disgusto, irritación) y acciones con− sumadas (agresión, amenaza, asesinato). Esta imprecisión podrá ser subsanada al recoger de Greimas la formulación de la acción en términos de relaciones sujeto−objeto. (Ver capítulo: Hacer y ver Hacer: Escritura y análisis de la acción.) Los autores norteamericanos, aunque sin preocuparse del detalle, también hablan de la modificación del personaje como de un elemento de primera importancia. Swain la contempla como un aspecto central en el diseño del personaje, asociándola con la posesión de secretos (el personaje sería modificado, en ciertos casos, por el descubrimiento o la revelación de ese secreto). Tanto este autor, como James Boyle y Syd Field hablan del cambio confinándolo al reino de los personajes protagónicos. Los personajes secundarios, y sobre todo el antagonista, son personajes que no cambian, o cambian muy poco (70). Cucca sitúa la modificación del personaje dentro de un ciclo apuntalado por los estados de la condición, aspiración y la realización del personaje. Nuevamente nos situamos bajo un punto de vista de la modificación del personaje que toma en cuenta su voluntad consciente como instrumento de modificación. Este sesgo,

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típico de una filmografía que prioriza la acción exterior y por ende, la relación consciente con el medio, es precisamente el compartido por los manualistas norteamericanos. Curiosamente, es Lawson un socialista (y norteamericano) quien los expresa más explicitamente: El significado de las situaciones se encuentra en el grado y clase de voluntad consciente ejercida, y en cómo ésta funciona; la crisis, la explosión dramática, se crea mediante una ruptura entre el objetivo y el resultado; en otra palabras, mediante un cambio de equilibrio entre la fuerza de la voluntad y la fuerza del cambio social. Una crisis es el punto en el cual el balance de fuerzas es tan tenso que a veces se quiebra, y causa así una nueva alineación de fuerzas, un nuevo esquema de relaciones. Por último, cabe citar el inventario, parcialmente aristotélico, que lleva a cabo Chion, al enumerar los elementos que modifican al personaje o, con el nombre que lleva el capítulo de su libro, Qu'est ce qui fait courir les personnages (et marcher les spectateurs)? Estos elementos son: el terror, la conmiseración, el cambio de fortuna (la metabasis aristotélica), los ya mencionados reconocimiento y peripecia (o "coup de thèâtre"(71) ), el malentendido o quiproquo, la deuda (de dinero, de un servicio recibido, de la vida), la condición social, los valores morales, las perturbaciones, las dificultades, la voluntad, la presencia de un antagonista o de un objeto de extremado valor como el llamado "Mac Guffin"(72). Toda esta agotadora enumeración tiene sin duda el valor de

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recoger procedimientos de reconocida universalidad, pero peca, en su particularismo, de mostrarnos un universo fracturado en el cual, la característica esencial del mecanismo de modificación del personaje, aparece diluida. El crecimiento del personaje resulta crucial para la estructura dramática y, por tanto, aparece reiteradamente en los manuales. Resta decir que tal regla de construcción, consecuencia de una concepción que sostiene que sin acción no hay drama, constituye probablemente el más sólido legado aristotélico. Sometido entonces el personaje a los designios de la acción, está condenado a crecer o a desaparecer en el decorado. ORQUESTACION O CONTRASTE La orquestación es una regla que recomienda la mayor diversidad y contraste en el diseño de los personajes. En principio, podrían señalarse para ella dos motivaciones de diferente nivel. Por un lado, la orquestación atiende a un problema de composición(73): se requiere que los personajes conformen un todo que disponga sus diferencias y sus semejanzas de manera armónica (armonía que depende, por supuesto, de la escogencia de una visión estética, de una "poética" como se suele decir), de manera similar como en la composición pictórica se disponen los colores, las texturas y las masas, o en la composición musical se orquestan (y de allí el uso del término) el color de las diferentes voces, las intensidades y los timbres. Así, los diferentes personajes podrán constituir un todo orquestado y bello (bello, repetimos, para una particular visión de la belleza) en donde acciones y

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caracterizaciones conformen una estructura de contrapunto, mas que monódica. El otro nivel al que alude la orquestación es el de las acciones y, en él, la situación se reduce al problema de la economía de los roles. La regla de orquestación apunta a la supresión de las duplicaciones de tales papeles, así, habrá un sólo protagonista o un sólo avaro, se evitará la repetición del personaje chistoso o depresivo o lo que fuere. Al obrar así, la orquestación evita la redundancia paradigmática(74), facilita las oposiciones y por tanto, propicia los conflictos y propulsa la acción(75). FUERZA DE VOLUNTAD La fuerza de la voluntad es un requerimiento soportado por el héroe o protagonista y constituye una garantía para el mantenimiento de la acción. Significa que el personaje principal adquiere dentro de la historia el compromiso irrenunciable de alcanzar su objetivo. De la intensidad de ese compromiso depende la magnitud del conflicto, al enfrentarse las acciones determinadas por esa voluntad, con los obstáculos dramáticos que impedirán su alcance. Ya hemos comentado el papel que asigna Lawson a esta fuerza de voluntad, considerándola como actividad medular en la conformación del drama. Lajos Egri también sustenta una postura similar: A weak character cannot carry the burden of protracted conflict in a play. He cannot support a play. We are forced, then, to discard such a character as a

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protagonist(76). Dicho a la manera de Swain, se requiere que todo personaje principal posea un potencial de clímax de suficiente intensidad como para arribar al final del film. Restaría acotar que la introducción de una temática psicológica que aborde la problemática del inconsciente, pone en duda el alcance de esta regla que reduce las intenciones esenciales de los protagonistas al reino de lo consciente(77). Baste citar a manera de ejemplo, el caso de filmes como Looking for Mr. Goodbar de Richard Brooks o Sex, Lies and Videotape de Soderbergh, en los que la búsqueda compulsiva de cierto tipo de actividad sexual por parte de la protagonista constituye la fuerza de primera magnitud que motoriza la acción. Esta "búsqueda de un goce sexual para huir del amor" como comenta Lander tiene muy poco de acto voluntario y sí bastante de impulso indoblegable impuesto por un deseo inconsciente(78). CARACTERIZACION La caracterización, vista como ley, es una operación que obliga al escritor a la construcción textual de los personajes, vale decir, a la puesta en práctica de ciertos dispositivos de su discurso que tengan como resultado el nacimiento de un personaje. Ciertos aspectos de esta construcción ya han sido mencionados. En resumen: − El personaje queda construido en el texto, en primer término, por sus acciones. Esta tendencia, heredera de la poética clásica, prevalece en los manualistas.

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− Secundariamente, el personaje es construido a través de sus diálogos, bien porque el uso performativo configure al acto de habla como un a modalidad de la acción(79), bien porque semánticamente el diálogo sea portador de informaciones que aludan al personaje o porque su enunciación, paralingüísticamente, revele aspectos incidentales del personaje enunciador (como las emociones) o constitutivas del mismo (a través de usos idiolectales, sociolectales, etc.). − Adicionalmente, la caracterización de un personaje se logra a través de las acciones y de los diálogos de los otros personajes. En particular, los personajes protagónicos son construidos a través de las acciones y los diálogos de los personajes secundarios, (como la heroína de la telenovela por los chismes de la servidumbre). LEYES DE LA ACCION UNIDAD Con la expresión unidad de acción se designa una de las llamadas tres unidades aristotélicas que por tanto siglos impusieron a la dramaturgia fuertes restricciones en cuando a su estructura. Dice Pavis: La acción es una (o unificada) cuando toda la materia narrativa se organiza en torno a una historia principal, cuando todas las historias anexas son referidas al tronco común de la fábula. [...] La unidad de acción es la única que los dramaturgos, al menos parcialmente, han respetado. El cine narrativo clásico se conserva relativamente fiel a este

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postulado sobre todo por una razón de tipo práctico: un film generalmente no rebasa las dos horas de duración, hecho que impide la multiplicación − y sobre todo la autonomía− de muchas líneas narrativas. Esta regla de la unidad es coherente con cuanto se ha dicho de la acción, centrada en un personaje protagónico y orientada hacia la consecución de un logro que magnetice el movimiento principal. AVANCE La "ley" de avance es quizás la más meticulosamente subrayada por los manualistas, al demandar del escritor una fase de comprobación en la que la estructura es sometida a la prueba de la progresión de la acción entre sus unidades componentes. Para Syd Field esta operación se lleva a cabo a nivel de cada uno de los tres actos que conforman su paradigma, (Ver capítulo: Un vistazo a algunos Modelos de Construcción del Guión.) para el resto de los estudiados aquí, la revisión de la progresión se ejecuta en el nivel de la scaletta. Macroscópicamente la ley significa que, de cada situación a otra (de cada unidad que conforma la scaletta o que estructura los actos) la acción debe avanzar. Dicho de otra forma, entre dos unidades consecutivas, se espera, salvo excepciones programadas, un progreso en la acción. A nivel de la escena esta regla de avance obliga a la constante modificación de los personajes y las situaciones, los personajes interactúan para modificarse y todas sus acciones tienen carácter modificatorio. La antítesis del avance es el estatismo, concepto execrados de la

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dramaturgia clásica. GRADUALIDAD DE LAS TRANCISIONES Este aspecto ya fue tocado más arriba e implica el control sobre la velocidad de los cambios que se operan en las situaciones y los personajes. Howard Lawson, en algunos de los "principios que gobierna la continuidad dramática", alude a esta gradualidad. Los más relevantes son: − La acción creciente se divide en número indeterminado de ciclos [...] − Cada ciclo es una acción y tiene la progresión característica de una acción: exposición, ascenso, choque y clímax. [...] − El aumento de la tensión cuando cada ciclo se acerca a su clímax, se logra mediante el incremento de la carga emocional; esto puede hacerse enfatizando la importancia de lo que está sucediendo, subrayando el miedo, el valor, la ira, la histeria, la esperanza. − Cuando los ciclos alcanzan la acción−base, el tempo se aumenta, los clímax subordinados son más intensos y están más estrechamente agrupados, y la acción entre los puntos culminantes se acorta. Los principios recogidos dan cuenta adicionalmente de un fenómeno de ritmo que se encuentra condicionado por las transiciones: en efecto, en muchos filmes narrativos −pero sobre todo en los filmes de aventura− la velocidad con que se modifican las situaciones es cada vez mayor (otro de los principios de Lawson) a medida que se aproximan al clímax principal.

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RESPIRACION Las situaciones de reposo, de detención en el progreso de la acción, constituyen un dispositivo destinado a contrastar el tipo de información enviado por el texto, sobre todo con miras a variar el efecto sobre el espectador. Para Chion: Les scènes de respiration y de repos ('relief' en anglais) sont considérés comme nécessaires a unu histoire bien equilibré, afin d'éviter l'affablissement du rire ou de l'émotion par saturation d'effets comiques ou dramatiques. Dans le filmes sérieux, voire tragiques, ce sont des scènes d'humour, de détente, d'intimité; et dans les films comiques au contraire, de scènes d'émotion, qui donnent aux personnages plus de intimité. (80) El reposo permite el descanso (y por tanto, la variación) al cesar, por algunos momentos, las tensiones de los conflictos en juego, "porque uno no puede sostener una tensión continua" (Lewis Herman, citado por Chion). Las llamadas situaciones interlineales de transición postuladas por Cucca se incluyen entre estas situaciones de reposo de la acción principal en las que el avance de la acción se ve sustituido o bien por la profundización en el estudio de los caracteres, o por el desarrollo de situaciones secundarias menores. MOTIVACION La dramaturgia guionística exige que las acciones no se produzcan porque sí, sino que aparezcan justificadas, motivadas

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por un complejo de hechos o situaciones que actúan como su causa: So it seems that conflict does spring from character after all, and if we wish to know the structure of conflict, we must first know character. But since character is influenced by environment, we must know that too. It might seem that conflict springs spontaneously from one single cause, but this is not true. A complexity of many reasons makes one solitary conflict(81). Egri, agrega: Action is not more important than the contributing factors which give rise to it(82). Este énfasis en la motivación realista (en el sentido en que anteriormente mencionado, aparece en todos los manuales en par− ticular en Vale, en Cucca, y en Swain. En este último, en forma de recomendación operacional que determina la construcción de las historia previa de los personajes en busca, precisamente, de las motivaciones que hacen a los personajes ser lo que son y lo que hacen. LEYES DEL CONFLICTO CONSERVACION DE LA TENSION El término tensión merece, por lo menos, dos interpretaciones. Por una parte se refiere a un aspecto cuantitativo de la manifestación de un conflicto: la tensión dramática será más fuerte en la medida en que sean mayores las fuerzas en oposición que definen dicho conflicto. Por otro lado, el término remite a

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un efecto sobre el espectador y, en este sentido, denota la ansiedad a la que éste se somete con relación al acontecer próximo futuro de la obra, ya sea por que el espectador tiene dudas del cumplimiento de la intención, conocida por él, de un personaje (y se tiene el suspenso), o porque ciertos indicios han generado en él una curiosidad de fuerza suficiente (y cuyo remate final, es en general, el de la sorpresa). En la primera de estas interpretaciones −que será la que consideraremos− el problema de la tensión se circunscribe a la historia, y su estudio es textual. En el segundo caso, apunta más bien hacia el manejo de la información, a las relaciones historia−discurso, y se vincula con un componente extra−textual (el espectador pragmático). Un conflicto entonces, nace para que la tensión que éste genera −entendiéndola en el primer sentido precisado− se mantenga hasta el final de la resolución. Esta regla obliga a la conservación y desarrollo de las fuerzas que se oponen en cada conflicto y a la frecuente redefinición de los sistemas de valores en los que se sustenta el conflicto, como en el caso del revés. LEYES DEL CONFLICTO UNIDAD DE LOS OPUESTOS La unidad de los opuestos es, según Lajos Egri, la característica diferencial del conflicto de una buena estructura dramática. Existe unidad de opuestos cuando el conflicto es tal que su resolución exige la destrucción definitiva de una de las fuerzas que lo integran: las fuerzas en conflicto están unidas para su

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aniquilamiento; no hay compromiso posible entre las partes. Egri provee algunos ejemplos de fuerzas que al enfrentarse, provocan un conflicto con unidad de los opuestos: ciencia vs. superstición religión vs. ateismo capitalismo vs. comunismo Ahora bien, lo importante de este esta regla de conservación de unidad de los opuestos consiste en que, en cada conflicto con unidad de los opuestos podemos determinar un sentido de atracción entre las fuerzas en pugna, una alianza para la destrucción. Los ejemplos señalados por Egri no representan verdaderas situaciones de unidad de los opuestos a menos que cada una de las fuerzas enfrentadas no defina su oposición en función de la existencia o la oposición contraria. Así, la ciencia, cuando se define en términos de constituirse en la antítesis de la superstición, existirá justamente para negarla, para oponerse a ella, para destruirla. E idénticamente, la religión, auto−definida como negación del ateismo (o la creencia en otro dios, de allí las guerras santas). Etcétera. Podríamos decir que en el fondo, todos los conflictos con unidad de los opuestos tienen en común un elemento de amor−odio: las fuerzas libertarias que se erigen en país invadido se definen, existen y crecen en función de su invasores y, en cierto sentido, necesitan de ellos para odiarlos, para reafirmar su patriotismo y su amor a la patria. Idénticamente, las ya citadas relaciones de simbiósis, tipifican relaciones erigidas en el centro de una

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relación doble, donde la negación del opuesto es tan importante como la necesidad que se tiene de su existencia(83). LEYES QUE ACTUAN A NIVEL DEL DISCURSO DRAMATIZACION La dramatización, tal como la entiende Chion, es una regla general que obliga la transformación de cualquier contenido para su puesta en discurso como drama. Il ne suffit pas de rapporter un événement en soi particulièrement étonnant, ou un événement réel, pour avoir une drame; il faut le dramatiser. Cést pourquoi bien des films adaptés de faits divers se laissent piéger; trop confiants dans le pouvoir dramatique des événements relatés, parce qu'ils ont réellement eu lieu, ils omettent de leur donner une logique dramatique interne(84). Para Chion las operaciones que se realizan sobre el material original con vías a su dramatización, son las siguientes: 1. Concentración. Con la finalidad de unificar la historia y de regular la información hasta límites digeribles por el espectador. 2. Emocionalización. Es decir, búsqueda de una participación emocional del espectador en el drama: el discurso dramático apelará a las posibilidades de identificación y de repulsa del espectador con la finalidad de convertirlo en espectador activo y parcializado. 3. Intensificación. Exageración de los sentimientos, de las

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situaciones vividas por los personajes y de la irrupción de los detalles significativos (podríamos agregar, de una suerte de casualidad orientada). 4. Jerarquización. De los acontecimientos que constituyen la historia previa: el drama no contará cada evento de la misma manera, sino que conferirá valor dramático adecuado a cada uno de ellos, situándolos en diferentes niveles de importancia, omitiéndolos o enfatizándolos. 5. Creación de una curva dramática. Ya no tanto referido al discurso con exclusividad, sino a la transformación global del contenido, este aspecto comprende, por una parte, la selección de los sucesos en orden ascendente de acuerdo al avance de la acción y el incremento de la tensión; por otra, la contribución a nivel del discurso de dicho avance de la acción: aceleración del tiempo, incremento en número de elípsis y recursos de montaje (entendido como operación previa del guión y no como montaje definitivo de la cinta), etc. REPETICION La repetición es, según Chion, uno de los recursos básicos de la narración, un mecanismo constructivo que permite unificar el discurso sobre la base de la redundancia. Se repiten informaciones, hechos, detalles, rasgos de los personajes, etc. En el caso de las informaciones, la repetición asegura la univocidad de lectura en el nivel básico del relato, de manera que el espectador logre configurar sus datos esenciales: objetivos de los personajes, variaciones significativas de

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información que cada uno maneja, etc. A este respecto, Vale aconseja utilizar los diferentes recursos que provee el cine para llevar a cabo la repetición (una información que provee un diálogo la repetirá la imagen, o algún trazo gráfico o alguna variante sonora). Según el autor la repetición cumple tres funciones básicas, a saber: 1. Permite, como se ha mencionado, instalar ciertos datos esenciales de manera de asegurar la eficacia del relato. 2. Como en la música −en la que la repetición juega un papel central (la idea de comparar la estructura fílmica con la musical es de Eisenstein, según cita Chion) − la reiteración contribuye a la unidad del relato. 3. Por contraste, ciertas repeticiones permiten destacar cuáles elementos cambian al manifestarse dentro del telón que ofrecen los elementos inalterados. La idea de las repeticiones en un texto narrativo se emparente con el concepto −más general− de isotopía (en este caso, de isotopía semántica), tal y como lo desarrolla Greimas y para fines de análisis semántico. Leyes y caprichos LEYES Y CAPRICHOS Para poder inventar libremente hay que ponerse límites. Umberto Eco. Apostillas a El Nombre de la Rosa.

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Una revisión de algunos manuales clásicos de escritura guionística revela la aplicación de ciertas reglas cuya aparición generalizada le confiere una categoría de preceptos para la "buena escritura" del guión. No está demás recalcar el carácter relativo y, sobre todo, lábil, que presenta la aplicación de tales reglas, las cuales, sólo por comodidad llamaremos leyes. En el análisis que hagamos de cada una de ellas podrá notarse este carácter restringido de su aplicabilidad, el uso determinado por condicionantes históricos, ideológicos o sociales y, lo que es más importante, su propia naturaleza relativa a cada obra artística. Adoptaremos la distinción entre historia y discurso introducida por Tzvetan Todorov y desarrollada por Gérard Genette según la cual la historia consiste en el significado o contenido narrativo de una narración y el discurso (o relato) es el significante, enunciado, discurso o texto narrativo en sí. (En términos menos formales, historia es lo que se narra, discurso, cómo se narra lo que se narra). Nos alejamos así de otra acepción de estos dos términos que proviene de Benveniste y que ha sido adoptada por muchos teóricos preocupados por el problema de la enunciación cinematográfica, entre ellos Gianfranco Bettetini(59). LEYES QUE ACTUAN A NIVEL DE LA HISTORIA LA COHERENCIA La idea de coherencia, tal y como es postulada por autores como Pavis, esto es, como "la armonía y no−contradicción entre

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elementos de un conjunto", contiene dentro de sí dos significaciones que hemos diferenciado. En primer término, remite a la idea de homogeneidad de las estructuras (narrativa, temática, estilística, etc.), aspecto al que designaremos propiamente con el término de coherencia. En segundo lugar el carácter de no−contradicción envía al sistema de supuestos que gobiernan un relato, es decir, a lo que Todorov llama la lógica de las acciones y hemos preferido, en el momento de referirnos a ella, hablar de consistencia. Dejaremos este segundo aspecto para más adelante. La coherencia dramática, en el sentido que nos ocupa, es claramente formulada por Pavis: La dramaturgia clásica ... se caracteriza por una gran unidad y homogeneidad tanto en los materiales que utiliza como en su composición. La fábula forma un todo lógico y orgánicamente articulado en partes constituyentes de la acción .... El personaje asume y representa en su conciencia unificada las contradicciones de la obra, coincide perfectamente con el conflicto ... La obra dramática se asemeja a una transposición mimética de la realidad y facilita el paso de una a otra. Esta coherencia es un presupuesto −tácito en algunos casos− de los manualistas y abarca aspectos como la conservación del sentido en la información (la información que se da de un personaje o de una situación mantiene su validez a través de toda

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la obra y sólo se modifica cuando otra información o situación redefine su veracidad), el mantenimiento del carácter del personaje y de su entorno, el cierre de las líneas narrativas correspondientes a cada uno de los personajes, etc. En realidad, la coherencia no sino una generalización del viejo criterio aristotélico de unidad, válido para todos los géneros miméticos: Es preciso, pues, que, a la manera como en los demás casos de reproducción por imitación, la unidad de la imitación resulta de la unidad del objeto, parecidamente en el caso de la trama o la intriga; por ser reproducción imitativa de una acción debe ser la acción una e íntegra, y los actos parciales estar unidos de un modo que cualquiera de ellos que se quite o se mude de lugar se cuartee y descomponga el todo, porque lo que puede estar o no estar en el todo, sin que en nada se eche de ver, no es parte del todo. CONSISTENCIA La consistencia asegura la preservación lógica del mundo dramático, la inviolabilidad de las leyes que lo rigen, (y, en particular, de las reglas del género al que la obra pertenece). Un relato es consistente cuando no contradice sus propios postulados, es decir, cuando no atenta contra el cuerpo de verdades relativas que le sirven de axiomas. Quizás la manera más clara de dar cuenta de tal regla consiste en observar la fragi− lidad, evidente aún para el espectador común, a la que se somete un film cuando contradice las leyes que propone. Así, la

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consistencia se emparenta con principios como el de la gradualidad de las transiciones (un personaje no puede cambiar abruptamente, por ejemplo, si esto contradice la "velocidad" con la que él se transforma dado su carácter, sus motivaciones, las condiciones de su entorno, etc.) y la verosimilitud (Ver infra) En otro nivel, la consistencia remite a reglas más profundas que subyacen el texto y que rigen el universo moral del relato, en otros términos, a la Ley en el sentido de Lacan(60). No parece ser de otra naturaleza las reglas que Todorov desentraña en su análisis de la novela Les Liaisons Dangereuses de Choderlos de Laclos: los principios morales que conforman el mundo galante del París del siglo XVIII descrito por el autor, principios que, en particular, condenan a los personajes amantes a su destrucción. La novela de Laclos (y con ella, el film de Stephen Frears) es consistente por que no contradice las normas de su mundo, porque condena a Valmont a la destrucción cuando se atreve a violar las leyes que él mismo, con su conducta, ha ayudado a sostener. VEROSIMILITUD La exigencia de respetar la verosimilitud en el drama aparece claramente estipulada por primera vez en la Poética: Es preciso en los caracteres, al igual que en la trama de las cosas, buscar siempre o lo necesario o lo verosímil, de manera que resulte o necesario o verosímil el que el personaje de tal carácter haga o diga tales o cuales cosas, y el que tras esto venga estotro.

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Esta exigencia no se detiene en la preferencia, sino que supera, en algunos casos, a las leyes del mundo natural: Es preferible imposibilidad verosímil a posibilidad increíble, y no se han de componer argumentos o tramas con partes inexplicables o inexplicadas. Los dos fragmentos resumen con claridad el tipo de exigencia que ha soportado el drama por cientos de años: el de ser regido por la posibilidad según verosimilitud, es decir, el de que la lógica que gobierna el texto dramático, descanse, fundamentalmente, en la veracidad que le confiere el lector común(61). Si en términos de la premisa, una narración dramática se equipara a la demostración de un teorema, entonces sus reglas de inferencia recurren a una lógica que no es racional, sino emocional. No es otra cosa lo que afirma de J. D. Garcia Bacca en su prólogo a la Poética: ... no interviene en la poesía el logos o razón, razonamiento... en cuanto tales, sino que tienen que ser modificados, y saber el logos no a principio de sabiduría, sino a deleite... Y agrega: ...[que] siempre que las cosas que haga o diga tal o cual persona [en el drama] interesen sentimentalmente y hablen al alma, dando origen a un entimema, y que el silogismo que se construya a partir de ciertos dichos o hechos para llegar verosímil o necesariamente a otros dichos o hechos, sean silogismos entimemáticos (62).

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Recíprocamente, Boileau(63) sostiene que "Lo verdadero puede a veces no ser verosímil." Tomashevski, llamando motivaciones a las reglas de causalidad que gobiernan el universo ficcional de una obra, utiliza esta observación para distinguir entre motivación realista− aquella que remite a las probabilidades de ocurrencia de un hecho en el mundo real− y motivación estética, causalidad que surge desde el interior del texto y que, según él, constituye el elemento variante que emerge en la transición de una escuela poética a la siguiente. Dicho entonces con palabras de Tomashevski, es "necesario que cada texto actúe de acuerdo a las restricciones que le impone la estética a que pertenece" (64). Una última palabra:. cada texto fílmico, aún el más con− vencional, busca un compromiso entre la previsibilidad que le impone la verosimilitud y la imprevisibilidad que requiere en términos de la captación del interés del espectador (de allí, por ejemplo, los consejos respecto a la imprevisibilidad de el manualista Swain) o, dicho en la terminología de la teoría de la comunicación, entre la redundancia y la originalidad de sus mensajes. No es otra cosa la que le preocupa a Eugene Vale cuando analiza los efectos del film sobre el espectador, y, en particular, sus posibilidades de anticipación respecto a los sucesos del relato(65). LEYES QUE AFECTAN EL PERSONAJE AUTONOMIA El vocablo autonomía engloba una serie de exigencias parciales

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que convergen en la demanda, para el personaje, de un efecto de existencia que se manifiesta en la caracterización, en sus acciones, y, sobre todo, en los diálogos. El personaje cobra vida en la medida de que aparece dentro de la diégesis como motor de sus propias decisiones y como artífice de sus propios parlamentos(66). Varias son las vertientes que se alimentan de esta regla general: − El diálogo aparece como el producto de una operación "interna" del personaje, de un tamizado que regula su interioridad y, que la más de las veces, oculta, más que muestra, sus verdaderas intenciones. De allí las metáforas que presentan al parlamento cinematográfico como "iceberg" que tan sólo revela parte de la intención del personaje y el valor altamente connotativo del diálogo cinematográfico en general. Además, el diálogo es vehículo de un hacer "personal" del personaje, es decir, constituye su modo particular de actuar hacia los objetivos específicos que lo mueven. − Tanto el diálogo como las acciones son gobernadas, en su decurso, por una "línea de pensamiento" que se adjudica al personaje y no al autor. Precisamente, la violación de esta regla desemboca en la construcción de personajes que "telegrafían" las soluciones autorales, que parafrasean monocordemente el dialogismo del creador y que aparecen como títeres claramente conducidos por una mano externa. − También el gesto, soporte supremo de la emoción(67) , es portador de esa autonomía que diferencia al personaje y, aunque

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en el guión sólo aparece esbozado, constituye una guía segura de que su interioridad no se diluye en las palabras. − Por último, a nivel de la ideología, la autonomía del personaje demanda una orquestada repartición de roles temáticos que deshomogeniza la postura ideológica de los personajes, evitando el panfleto y, sobre todo, el enmascaramiento de una voluntad que utilice los personajes con un puro utilitarismo persuasivo. CONSISTENCIA Hablar de la consistencia del personaje es repetir lo que se ha dicho respecto a la estructura, haciendo el énfasis en la preservación de personaje como elemento cuyos rasgos, un vez dados, se conservan válidos para el resto del film. Tal previsión obliga a que las modificaciones del personaje respeten el principio de no−contradicción. En este aspecto, el equilibrio dinámico entre acción y personaje, entre hacer y ser, juega un papel preponderante. En otros términos, el personaje mantiene su consistencia en medio de una constante tensión entre la fuerza centrípeta de su ser y las demandas de la acción. Una excesiva polarización conduce al estatismo, en el primer caso, y a la inconsistencia del personaje en el segundo. Vale en su estudio de la caracterización, introduce dos términos que resultan valiosos para la consideración de la consistencia: característica y emoción. El primero alude a una cualidad entendida como constituyente del personaje, la segunda, describe una situación afectiva pasajera:

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Hacer una afirmación amarga puede ser incidental, pero si una persona hace continuamente afirmaciones amargas será porque así es su carácter. [...] La actitud permanente distingue la característica del humor pasajero. Entonces la constancia es un atributo esencial del carácter. [...] una vez que se ha establecido una característica estamos forzados a creer en su existencia continua. Es claro que la consistencia, por otra parte, remite al problema de la modificación de los personajes y en este sentido, un buen equilibrio dramático supone la posibilidad de que las transformaciones se operen con un mínimo suficiente de imprevisibilidad que, sin embargo, respete la consistencia de los personajes. CRECIMIENTO Para Lajos Egri, el llamado crecimiento del personaje constituye una condición indispensable del buen drama: ...characters move relentsly from one state of mind to another; they are forced to change, grow, develop...(68). Ese crecimiento gradual, que evita las transiciones bruscas o injustificadas en el personaje, tiene su origen en el conflicto: The contradictions within a man and the contradictions around him create a decision and a conflict. These in turn force him into a new decision and a new conflict (69)¨

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Un ejemplo de esta gradualidad que lleva al personaje de un extremo al otro, y por ende, de un universo de acciones al universo opuesto, es el que proporciona Egri: Amistad −−> desencanto −−> disgusto −−> irrita− ción −−> rabia−−> agresión−−> amenaza −−> preme− ditación −−> asesinato Conviene señalar que las etiquetas del ejemplo describen indistintamente tipos de vinculación (amistad), emociones (rabia), sentimientos (disgusto, irritación) y acciones con− sumadas (agresión, amenaza, asesinato). Esta imprecisión podrá ser subsanada al recoger de Greimas la formulación de la acción en términos de relaciones sujeto−objeto. (Ver capítulo: Hacer y ver Hacer: Escritura y análisis de la acción.) Los autores norteamericanos, aunque sin preocuparse del detalle, también hablan de la modificación del personaje como de un elemento de primera importancia. Swain la contempla como un aspecto central en el diseño del personaje, asociándola con la posesión de secretos (el personaje sería modificado, en ciertos casos, por el descubrimiento o la revelación de ese secreto). Tanto este autor, como James Boyle y Syd Field hablan del cambio confinándolo al reino de los personajes protagónicos. Los personajes secundarios, y sobre todo el antagonista, son personajes que no cambian, o cambian muy poco (70). Cucca sitúa la modificación del personaje dentro de un ciclo apuntalado por los estados de la condición, aspiración y la realización del personaje. Nuevamente nos situamos bajo un punto

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de vista de la modificación del personaje que toma en cuenta su voluntad consciente como instrumento de modificación. Este sesgo, típico de una filmografía que prioriza la acción exterior y por ende, la relación consciente con el medio, es precisamente el compartido por los manualistas norteamericanos. Curiosamente, es Lawson un socialista (y norteamericano) quien los expresa más explicitamente: El significado de las situaciones se encuentra en el grado y clase de voluntad consciente ejercida, y en cómo ésta funciona; la crisis, la explosión dramática, se crea mediante una ruptura entre el objetivo y el resultado; en otra palabras, mediante un cambio de equilibrio entre la fuerza de la voluntad y la fuerza del cambio social. Una crisis es el punto en el cual el balance de fuerzas es tan tenso que a veces se quiebra, y causa así una nueva alineación de fuerzas, un nuevo esquema de relaciones. Por último, cabe citar el inventario, parcialmente aristotélico, que lleva a cabo Chion, al enumerar los elementos que modifican al personaje o, con el nombre que lleva el capítulo de su libro, Qu'est ce qui fait courir les personnages (et marcher les spectateurs)? Estos elementos son: el terror, la conmiseración, el cambio de fortuna (la metabasis aristotélica), los ya mencionados reconocimiento y peripecia (o "coup de thèâtre"(71)), el malentendido o quiproquo, la deuda (de dinero, de un servicio recibido, de la vida), la condición social, los valores morales, las perturbaciones, las dificultades, la voluntad, la presencia de un antagonista o de

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un objeto de extremado valor como el llamado "Mac Guffin"(72). Toda esta agotadora enumeración tiene sin duda el valor de recoger procedimientos de reconocida universalidad, pero peca, en su particularismo, de mostrarnos un universo fracturado en el cual, la característica esencial del mecanismo de modificación del personaje, aparece diluida. El crecimiento del personaje resulta crucial para la estructura dramática y, por tanto, aparece reiteradamente en los manuales. Resta decir que tal regla de construcción, consecuencia de una concepción que sostiene que sin acción no hay drama, constituye probablemente el más sólido legado aristotélico. Sometido entonces el personaje a los designios de la acción, está condenado a crecer o a desaparecer en el decorado. ORQUESTACION O CONTRASTE La orquestación es una regla que recomienda la mayor diversidad y contraste en el diseño de los personajes. En principio, podrían señalarse para ella dos motivaciones de diferente nivel. Por un lado, la orquestación atiende a un problema de composición(73): se requiere que los personajes conformen un todo que disponga sus diferencias y sus semejanzas de manera armónica (armonía que depende, por supuesto, de la escogencia de una visión estética, de una "poética" como se suele decir), de manera similar como en la composición pictórica se disponen los colores, las texturas y las masas, o en la composición musical se orquestan (y de allí el uso del término) el color de las diferentes voces, las intensidades y los timbres. Así, los diferentes personajes podrán

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constituir un todo orquestado y bello (bello, repetimos, para una particular visión de la belleza) en donde acciones y caracterizaciones conformen una estructura de contrapunto, mas que monódica. El otro nivel al que alude la orquestación es el de las acciones y, en él, la situación se reduce al problema de la economía de los roles. La regla de orquestación apunta a la supresión de las duplicaciones de tales papeles, así, habrá un sólo protagonista o un sólo avaro, se evitará la repetición del personaje chistoso o depresivo o lo que fuere. Al obrar así, la orquestación evita la redundancia paradigmática(74), facilita las oposiciones y por tanto, propicia los conflictos y propulsa la acción(75). FUERZA DE VOLUNTAD La fuerza de la voluntad es un requerimiento soportado por el héroe o protagonista y constituye una garantía para el mantenimiento de la acción. Significa que el personaje principal adquiere dentro de la historia el compromiso irrenunciable de alcanzar su objetivo. De la intensidad de ese compromiso depende la magnitud del conflicto, al enfrentarse las acciones determinadas por esa voluntad, con los obstáculos dramáticos que impedirán su alcance. Ya hemos comentado el papel que asigna Lawson a esta fuerza de voluntad, considerándola como actividad medular en la conformación del drama. Lajos Egri también sustenta una postura similar: A weak character cannot carry the burden of protracted

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conflict in a play. He cannot support a play. We are forced, then, to discard such a character as a protagonist(76). Dicho a la manera de Swain, se requiere que todo personaje principal posea un potencial de clímax de suficiente intensidad como para arribar al final del film. Restaría acotar que la introducción de una temática psicológica que aborde la problemática del inconsciente, pone en duda el alcance de esta regla que reduce las intenciones esenciales de los protagonistas al reino de lo consciente(77). Baste citar a manera de ejemplo, el caso de filmes como Looking for Mr. Goodbar de Richard Brooks o Sex, Lies and Videotape de Soderbergh, en los que la búsqueda compulsiva de cierto tipo de actividad sexual por parte de la protagonista constituye la fuerza de primera magnitud que motoriza la acción. Esta "búsqueda de un goce sexual para huir del amor" como comenta Lander tiene muy poco de acto voluntario y sí bastante de impulso indoblegable impuesto por un deseo inconsciente(78). CARACTERIZACION La caracterización, vista como ley, es una operación que obliga al escritor a la construcción textual de los personajes, vale decir, a la puesta en práctica de ciertos dispositivos de su discurso que tengan como resultado el nacimiento de un personaje. Ciertos aspectos de esta construcción ya han sido mencionados. En resumen: − El personaje queda construido en el texto, en primer término,

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por sus acciones. Esta tendencia, heredera de la poética clásica, prevalece en los manualistas. − Secundariamente, el personaje es construido a través de sus diálogos, bien porque el uso performativo configure al acto de habla como un a modalidad de la acción(79), bien porque semánticamente el diálogo sea portador de informaciones que aludan al personaje o porque su enunciación, paralingüísticamente, revele aspectos incidentales del personaje enunciador (como las emociones) o constitutivas del mismo (a través de usos idiolectales, sociolectales, etc.). − Adicionalmente, la caracterización de un personaje se logra a través de las acciones y de los diálogos de los otros personajes. En particular, los personajes protagónicos son construidos a través de las acciones y los diálogos de los personajes secundarios, (como la heroína de la telenovela por los chismes de la servidumbre). LEYES DE LA ACCION UNIDAD Con la expresión unidad de acción se designa una de las llamadas tres unidades aristotélicas que por tanto siglos impusieron a la dramaturgia fuertes restricciones en cuando a su estructura. Dice Pavis: La acción es una (o unificada) cuando toda la materia narrativa se organiza en torno a una historia principal, cuando todas las historias anexas son referidas al tronco común de la fábula. [...] La unidad de acción es la única que los dramaturgos, al

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menos parcialmente, han respetado. El cine narrativo clásico se conserva relativamente fiel a este postulado sobre todo por una razón de tipo práctico: un film generalmente no rebasa las dos horas de duración, hecho que impide la multiplicación − y sobre todo la autonomía− de muchas líneas narrativas. Esta regla de la unidad es coherente con cuanto se ha dicho de la acción, centrada en un personaje protagónico y orientada hacia la consecución de un logro que magnetice el movimiento principal. AVANCE La "ley" de avance es quizás la más meticulosamente subrayada por los manualistas, al demandar del escritor una fase de comprobación en la que la estructura es sometida a la prueba de la progresión de la acción entre sus unidades componentes. Para Syd Field esta operación se lleva a cabo a nivel de cada uno de los tres actos que conforman su paradigma, (Ver capítulo: Un vistazo a algunos Modelos de Construcción del Guión.) para el resto de los estudiados aquí, la revisión de la progresión se ejecuta en el nivel de la scaletta. Macroscópicamente la ley significa que, de cada situación a otra (de cada unidad que conforma la scaletta o que estructura los actos) la acción debe avanzar. Dicho de otra forma, entre dos unidades consecutivas, se espera, salvo excepciones programadas, un progreso en la acción. A nivel de la escena esta regla de avance obliga a la constante modificación de los personajes y las situaciones, los personajes interactúan para modificarse y todas sus acciones

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tienen carácter modificatorio. La antítesis del avance es el estatismo, concepto execrados de la dramaturgia clásica. GRADUALIDAD DE LAS TRANCISIONES Este aspecto ya fue tocado más arriba e implica el control sobre la velocidad de los cambios que se operan en las situaciones y los personajes. Howard Lawson, en algunos de los "principios que gobierna la continuidad dramática", alude a esta gradualidad. Los más relevantes son: − La acción creciente se divide en número indeterminado de ciclos [...] − Cada ciclo es una acción y tiene la progresión característica de una acción: exposición, ascenso, choque y clímax. [...] − El aumento de la tensión cuando cada ciclo se acerca a su clímax, se logra mediante el incremento de la carga emocional; esto puede hacerse enfatizando la importancia de lo que está sucediendo, subrayando el miedo, el valor, la ira, la histeria, la esperanza. − Cuando los ciclos alcanzan la acción−base, el tempo se aumenta, los clímax subordinados son más intensos y están más estrechamente agrupados, y la acción entre los puntos culminantes se acorta. Los principios recogidos dan cuenta adicionalmente de un fenómeno de ritmo que se encuentra condicionado por las transiciones: en efecto, en muchos filmes narrativos −pero sobre todo en los filmes de aventura− la velocidad con que se modifican las

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situaciones es cada vez mayor (otro de los principios de Lawson) a medida que se aproximan al clímax principal. RESPIRACION Las situaciones de reposo, de detención en el progreso de la acción, constituyen un dispositivo destinado a contrastar el tipo de información enviado por el texto, sobre todo con miras a variar el efecto sobre el espectador. Para Chion: Les scènes de respiration y de repos ('relief' en anglais) sont considérés comme nécessaires a unu histoire bien equilibré, afin d'éviter l'affablissement du rire ou de l'émotion par saturation d'effets comiques ou dramatiques. Dans le filmes sérieux, voire tragiques, ce sont des scènes d'humour, de détente, d'intimité; et dans les films comiques au contraire, de scènes d'émotion, qui donnent aux personnages plus de intimité. (80) El reposo permite el descanso (y por tanto, la variación) al cesar, por algunos momentos, las tensiones de los conflictos en juego, "porque uno no puede sostener una tensión continua" (Lewis Herman, citado por Chion). Las llamadas situaciones interlineales de transición postuladas por Cucca se incluyen entre estas situaciones de reposo de la acción principal en las que el avance de la acción se ve sustituido o bien por la profundización en el estudio de los caracteres, o por el desarrollo de situaciones secundarias menores. MOTIVACION

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La dramaturgia guionística exige que las acciones no se produzcan porque sí, sino que aparezcan justificadas, motivadas por un complejo de hechos o situaciones que actúan como su causa: So it seems that conflict does spring from character after all, and if we wish to know the structure of conflict, we must first know character. But since character is influenced by environment, we must know that too. It might seem that conflict springs spontaneously from one single cause, but this is not true. A complexity of many reasons makes one solitary conflict(81). Egri, agrega: Action is not more important than the contributing factors which give rise to it(82). Este énfasis en la motivación realista (en el sentido en que anteriormente mencionado, aparece en todos los manuales en par− ticular en Vale, en Cucca, y en Swain. En este último, en forma de recomendación operacional que determina la construcción de las historia previa de los personajes en busca, precisamente, de las motivaciones que hacen a los personajes ser lo que son y lo que hacen. LEYES DEL CONFLICTO CONSERVACION DE LA TENSION El término tensión merece, por lo menos, dos interpretaciones. Por una parte se refiere a un aspecto cuantitativo de la manifestación de un conflicto: la tensión dramática será más

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fuerte en la medida en que sean mayores las fuerzas en oposición que definen dicho conflicto. Por otro lado, el término remite a un efecto sobre el espectador y, en este sentido, denota la ansiedad a la que éste se somete con relación al acontecer próximo futuro de la obra, ya sea por que el espectador tiene dudas del cumplimiento de la intención, conocida por él, de un personaje (y se tiene el suspenso), o porque ciertos indicios han generado en él una curiosidad de fuerza suficiente (y cuyo remate final, es en general, el de la sorpresa). En la primera de estas interpretaciones −que será la que consideraremos− el problema de la tensión se circunscribe a la historia, y su estudio es textual. En el segundo caso, apunta más bien hacia el manejo de la información, a las relaciones historia−discurso, y se vincula con un componente extra−textual (el espectador pragmático). Un conflicto entonces, nace para que la tensión que éste genera −entendiéndola en el primer sentido precisado− se mantenga hasta el final de la resolución. Esta regla obliga a la conservación y desarrollo de las fuerzas que se oponen en cada conflicto y a la frecuente redefinición de los sistemas de valores en los que se sustenta el conflicto, como en el caso del revés. LEYES DEL CONFLICTO UNIDAD DE LOS OPUESTOS La unidad de los opuestos es, según Lajos Egri, la característica diferencial del conflicto de una buena estructura dramática. Existe unidad de opuestos cuando el conflicto es tal que su

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resolución exige la destrucción definitiva de una de las fuerzas que lo integran: las fuerzas en conflicto están unidas para su aniquilamiento; no hay compromiso posible entre las partes. Egri provee algunos ejemplos de fuerzas que al enfrentarse, provocan un conflicto con unidad de los opuestos: ciencia vs. superstición religión vs. ateismo capitalismo vs. comunismo Ahora bien, lo importante de este esta regla de conservación de unidad de los opuestos consiste en que, en cada conflicto con unidad de los opuestos podemos determinar un sentido de atracción entre las fuerzas en pugna, una alianza para la destrucción. Los ejemplos señalados por Egri no representan verdaderas situaciones de unidad de los opuestos a menos que cada una de las fuerzas enfrentadas no defina su oposición en función de la existencia o la oposición contraria. Así, la ciencia, cuando se define en términos de constituirse en la antítesis de la superstición, existirá justamente para negarla, para oponerse a ella, para destruirla. E idénticamente, la religión, auto−definida como negación del ateismo (o la creencia en otro dios, de allí las guerras santas). Etcétera. Podríamos decir que en el fondo, todos los conflictos con unidad de los opuestos tienen en común un elemento de amor−odio: las fuerzas libertarias que se erigen en país invadido se definen, existen y crecen en función de su invasores y, en cierto sentido, necesitan de ellos para odiarlos, para reafirmar su patriotismo

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y su amor a la patria. Idénticamente, las ya citadas relaciones de simbiósis, tipifican relaciones erigidas en el centro de una relación doble, donde la negación del opuesto es tan importante como la necesidad que se tiene de su existencia(83). LEYES QUE ACTUAN A NIVEL DEL DISCURSO DRAMATIZACION La dramatización, tal como la entiende Chion, es una regla general que obliga la transformación de cualquier contenido para su puesta en discurso como drama. Il ne suffit pas de rapporter un événement en soi particulièrement étonnant, ou un événement réel, pour avoir une drame; il faut le dramatiser. Cést pourquoi bien des films adaptés de faits divers se laissent piéger; trop confiants dans le pouvoir dramatique des événements relatés, parce qu'ils ont réellement eu lieu, ils omettent de leur donner une logique dramatique interne(84). Para Chion las operaciones que se realizan sobre el material original con vías a su dramatización, son las siguientes: 1. Concentración. Con la finalidad de unificar la historia y de regular la información hasta límites digeribles por el espectador. 2. Emocionalización. Es decir, búsqueda de una participación emocional del espectador en el drama: el discurso dramático apelará a las posibilidades de identificación y de repulsa del espectador con la finalidad de convertirlo en espectador activo y

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parcializado. 3. Intensificación. Exageración de los sentimientos, de las situaciones vividas por los personajes y de la irrupción de los detalles significativos (podríamos agregar, de una suerte de casualidad orientada). 4. Jerarquización. De los acontecimientos que constituyen la historia previa: el drama no contará cada evento de la misma manera, sino que conferirá valor dramático adecuado a cada uno de ellos, situándolos en diferentes niveles de importancia, omitiéndolos o enfatizándolos. 5. Creación de una curva dramática. Ya no tanto referido al discurso con exclusividad, sino a la transformación global del contenido, este aspecto comprende, por una parte, la selección de los sucesos en orden ascendente de acuerdo al avance de la acción y el incremento de la tensión; por otra, la contribución a nivel del discurso de dicho avance de la acción: aceleración del tiempo, incremento en número de elípsis y recursos de montaje (entendido como operación previa del guión y no como montaje definitivo de la cinta), etc. REPETICION La repetición es, según Chion, uno de los recursos básicos de la narración, un mecanismo constructivo que permite unificar el discurso sobre la base de la redundancia. Se repiten informaciones, hechos, detalles, rasgos de los personajes, etc. En el caso de las informaciones, la repetición asegura la univocidad de lectura en el nivel básico del relato, de manera

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que el espectador logre configurar sus datos esenciales: objetivos de los personajes, variaciones significativas de información que cada uno maneja, etc. A este respecto, Vale aconseja utilizar los diferentes recursos que provee el cine para llevar a cabo la repetición (una información que provee un diálogo la repetirá la imagen, o algún trazo gráfico o alguna variante sonora). Según el autor la repetición cumple tres funciones básicas, a saber: 1. Permite, como se ha mencionado, instalar ciertos datos esenciales de manera de asegurar la eficacia del relato. 2. Como en la música −en la que la repetición juega un papel central (la idea de comparar la estructura fílmica con la musical es de Eisenstein, según cita Chion) − la reiteración contribuye a la unidad del relato. 3. Por contraste, ciertas repeticiones permiten destacar cuáles elementos cambian al manifestarse dentro del telón que ofrecen los elementos inalterados. La idea de las repeticiones en un texto narrativo se emparente con el concepto −más general− de isotopía (en este caso, de isotopía semántica), tal y como lo desarrolla Greimas y para fines de análisis semántico. Algunos modelos de construcción del guión de cine La mayoría de los manuales de guión anticipan sus virtudes al lector con algún sinónimo de este título promisor: Cómo Escribir un Guión. Muchos de ellos, sin embargo, decepcionan las

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expectativas, al suministrar, en lugar de una metodología orgánica, un cúmulo de observaciones más o menos heterogéneas de los componentes que integran un guión cinematográfico y de ciertas reglas que rigen su combinación. Otros pocos, combinan la sistematicidad de una metodología de escritura, con la coherencia de un sistema de construcción a partir de los elementos y reglas enunciadas. Hemos seleccionado cuatro autores que, a nuestro juicio, reúnen un mínimo de estas dos virtudes. EL MODELO DE LAJOS EGRI LA PREMISA El punto de partida de la metodología de este autor lo constituye lo que podríamos denominar el "mensaje" (85) del texto que el escritor construye, aunque formulada de manera particular. En términos simples, la premisa es lo que el autor quiere decir con su obra y debe ser formulada como una proposición (en el sentido lógico). Debe estar enunciada de tal manera que contenga en sí misma al personaje principal (el héroe), al conflicto principal y al desenlace de la obra. Un ejemplo basta para aclarar el mecanismo de su formulación: una proposición como: "La drogadicción conduce a la destrucción", es una premisa en el sentido de Egri, ya que su sujeto presupone la existencia de un personaje adicto a alguna droga, inmerso en un conflicto en relación a esta condición dominante, y actor de un drama cuyo desenlace es inevitablemente la autodestrucción. De manera similar, una proposición como "Los Estados Unidos siempre vencerán al comunismo", presupone la existencia de un héroe

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típica y paradigmáticamente norteamericano, que lucha contra la amenaza marxista y que al final, pedagógicamente, resulta vencedor (Rambo, sin ir más lejos). Egri proporciona una buena colección de ejemplos: "El gran amor desafía la muerte" (Romeo y Julieta"), "La ambición desmedida conduce a la autodestrucción" (Macbeth) y algunos otros. La premisa es, al decir del autor, una sinopsis en miniatura cuya prueba es el fin indeclinable de la obra. Metafóricamente, uno podría pensar la premisa como una suerte de hipótesis cuya veracidad la obra se encarga de probar, de la misma manera que un teorema garantiza la veracidad de su hipótesis a través de la prueba. Egri sustenta su sistema en este hallazgo básico para el escritor: la premisa "claramente definida" (clear−cut premise) une así, el tema escogido por el escritor y los elementos básicos para la construcción del drama: TEMA ¦ ¦ ¦ PREMISA ¦ ¦ PERSONAJE −−−−−−−−−−−−− CONFLICTO El segundo paso en la construcción de la estructura dramática, lo constituye el diseño del personaje y del ambiente. Para lo primero, Egri echa mano de su concepto, ya comentado, de

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tridimensionalidad. Para la construcción del ambiente Egri toma en cuenta la medida en que éste determina el actuar del personaje (86). Seguidamente, sobre la base de su "enfoque dialéctico" Egri asegura las existencia de motivaciones del personaje y de su capacidad de crecimiento dentro del drama. La consideración de la fuerza del carácter del personaje, le permitirá la construcción del protagonista, del antagonista y del resto de los personajes, contrastados todos bajo el principio de orquestación. Es importante remarcar que para Egri el personaje se sitúa en posición generadora respecto a sus acciones. En otros términos, no es la acción la que precede al personaje− como sostiene el precepto de la Poética de Aristóteles− sino que es la construcción dialéctica del personaje a la luz de la premisa la que abre el camino para la construcción de las acciones(87). Una vez diseñado el personaje se procede al estudio del conflicto, siempre, de cara a la premisa. En primer lugar se estudia el origen de las acciones, vale decir, el cuerpo de circunstancias ligadas a la biografía del personaje que explican, en términos de causa y efecto, el desarrollo de las acciones. Así, lo que en la superficie del drama aparece como una confrontación, incluye en su seno el desarrollo de una lucha gestada desde el personaje. Dicho por Egri: On the surface, a healthy conflict consists of two forces in opposition. At bottom, each of these forces is the product of many complicated circumstances in a chronological sequence,

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creating tension so terrific that it must culminate in an ex− plosion(88). Estas acciones así diseñadas, se estructuran en ciclos ternarios comenzados cada uno por una crisis, seguido por el clímax y que culminan en la resolución. Cada una de estas unidades −que uno supondría constituyentes de un esqueleto básico de acciones o scaletta− debe ser abordada en un momento estratégico de la acción o punto de ataque y deben disponer un crecimiento gradual de la acción, que evite los saltos y el estatismo y crezca gradualmente hacia el clímax general de la obra, en el que se manifiesta el último enfrentamiento de las fuerzas en conflicto y que desemboca, por tanto, en la resolución. Una vez más, si esta estructura así nacida prueba la premisa, se ha obtenido la estructura de una obra cinematográfica. EL PARADIGMA DE SYD FIELD En su texto ya clásico Screenplay, The foundations of Screenwriting, publicado por primera vez en 1979, Syd Field formula una metodología de escritura que ha devenido en para− digmática para la guionística norteamericana. Su libro, traducido a varios idiomas, ha visto nacer un sucesor titulado The Screenwriter Workbook en cuyas páginas, como en las del primer texto, el autor establece con rotundidad los términos de una metodología pragmática y pretendidamente universal. LA IDEA Y EL SUJETO Los primeros pasos de escritura de un guión, según el método del autor norteamericano, van de la idea al sujeto, es un proceso de

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búsqueda de la estructura dramática, esta última definida como: "...a linear arrangement of related incidents, episodes, and events leading to a dramatic reso− lution"(89). ¿Cómo se sigue este proceso? En primer término, para Field la idea(90), difusa por naturaleza, debe avanzar hasta constituir el germen del argumento, lo que el autor denomina el subject, el sujeto del guión. Si la idea, en general, corresponde a una vaga tematización (por ejemplo, del personaje protagonista, "un emigrante español en la Venezuela de los años cincuenta"), el sujeto ya contiene los rudimentos de la acción principal ("un emigrante español emprende la tarea de defender un poblado indígena, para finalmente sucumbir ante la voracidad de los terratenientes locales"). El sujeto se logra mediante la dramatización de la idea por medio de la búsqueda del personaje (principal) y de la acción. Reduce your idea into a character and an action in a few sentences, no more than three or four...(91). La operación referida debe dar como resultado el hallazgo de unas tres o cuatro líneas que resumen, en el sujeto, la idea estructurada, punto de partida para las siguientes operaciones de construcción, basadas en la consideración del paradigma. EL PARADIGMA: PRINCIPIO, FIN, PUNTOS ARGUMENTALES Un aspecto central de la construcción en Field es el paradigma: "Un modelo, un esquema conceptual" mediante el cual es posible visualizar la estructura del guión como un todo. Según éste,

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todo guión se divide en tres actos: Acto I o presentación, Acto II o confrontación y Acto III o resolución, del conflicto principal(92). Los soportes divisorios, por decirlo así, entre los diferentes actos, lo constituyen los llamados puntos argumentales o plot points (en la figura, PA1 y PA2). Lo dicho se resume en el siguiente esquema: −−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−− ACTO 1 ACTO II ACTOIII Planteamiento Confrontación Solución p. 1−30 p. 30 − 90 p.90 −120 PA1 (p.25 A 27) PA2 (p.85 A 90) | +−−−−−−−−−−−−−−−−−−−x−−−−+ |¦¦ −−−−−−−−−−−−x−−+ +−−−−−−−−−−−−−−−−−−− Comienzo Fin −−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−− Un punto argumental es acontecimiento que cambia radicalmente el sentido de la acción. Field preve dos de estas unidades, una al final del Primer Acto y otra hacia el final del Segundo Acto. En un guión de 120 páginas, Field sitúa el primer punto argumental entre las páginas 25 y 27, y el segundo punto argumental, entre las páginas 85 y 90 (Ver esquema). Una vez dispuesto el material según el paradigma, Field recomienda al escritor el abordaje de la siguiente etapa: el diseño del principio, del fin y de los dos puntos argumentales. Para Field, estas cuatro unidades constituyen la armazón básica

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del guión. Una vez conocidas, el resto de la escritura se concentrará en completar la estructura que presuponen. Before you can express your story dramatically, you must know four things: ending, beginning, Plot Point I and Plot Point II. These four elements are the structural foundation of your screenplay. You "hang" your entire story around these four elements(93). Field dispone estos hallazgos de estructura en cuatro páginas cuya disposición es la siguiente: − una media página para la escena o secuencia de comienzo. − una media página para describir la acción general del primer acto. − una media página que describe el primer punto argumental. − una media página describir la acción general del segundo acto. − una media página que describe el segundo punto argumental. − Tres cuartos de página a una página para el tercer acto. LAS BIOGRAFIAS Una vez configurada esta estructura básica, Field procede a escribir la biografía de los personajes. Field coincide con Lajos Egri al demandar una biografía exhaustiva: ... character biography traces your character's life form birth to the time your story begins. Writing it will help to form the character...(94) Al final del proceso de escritura, el escritor habrá encontrado la "voz" de su personaje, sus particularidades y habrá podido

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encarnar, en un ente verosímil, los cuatro aspectos estructurales básicos que el autor demanda para el personaje: el imperativo dramático (dramatic need), el punto de vista, los cambios y la actitud del personaje. Adicionalmente, la investigación −de campo o bibliográfica− podrá enriquecer el conocimiento del personaje y de su biografía. Demás está decir que en algunos casos, (Rain Man, de Barry Levinson) la investigación es un requisito obligado de un guión que atienda con pertinencia las particularidades de su personaje principal. LA ESTRUCTURA DE LOS ACTOS El procedimiento de escritura tiene lugar sobre la base estricta del paradigma. La escritura se sucede de acuerdo a la división establecida en tres actos y cada acto es estructurado separadamente. Sin embargo, ciertas particularidades tiñen el procedimiento constructivo en cada acto. El Acto I para Field, abarca las primeras 30 páginas del guión y en él se establecen las condiciones iniciales de la historia (setup). Las primeras 10 páginas dan cuenta de la presentación del personaje principal, las 10 siguientes exponen el problema (la crisis o alteración) del personaje, las últimas 10 dramatizan dicha alteración, colocan al personaje en la búsqueda activa de su objetivo, de la resolución de su necesidad dramática. En la práctica, la estructuración del Acto I se lleva a cabo mediante la elaboración de una suerte de scaletta parcial para

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cuya estructura el autor recomienda el uso de fichas que puedan eliminarse o cambiarse de lugar. Cada ficha contendrá unidades de acción que, posteriormente, en la etapa de redacción, podrán convertirse en escenas o secuencias del guión literario. No hay que olvidar que el final del Acto I contiene el primer punto argumental, coup de thèâtre que dará un vuelco al sentido de la acción y que determinará el desarrollo del Acto II. La estructura del acto I es como sigue: −−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−− ACTO I ¦¦ Páginas 1−10 ¦ Páginas 11 a 20 ¦ Páginas 21 a 30 −−−−−−−−−−−−−−+−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−+−−−−−−−−−−−−−−−− Presentación ¦ Exposición del "problema" ¦ Definición y personaje ¦ del personaje principal ¦ dramatización principal ¦ ¦ del "problema" −−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−− La estructuración del segundo auto se lleva a cabo de idéntica manera, aún cuando Field introduce en un texto posterior el nuevo paradigma(95), una variante del paradigma original que en sus modificaciones, afecta específicamente este momento de la escritura: se trata, por una parte, de la introducción del punto medio o midpoint, un "evento" o "incidente" que conecta la primera y segunda parte del Acto II, y, por otra, lo que podríamos denominar "puntos de enlace" (pinchs), cuya función es la de mantener el ensamblaje de la primera y segunda partes del

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acto segundo. Un esquema permite visualizar la estructura propuesta: −−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−− ACTO II Primera mitad del Acto | Segunda mitad del Acto. | 1er p. de enlace | 2° P. de enlace ||| −−−−−−−−−−−−−−x−−−−−−−−−−−−−X−−−−−−−−−−−−−−−x−−−−−−−−−−−−−−−− || −−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−− Las unidades de acción del Acto II se disponen en fichas de manera que pueda llevarse a cabo un afinamiento de esta segunda sección de la estructura hasta niveles satisfactorios. No es mucho lo que hay que agregar en relación al Acto III, salvo acerca del hecho de que en este acto se resuelven todas las expectativas abiertas en el guión. Nuevamente, se procede a estructurar el acto mediante fichas hasta lograr una estructura que se ajuste tanto a los requerimientos del acto, como a los del guión como un todo. La fase final en la metodología estudiada corresponde a la escritura del guión. Field procede a rellenar el esqueleto determinado por la estructura, cuidándose de respetar en esta etapa ciertos imperativos que imponen el lenguaje cinematográfico al discurso (uso de acciones visuales, pertinencia cinematográfica de los diálogos, etc.).

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LA METODOLOGIA DE ANTOINE CUCCA DESCUBRIMIENTO DE LA IDEA Como para otros autores, el germen inicial del guión se encuentra en la idea. Cucca define la idea en estos términos: Par les mots idée cinematographique, on definit le motif de fond, le contenu rationnel, culturel et fantastique qui caractérisent l'ouvre filmique: le point de départ, la première condition interpretative et creative de l'auteur; un messsage rapide, synthétique, de valeur absolue et universelle en mesure d'exposer les contenus de l'ouvrage cinematographique...(96) La idea, así definida, primer paso en la secuencia de construcción. Esta idea debe cumplir con el requisito de ser visual −los elementos portadores de la historia expuesta deben contener desde un primer momento la dimensión característica de lo fílmico; emocional − los elementos contenidos en la idea deben poseer una capacidad sugestiva; debe ser creíble − las consecuencias de ella deben ser inmediatamente aceptables, sin reserva, en tanto que elementos narrativos posibles y naturales; y, por último, debe ser universal, es decir, debe describir situaciones tales que cada persona pueda fácilmente comprenderlas e identificarse con ellas. CONSTRUCCION DEL ASUNTO El asunto o argumento(97) constituye un desarrollo completo de la historia a la luz de consideraciones estructurales. Su elaboración presupone el hallazgo del tiempo en el relato, de los

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personajes, de las acciones y de las situaciones. Para el desarrollo del tiempo se toman en cuenta: el tiempo de la relación de la historia, es decir, la temporalidad real a la que remite la historia contada; el tiempo de la evolución de la historia, o tiempo diegético , tiempo que recorta y organiza la trama a partir del tiempo de la evolución de la historia; el tiempo de la organización del drama, que corresponde a la organización discursiva del tiempo de la historia; y el tiempo en la composición escénica, referido al valor compositivo de la temporalidad, en términos de ritmo, del valor de las pausas y los apresuramientos, etc. En segundo lugar, Cucca analiza las posibilidades de la acción de los personajes a nivel del argumento. O bien las acciones hacen descubrir a los personajes, o por el contrario, los personajes generan las acciones. En tercer lugar Cucca dispone las sucesivas acciones que conformarán el argumento, cuidándose de distinguir entre las acciones de base, ya mencionadas anteriormente y que hacen avanzar la acción, y las acciones complementarias. La última fase en la elaboración del argumento está constituida, según Cucca por la elaboración de las situaciones: "Une situation est une unité supérieure de récit, un état caractéristique fixé par l'ensemble des actions et des personnages ... Dans le récit filmique les situatios, prises singulèrement, disposent d'un arc évolutif relativement fermé, indépendantes les unes des

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autres ... Une situation est donc l'équivalent du chapitre d'un roman..."(98) Las situaciones pueden ser de base (según contengan por lo menos una acción de base) o complementarias (si constan solamente de acciones complementarias). Esta últimas constituyen un ornamento, un relleno que hacen el relato "más incisivo y variable". Las estructura de las situaciones comporta la clásica en división en tres momentos dramáticos tantas veces estudiada y que Cucca denomina premisa (o conjunto de condiciones de los personajes al comenzar la situación); desarrollo (de estas condiciones en busca de modificación) y resolución. ELABORACION DE LA SCALETTA (CANEVAS) ESTRUCTURA Y FUNCION DEL PERSONAJE La estructuración del personaje requiere en primer término del estudio del carácter y de las necesidades. Hay que distinguir entre las necesidades propiamente dichas y las intenciones. De la misma manera, el estudio del personaje comprende la estimación del comportamiento ante las acciones de otros personajes, ante los obstáculos y en relación al lugar. Por último, la consideración de la diversidad en varios grados (1°, la diversidad física, 2° de objetivos, 3° de comportamiento y 4° las diferencias de comportamiento en un mismo personaje) conforman el contraste del universo que impone cada situación. REVELACION DE LOS PERSONAJES Según Cucca el personaje se revela en la economía de la historia

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a través de las acciones que gradualmente modifican la linealidad de su comportamiento. Es así como la evolución del personaje puede ser referida, en cada momento, a su condición original, a su aspiración o deseo y a la realización de estas aspiraciones. El establecimiento a nivel de la scaletta, de estos parámetros para cada personaje constituye, un paso obligado de la construcción. EL LUGAR Otro aspecto a considerar para la escritura de la scaletta se refiere al lugar. Una vez evaluado el espacio en sus posibilidades temáticas, contextuales y de acción , y deter− minadas las posibilidades de juego del lugar dentro de la estructura, se procede a determinar la ubicación espacial de cada componente de la scaletta. ESTRUCTURA DE LAS SITUACIONES El siguiente paso en la construcción de la scaletta se refiere a la estructuración de las situaciones que la conforman. En primer lugar, estableciendo claramente su contenido, en segundo término procediendo a la individualización de los elementos que integran cada situación (personajes, acciones) y de las situaciones entre ellas mismas. Esta individualización puede proceder por analogía (examinando y descomponiendo el contenido de una situación, por ejemplo) o mediante un procedimiento de carácter inductivo "un lugar. un personaje, la causa o el efecto de una cierta acción, contribuye así a definir todas las otras". En lo que se refiere a la exposición de las situaciones en el

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contexto de la scaletta, es necesario considerar los diferentes niveles de lectura del tiempo (como se dijo, de la relación de la historia, de la evolución de la historia y de la organización del drama). Por último, el desarrollo del drama requiere de la elaboración de la situación de comienzo y la configuración de las situaciones sucesivas, situaciones, que, según el autor, se remitirán a algún caso dentro de la siguiente tipología: − Situación de apertura. Constituyen las "premisas del desarrollo fílmico, el eje en torno al cual se mueve la historia". Abren expectativas inacabadas y se remiten a otras situaciones. La mayoría de las situaciones de un film pertenecen a este tipo. − Situación conflictual. En las que se desarrollan los conflictos. Pueden ser principales o secundarias, según desarrollen conflictos de primer orden o conflictos subsidiarios. − Situaciones interlineales de transición. Sirven de ligazón entre las situaciones conflictuales y las de cerradura. En ellas no se manifiestan los conflictos sino la confrontación entre los personajes, el contraste entre su modo de actuar. − Situación de cerradura relativa. Concluyen una situación de apertura o conflictual. Constituyen el elemento "tranquilizador" de la estructura narrativa. Ultimo paso en la elaboración del guión. Consiste en el "relleno" de la estructura dada por la scaletta. Con ella concluye el procedimiento de escritura formulado por Cucca. EL TRATAMIENTO DE SWAIN

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En un capítulo ("The story outline") Swain resume lo esencial de una metodología que destaca por su pragmatismo. Resumamos los cinco pasos con que el autor aproxima la escritura del tratamiento de la historia. Paso 1. En primer lugar, el escritor debe ocuparse del anclaje de la acción en el pasado que antecede la película. Para ello debe construir el background, el bagaje histórico que remite y explica la conflictiva a desarrollarse en el presente fílmico. Paso 2. Establecer los elementos fundamentales de la historia, a saber: personajes(99), situaciones, escenarios de la acción, tonos y atmósferas. Paso 3. Establecer el comienzo o apertura del film. Para ello es indispensable diseñar: a. El gancho (the hook). Un incidente o acción que provoque la suficiente curiosidad en el espectador como para que éste permanezca interesado en el desarrollo de la historia(100). b. El compromiso (the commitment), del personaje principal en relación al alcance de su objetivo, Swain puntualiza: ... you establish the tale's unifying story question: Will Character succeed in his efforts to accomplish his purpose, or won't he?" ... Indeed, often it is wise to build to characters commitment...(101) Paso 4. Planificar, entre el comienzo y el final del tratamiento, las crestas (peaks) de la acción, puntos que marcan las confrontaciones del personaje principal en su lucha por alcanzar el objetivo. Dichas confrontaciones se planifican:

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a. Evitando lo predecible: "Hero's effort to improve his situation should end up making said situation worse..."(102). b. Acentuando, entre dos soluciones posibles para una confrontación del personaje, la solución negativa la cual, según Swain, siempre resulta ser la más creíble). c. Espaciando las crisis: "The tension can't just build [...] You need valleys between your peaks"(103). Paso 5. Resolver las situaciones pendientes. Tal resolución se lleva a cabo de dos maneras: a. Liberando las tensiones creadas por dispositivos mecánicos o externos. La regla básica consiste en traicionar la anticipación previsible del espectador: "You figure out what the audience expects... you device a different alternative..."(104). b. Dando salida a las tensiones latentes en los personajes: "You give each character what he's demonstrated he deserves, on a basis of both competence and conduct"(105). De la historia al discurso FABULA Y TRAMA Referir una historia no es sólamente mostrar el aceitado mecanismo que une personajes, conflictos y acciones, sino, sobre todo, construir una estructura discursiva capaz de hacer atractiva esa historia por la manera que ella es contada. los estudios realizados por los formalistas rusos constituyen una invalorable ayuda en este sentido, pues enseñan al guionista algunos aspectos estructurales que rigen las relaciones de la historia (o de la fábula, como fue denominada por ellos), con la

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arquitectura final que exhibe una obra (en nuestro caso, un guión de cine) y que constituye siempre una selección de aquellos acontecimientos que se contarán y de las modalidades según las cuales se contarán estos acontecimientos para que el espectador infiera la fábula. Los formalistas, con Shklovski a la cabeza, denominaron syuzhet a esta organización discursiva del material, término que a menudo se traduce trama. Así, si la fábula es aquello que se cuenta y que finalmente el espectador reconstruye como mundo posible, la trama no es más que el rompecabezas que el guión propone para que el espectador deduzca la fábula. Por tanto, estructurar un guión, es proponer un esquema dinámico de juego (y no, simplemente, deshilar una sucesión de acontecimientos). David Bordwell (y, en un sentido hasta cierto punto equivalente, Umberto Eco), han logrado, al trabajar con el problema de la actividad del receptor de un texto narrativo, algunos resultados que pueden ser muy útiles a la hora de estructurar un guión y que esbozaremos brevemente. La primera consideración importante consiste en reconocer la cantidad de modificaciones, de deformaciones podríamos decir, que el guionista introduce sobre la fábula que previamente ha creado para contarla. Al contar, la trama omite, recalca, repite, comprime, distiende, anticipa o retarda la información de la fábula con la finalidad de concitar en el espectador variados efectos. La omisión de una información crucial (por ejemplo, el desenlace de una acción que venía ejecutando el personaje) hace que el espectador necesariamente produzca diversas hipótesis en

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relación a los datos que le faltan. El retardo de una información importante tiende a generar suspenso (¿qué habrá pasado con la muchacha en los rieles del tren?). La brusca liberación de una información omitida, es causa de sorpresas y así sucesivamente. La trama es el lugar de la manipulación y manipulando el conocimiento y, en consecuencia, los sentimientos es como llega la historia al espectador (106). Algunas de estas "distorsiones" discursivas han sido estudiadas ampliamente, pues forman parte de la forma usual de relatar una historia. En particular, son valiosos los trabajos de Gérard Genette, los cuales, aunque inicialmente surgieron del análisis literario, muy pronto encontraron su aplicación en análisis del fenómeno fílmico(107) Les daremos un breve vistazo. USO DE LA VOZ Inventar una narración significa, en primer término, inventar un narrador, circunstancia a la que se someten todos lo que han tenido la experiencia de escribir un relato de ficción: cada relato tiene su manera de ser narrado, su ritmo y su tono y detrás de estas escogencias, se oculta la figura discursiva del narrador, un fenómeno de voz, al decir de Genette. El tránsito entre el guión literario y el film acabado revela para el cine el síntoma de una singularidad que ha sido la base de una larga polémica: aquella que gira en torno a la existencia de un narrador dentro del film o, más aún, que reflexiona en torno al hecho de si el cine puede explicarse bajo las consideraciones de una teoría diegética (es decir, como acto

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narrado por un narrador) o, por el contrario, de una teoría mimética (como imitación, a la manera del teatro, de un mundo ficcional (108)) Afortunadamente, cuando el film es todavía guión, la polémica no tiene lugar: el soporte literario en este estado previo del film no admite discusiones, nos encontramos directamente con la existencia de un narrador. ¿Qué opciones tiene el escritor para establecer su narrador? En primer lugar, tiene opciones de nivel(109). Puede decidir contar su historia directamente a través de acotaciones y diálogos o puede establecer niveles más profundos de narración, por ejemplo, al designar como narradores a uno o varios de sus personajes (Ejemplo paradigmático: Rashomon, de Akira Kurosawa). En el primer caso se tiene un narrador extradiégetico, término que, según el neologismo ya universalizado por Genette, designa a aquel narrador que figura como instancia productora del relato principal (y que es el caso más frecuente, el productor de las acotaciones y los diálogos en el guión de cualquier film narrativo tradicional). Correlativamente, Genette llama narrador intradiegético a cualquier narrador que produce un relato anidado dentro del relato primero, esto es, a cualquier personaje que es representado en el acto de narrar. El relato producido en este último caso es denominado por Genette metadiégesis o relato metadiegético. ¿Cuáles son las reglas que rigen el uso de estos niveles? O más aún, ¿podríamos hablar de reglas? Dos circunstancias pueden ser consideradas. En primer lugar, es innegable que desde su

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comienzos, el cine ha establecido códigos(110) en base al uso y a su aceptación. En segundo lugar, dichos códigos son abiertos, en el sentido de que cada nuevo texto tiene la posibilidad de establecer modificaciones y proponer expansiones del código. Dentro de esta perspectiva, enumeremos algunas convenciones en el manejo de los niveles narrativos. − Desde el punto de vista del lenguaje cinematográfico, el cambio de narrador cuenta con convenciones bastante generalizadas: un primer plano seguido por una disolvencia constituye la articulación de paso entre las historia del primer nivel y la historia contada (inclusive pensada o imaginada) por un personaje. En oportunidades la disolvencia es sustituida por un corte directo pero siempre el señalamiento de la delegación en nuevo narrador se realiza a través de la escala. − El uso de la denominada voice−over (111) (o voz de un narrador coincidente con la imagen), es un recurso claro de señalamiento del narrador y permite denotar con claridad el nivel de narración. − También se ha convencionalizado el marcaje del comienzo y el final de un relato metadiegético, por lo que al final de un tal relato es pertinente el regreso al comienzo de la situación enunciadora, por ejemplo, mediante el remate de la historia metadiegética en boca del personaje narrador. − Una vez establecida la situación metadiegética, ésta se mantiene hasta que se opere nuevamente un cambio de narrador. La violación de esta convención (la cual se enmarca dentro de las

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figura denominadas metalepsis por Genette) actúa como una fórmula de extrañamiento, situación evitada en la narrativa clásica. − En todo caso, lo importante radica en la claridad en la estructuración de los niveles narrativos, en la identificación de los diferentes niveles de narración y sus consecuentes narradores. un vistazo a las funciones capaces de ser llevadas a cabo por un relato metadiegético, sirve para ubicar al escritor frente a un escenario de posibilidades del cual no siempre tiene conciencia: puede cumplir esencialmente una función explicativa (señalando una causalidad entre los acontecimientos relatados en la metadiégesis y aquellos que ocurren en la diégesis); una función predictiva (los acontecimientos de la metadiégesis indican, no las causas previas, sino las posteriores consecuencias de la situación diegética); una función temática (el eslabón entre diégesis y metadiégesis es puramente temático); una función persuasiva (la metadiégesis constituye en sí un discurso persuasivo intradiegético, ejemplo típico: Las Mil y Una Noches de Pasolini) o una función distractiva y/o obstructiva (el acto narrativo metadiegético en general sirve como obstáculo para la comunicación, por ejemplo, actuando como elemento de retardo, de ocultamiento, etc.). USO DEL TIEMPO. ORDEN Genette estudia la disposición temporal del discurso en relación a la cronología de la historia atendiendo al hecho de que casi

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todo relato altera la secuencia temporal de los hechos narrados(112) . Discrimina así, por un lado, variaciones del orden temporal en las que segmentos previos a la historia en curso se insertan en el presente relatado −los llamados flash−backs y que Genette denomina analepsis− y, por otra parte, las prolepsis o anticipaciones, que insertan en el discurso segmentos de la posterioridad de la historia. El aspecto central del manejo del orden para el escritor consiste en que éste provee la posibilidad de reordenar los acontecimientos en el discurso de acuerdo a consideraciones dramáticas. Algunos ejemplos bastan para hablarnos de cómo se explotan las posibilidades de reordenamiento. − Las analepsis explicativas(113) (ver supra) constituyen no pocas veces el cuerpo casi entero del relato e introducen en el espectador la curiosidad y el interés. Ejemplos: Seguro Está el Infierno, del hispano−venezolano José Alcalde; Le Jour se Lève de Marcel Carné. − Otras veces, las analepsis metadiegéticas conforman, en sí mismas, episodios insertos dentro de la diégesis principal: caso ya citado de Las Mil y Una Noches. − La función obstructiva/distractiva, como elemento constructivo del suspenso, ejecutada algunas veces por el montaje paralelo, puede hacer uso de las inserciones acronológicas: The color Purple, de Steven Spielberg, muestra una escena en la que la tentación de un asesinato se ve distendida por la introducción de atropelladas escenas de un rito africano de circuncisión.

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DURACION El problema de la duración remite a las figuras de compresión o dilatación del tiempo diegético, o, en términos precisos, a las relaciones comparativas entre el tiempo de la historia y el tiempo del discurso. Un principio ya mencionado, el de concentración, presupone, entre otras cosas, el recorte de la sustancia temporal de la historia para su instalación en el discurso: el discurso muestra sólo los momentos escogidos por la narración y, por tanto, a menudo hace uso de la elipsis con el fin de obviar los momentos muertos (o, como ya dijimos, de omitir retazos cruciales para mostrarlos posteriormente). Como resultado de esta operación, el film presenta, generalmente, en el transcurso de unos noventa minutos, una historia que acaece en lapso variablemente mayor. El tiempo diegético es casi siempre mayor que el tiempo fílmico. Pero el cine (y no solamente el cine, claro está) cuenta con la posibilidad de relatar un acontecimiento en un tiempo mayor que el tiempo de la ocurrencia original: es lo que sucede, por ejemplo, con la cámara lenta o el uso de fotos fijas. Por último el cine tiene la posibilidad de igualar la temporalidad relatante con la relatada, igualando el tiempo fílmico al tiempo diegético, como lo hace Hitchcock en The Rope, donde la acción relatada dura tanto como el tiempo que se utiliza para relatarla. Teniendo estos grados de libertad, el escritor procede a administrar el tiempo dentro del marco que le imponen las

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restricciones usuales: no cuenta, salvo en poquísimas excepciones, con más de dos horas para su relato(114). Finalmente hay que acotar que las decisiones en cuanto a la duración intervienen en el ritmo del guión, circunstancia importante tanto para la construcción literaria del film en el guión, como para su posterior realización. FRECUENCIA Ya tratamos el tema de la repetición y ahora precisaremos los sentidos en los cuales el estudio de la frecuencia podría ayudar a una mejor consideración de ese aspecto. La frecuencia, para Genette, mide comparativamente el número de ocurrencias de un hecho en la historia en relación al número de mostraciones de ese mismo hecho en el film. Si los acontecimientos no aparecen con ninguna repetición, Genette habla de que su frecuencia de presentación es singulativa. Si un acontecimiento que se tiene como ocurrido una sola vez en la historia se muestra varias veces, Genette habla del uso de la frecuencia repetitiva. Por último, todas aquellas figuras que denotan, a través de un sólo acontecimiento, la ocurrencia repetida de una misma acción a través del tiempo, es referida como producto del uso de la frecuencia iterativa (en literatura, las mencionadas figuras equivaldrían al uso del imperfecto en oraciones como "La niña solía tomar sol por las tardes" o "Acostumbraba beber cerveza cuando se encerraba en su habitación"). La repetitividad es un recurso de énfasis, la iteratividad un recurso constructivo. Mediante la primera es posible recalcar una

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idea obsesiva (uso frecuente que le dan, por ejemplo, algunos imitadores de Hitchcock, para hablar de un personaje perseguido por una obsesión "traumática"), la segunda está de hecho presente en cada acto del personaje el cual sirva para caracterizarlo, aún cuando su uso se reserva para cuando la iteración es fuertemente enfatizada. Con la repetitividad se logra la resemantización de segmentos particulares del film, con la iteratividad, la construcción económica de situaciones(115). Estas observaciones no cubren exahustivamente el uso constructivo de la frecuencia, suministran más bien la perspectiva de los recursos con los que cuenta un escritor al utilizarla. DE LA PERSPECTIVA. En el aspecto de la perspectiva Genette sitúa la problemática que, en el seno de la tradición narrativa, ha girado alrededor del llamado problema del punto de vista. Por punto de vista entiende Eloise Jarvis Mc Graw el "ángulo a través del cual el autor provoca en el lector su visión de la obra"(116). Genette formula su noción de focalización atendiendo a una distinción de Todorov que reconoce "los diferentes tipos de percepción recognoscibles en el relato...", para los que logra una clasificación ya clásica en los estudios narratológicos: 1. Una "visión por detrás" que equivale a la tradicional posición de omnisciencia; 2. Una "visión con el personaje", característica del punto de vista a través de un personaje y 3. La visión "desde afuera del personaje", en la que el

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personaje es visto en su aspecto exterior, bajo la convención de que el narrador no puede penetrar en el mundo interno del personaje. Estas tres posiciones narrativas, las cuales, para Vanoye surgen en respuesta a la pregunta: "¿Quién ve?" (así como la voz responde a la pregunta: "¿Quién habla?"), Genette las retoma en su discusión de la perspectiva, introduciendo la idea de una especie de filtro que actúa sobre la información del drama. Genette distingue tres tipos de focalización que corresponden al los casos estudiados. Una focalización de grado cero, una focalización interna y una focalización externa (117). "It is all in your point of view", así titula Jarvis su capitulo dedicado al punto de vista. Y es que, en efecto, las decisiones en torno al punto de vista juegan un papel definitivo sobre lo que Vale denomina el efecto sobre el espectador. Recoge− remos algunos observaciones aisladas que fundamente este aserto. − En primer término, la identificación − entendida como fenómeno mediante el cual el espectador hace suya la gesta del héroe− se logra a menudo mediante el uso de la focalización interna: espectador y personaje comparten un mundo de conocimientos que se hace mundo de sentimientos. Las películas de la serie negra hacen uso canónico de este principio. Sin ir más lejos: Chinatown de Roman Polansky. − La focalización cero (narración omnisciente) constituye una convención de "objetividad". Así, si un film habla de la historia

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de tres hermanas, escogerá, en la focalización cero, la adherencia a un punto de vista equilibrado y "objetivo": Tres Mujeres de Robert Altman. − El suspenso es a menudo un producto del cambio de focalización: la focalización interna que nos identifica con un personaje es sustituida de súbito por una focalización cero: de saber tanto como el personaje pasamos a saber más que él y a conocer los peligros que él ignora. North by Northwest del maestro Hitchcock. − La focalización externa permite la manipulación de la curiosidad y la irrupción de la sorpresa. Del no saber pasamos al saber con el desconcierto propio del engaño o del chiste: No way out (sin salida) de Donaldson, donde el héroe se revela espía en las últimas escenas del film. (En literatura El juguete rabioso, novela de Roberto Arlt, lleva a cabo exactamente la misma triquiñuela, haciendo al personaje narrador inesperadamente traidor). En conclusión, el conocimiento de estas técnicas de construcción (118) que provienen de la literatura y que perviven en el cine, son otro recurso más para que el guionista una su talento a la reflexión, el análisis a la creatividad. Bibliografía ARISTOTELES. Poética. Universidad Nacional Autónoma. México. (4.a. Ed. 1982. Ediciones de la Biblioteca Central de Venezuela), 1982. AUMONT, Jacques. L'image Editions Nathan, Paris, 1990.

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ROMAN J. M. y otros. Análisis Transaccional Ediciones CEAC. Barcelona, 1983. ROSEN, Philip (comp.). Narrative, Apparatus, Ideology Columbia University Press, New York, 1986. Notas (1) Las excepciones, pertenecientes a textos límites, confirman vigorosamente la regla. (2) Sin necesidad de mencionar a Beckett o a Ionesco, bastaría pasearse por algunos grandes protagonistas del cine de ficción, desde Nosferatu hasta Batman. (3) Esto, entre otras cosas. El proceso psicológico que desemboca en la creación de una obra dramática es, a todas luces, altamente complejo, y está muy lejos el presente trabajo de cualquier discusión en torno a él. (4) La dicotomía entre film de acción y film de personaje apuntada por Michel Chion y por Cucca se emparenta con la distinción de R. Barthes entre relatos nucleares (llenos de acción) y relatos indiciales (en los que prevalecen atmósferas y personajes). En la práctica, sin embargo, la escogencia de uno de los polos por el escritor no lo exime en términos del otro, por lo que, como afirman Bentley y Vale, acción y personaje parecen ligados en forma indisoluble. Chion, lo formula en estos términos: "Avec beacoup d'action, les personnages tendent a devenir des ionnettes, et avec grande subtilité psychologique (disent certains), action se ralentit et perd son importance.

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L'ideal serait combiner et d'imbriquer caractère et action, ce qui est s facile à postuler dans l'abstrait qu'à réaliser dans faits" ("Con mucha acción los personajes tienden a convertirse en marionetas, y con grandes sutilezas psicológicas (según dicen algunos) la acción se hace lenta y pierde su importancia. Lo ideal sería combinar carácter y acción, cosa que resulta más fácil de postular en abstracto que de realizar en los hechos") (5) Para Bentley: "Personaje y acción se hallan tan perfectamente coordinados que la cuestión de la prioridad de unos sobre otros pierde toda su pertinencia". En realidad, el análisis contemporáneo del personaje sigue fluctuando entre ambos polos, pero resuelve esta multiplicidad ejecutando "niveles de lectura" del personaje: en un nivel, el personaje, es acción pura (en acto o en potencia). En otro, es, esencialmente, un haz de atributos. (6) La unidad de opuestos de Egri implica la coexistencia irreductible de dos fuerzas en pugna, características según el autor, del buen conflicto dramático. Sólo a través de una tal unidad, el personaje, sobre todo el protagónico, es capaz de modificarse. Un caso claro de la unidad de los opuestos lo constituye la simbiosis. Brian de Palma tiene un bello ejemplo en el film "Las Siamesas Diabólicas", inseparables y mutuamente execradas. (7) Egri, por su parte, opta por la idea del personaje como

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instancia generadora de la acción. No en vano un capitulo de su libro se intitula: Characters Plotting Their Own Play. (8) Según Howard Lawson (1949:327), Ibsen construye sus personajes (por lo menos en el caso de "Casa de Muñecas") "proyectando toda una serie de crisis en su vida anterior". (9) Nótese que esta distinción temporal presupone una escogencia discursiva que evada las complicaciones cronológicas, lo cual es otra manera de decir que, para Field, cine es el cine narrativo norteamericano, (cine, por excelencia, convencional y "anti−brechtiano", como más sinceramente lo admite James Boyle, profesor de una escuela de cine de los Angeles.) Idéntica observación se puede formular en relación al llamado paradigma de Field, de extendida difusión entre los profesores de guión de los Estados Unidos y que para su autor participa de una universalidad dentro de la que se ajustan desde un Spielberg hasta un Kurosawa o un Bergman. (10) "Potencial climático: capacidad del personaje, orientada hacia un fin, para manejar dos emociones fuertes a la vez. ... Un personaje con potencial climático, aunque se mueve esencialmente compelido por el deseo, todavía es capaz de sentir la demanda de otra emoción contradictoria". (11) "Los personajes se mueven incansablemente de un estado mental a otro; están forzados a cambiar, a crecer, a desarrollarse..." (12) "Las contradicciones en el interior del hombre y las

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contradicciones a su alrededor crean una decisión y un conflicto. Estas a su vez lo obligan a tomar una nueva decisión y a participar en un nuevo conflicto". (13) Linda Seger, en su manual de reescritura guionística traza lo que denomina el "arco de transformación" que va de la posición inicial del personaje hasta una posición extrema de modificación, pasando por una posición moderada o intermedia, considerando así instancias posibles de transformación que podrán ser escogidas en el guión (y que, definirán posibles personajes) (14) La dinámica de la relación antagonista−protagonista es indicada claramente por Boyle: el protagonista no se modifica, sino que su oposición al antagonista, provoca un cambio en él. Recuérdese a Yago, el gran antagonista. (15) "Le coup de thèâtre (plot point des Américains, 'peripeteia' d'Aristote), est un brusque revirement qui modifie la situation et la fait rebondir de façon imprévue..." Chion (1985:153) (El coup de thèâtre (plot point de los americanos) es un cambio brusco que modifica la situación y la hace "rebotar" de manera imprevista). (16) Para Hitchcock, según cita Chion, el "Mac Guffin" es un objeto extremadamente importante para el personaje −un documento secreto, un mapa, secretos militares o políticos− pero sin ninguna importancia para el narrador. (17) Hay varias maneras de abordar esta distinción: una, ya mencionada, consiste en postular varios niveles de lectura

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del personaje, como lo hace Casetti en "Como Analizar un Film". Otra es hacer énfasis en el efecto−persona, como lo hace Jose María Diez Borque en "El Personaje Dramático." (18) Un personaje de películas es una simulación y una simplificación de una persona. Aunque representada por un actor viviente, no es un verdadero ser humano. (19) Ver Greimas y Courtes. (20) El análisis narrativo contemporáneo, en sus diversas manifestaciones, ha autonomizado el texto, incluso, en la instancia del narrador, al afirmar que, desde el punto de vista semiológico, "el narrador y el personaje están en el mismo plano textual, mientras que autor es un término extratextual", como bien lo señala Palomero en su tesis doctoral. (21) "Paris y Balbec están al mismo nivel, así el uno sea real y el otro ficticio y nosotros somos, todos los días, objetos de relato, cuando no héroes de novela". (22) La castración, propia de la fase del Edipo, reafirma esta carencia inicial al negar en el infante su posibilidad de fusión con el Otro, y por ello, su completud. A partir de allí, el sujeto se percibirá incompleto, carente −castrado− del falo, destinado a su búsqueda permanente. (23) Tan es así que, como era de esperarse, los más recientes manuales franceses hacen uso del esquema actancial. Este es el caso de Pierre Jenn, quien en su "Techniques du Scénario" lo utiliza directamente para la construcción del personaje y

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de Francis Vanoye, quien recurre al mencionado esquema para el análisis de los modelos de personaje, en su "Scénarios Modèles, Modèles de Scénarios. " (24) Ver la obra del "Groupe d'Entrevernes". (25) Otra aproximación permitiría utilizar la codificación de los roles narrativos debida a Claude Bremond (En su "Logique du Récit") para generalizar, "a nivel de la historia", el proceso que se lleva a cabo desde un rol. Así, un "civilizador" puede en la historia actuar como un "protector" o como "degradador", según intervenga en un proceso de salvaguarda de un cierto personaje (o rol) sometido a una posible degradación (una comunidad indígena, por ejemplo) o bien, participe modificadoramente propiciando la degradación (al esquilmar a nuestra hipotética comunidad). (26) Al respecto de una concepción del personaje como "relación", Juán Carlos Genet dice: "... un personaje "no es", sino en "relación activa" (por la acción), con los otros personajes. La tan mentada 'psicología' del personaje no existe a priori, antes de la acción. Existe sólo una manera de "hacer en" "procura de algo"" (Los subrayados son de Genet). Más formalmente, Philippe Hamon, en su renombrado artículo "Pour" "un Statut Sémiologique du Personnage, "no hace más que definir el personaje en términos relacionales, destacando la supremacía de la red interaccional de los personajes, por sobre el "ser" individual de cada uno de ellos. (27) Aquí se ve cómo los roles psicológicos pueden jugar tanto

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un papel atributivo (un personaje "víctima" puede, narrativamente, ser un degradador), como un papel propiamente narrativo (al coincidir el rol psicológico con el rol narrativo, por ejemplo, el Rocco de "Rocco y sus Hermanos" de Visconti, salvador en todo terreno). (28) La relación entre los intercambios de rol y la situación dramática, tal como la entiende Pavis, es decir como "congelación" del desarrollo de la acción a partir de la cual se obtienen "cuadros estáticos", debe ser estudiada más a fondo. En particular, la relación entre los mencionados intercambios y las configuraciones actanciales propias de cada situación dramática. (29) Bergman, como es de suponer, tiene más de un brillante ejemplo de tales juegos. En Fanny y Alexander, una breve escena entre un tío de los niños y su mujer, da cuenta de la dramática eternidad que condena a la pareja a jugar el juego sado−masoquista de "Patéame": brillante muestra del triángulo del Karpmann, de los juegos psicológicos y del talento del director. (30) Este ocultamiento a veces está altamente codificado: caso de las telenovelas o en la comedia ligera en las que el "No" de un personaje, acompañado de cierto titubeo, significa inequívocamente un "Sí". (31) Hay otra razón por la cual lo "obvio" y lo "explícito" es tan mal visto por la preceptiva dramatúrgica, por qué "ofende la inteligencia del lector". Lo que se requiere del buen

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drama es que ponga en participación al espectador, que lo demande para la reconstrucción de lo "no dicho" (a través, sobre todo, de sus propios "no dichos"). (32) La coincidencia o el contraste entre lo que el sujeto dice analógicamente (con su cuerpo, con sus gestos, etc), lo que postula digitalmente (con sus palabras), y del sentimiento interior que se revela como resultado de sus acciones, constituye un punto central en ciertos análisis terapéuticos (Por ejemplo para los seguidores de las teorías bioenergéticas). De nuevo nos encontramos con sentido múltiple en la comunicación que le da "espesor" a lo que hace el personaje, a la puesta en texto de la eterna contradicción entre lo se que dice y lo que se siente, lo que se desea y lo que se prohibe. (33) Todo escritor es un esquizofrénico en el momento de la escritura: Mario Vargas Llosa lo ilustra convincentemente en su novela La Tía Julia y El Escribidor. Un escritor es alguien que puede ponerse simultáneamente en el lugar de sus personajes y un un lugar exterior que no está en ninguno de ellos (¿El lugar de Dios?). (34) En realidad, un inmenso terreno de posibilidades se abre al estudio de las interacciones personales mediante modelos formales. Apenas mencionaremos los trabajos de Watzlawick acerca de la comunicación, los estudios de Georg Gerbner, los trabajos de antropología aplicada de Brembeck y Howell, etc. Véase, por ejemplo, el libro de Valbuena de la Fuente.

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(35) La polaridad presente en el carácter obsesivo, por ejemplo, queda reorganizada según Lieberman y Maldavsky, de acuerdo al cuadrado semiótico, en la cuadrupla siguiente: ser ordenado ser vicioso || || || ser virtuoso ser desordenado Los elementos de la columna de la izquierda (deixis izquierda) corresponden al carácter obsesivo, los de la derecha −ya en el marco de la desestructuración intrapersonal, es decir, de la psicopatología− a la psicopatía. Idénticos cuadrados son formulados en relación a las histerias, las ciclotimias, etc. (36) "Un hombre caminando es acción, un pájaro volando, una casa en llamas, la lectura de un libro. Cada manifestación de la vida es 'acción'". (37) Según la definición de Touchard citada por Bentley. (38) También Luis Espinal hace uso del concepto de "núcleos" "de" "acción" para descubrir la estructura de un cuento cuya adaptación ilustra su breve manual. (39) "Te juro que lo mataré", dice el héroe al soplón. Triple indicación que remite al suministro de una información ("A quiere matar a B"), a la conjunción del personaje enunciador con un objeto (el compromiso), y a una consecuencia (la delación del soplón).

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(40) Otro aspecto de la multiplicidad del parlamento es el que se pone de relieve al analizar lo que Bandler y Grindler denominan la "referencialidad" y que remite al grado de ocultamiento que hace cada parlamento de sus referentes. Utilizando las categorías Chomskianas de "estructura" "superficial" y "estructura" "profunda" será posible determinar qué oculta cada parlamento (y cómo lo oculta). La distancia entre el "decir" y el "hacer" es casi un requisito constituyente: la distancia entre estos dos términos −entre estructura superficial y estructura profunda− se acorta a medida que se acerca el clímax, momento en que se presupone un "desnudamiento" psicológico (por ejemplo en el final de "Casa de Muñecas" de Ibsen, o en "Sex, Lies and Videotape" de Steven Soderbergh). (41) En este caso, la saga por la consecución del objeto configura un programa narrativo susceptible de ser descompuesto en diferentes acciones: la búsqueda del tesoro presupondrá desplazamientos, peleas, indagaciones, etc. Cada una de estas acciones cobra su significado en relación a la consecución del tesoro, cabiendo la posibilidad de que dos actividades (el desplazamiento en un bote y en un avión) tengan exactamente el mismo "significado" en relación a la acción base. (42) Sin embargo, no estamos de acuerdo con el autor cuando re− duce la acción dramática a una sucesión de actos comportamen− tales de los cuales −explícita e inexplicablemente− excluye

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los actos de habla y, tácitamente, las modificaciones psicológicas, (que pueden hacerse manifiestas por un simple cambio gestual). Para Moles, el análisis de las acciones teatrales se limita casi al de un problema de cinemática (¿Quién hace qué, cuándo y dónde?), mientras que su estudio de los actos cinematográficos no es más que un catálogo permutable de acciones vistosas. (43) El estudio de los programas narrativos, y de sus etapas (manipulación, adquisición de la competencia, realización y sanción), puede constituirse en una ayuda invalorable para el guionista (que no hace otra cosa que estructurar programas narrativos). A través del análisis abstracto se pueden "ver" las piezas constituyentes de la acción y detectar las piezas faltantes. (44) De allí las metáforas que confieren al itinerario a que es sometido el espectador una suerte de disposición geográfica o melódica, con cimas escarpadas, colinas y valles para el descanso. (45) Un valioso comentario de Chatman comentando a Todorov distingue entre personajes "apsicológicos" y personajes "psicológicos", definiendo los primeros como aquellos personajes que son pura potencialidad en base a sus atributos: el "malo" hace maldades, la "seductora" solo seduce (y solamente es seductora) y los segundos como aquellos cuyos atributos conforman un exceso, un lujo en beneficio de su "psicología".

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(46) O, lo que es lo mismo en términos formales, las posibilidades de que la manipulación (en el sentido greimasiano) intervenga para proponer un nuevo contrato, es decir, la obligación, para el sujeto, de llevar a cabo un nuevo programa narrativo. El detalle no es más que la expresión de ese poder de azar que constituye la carta secreta de todo relato: al final todo lo que ocurre en cualquier historia es una casualidad ventajosa a su creador. (47) "Conflicto es el inter−juego entre fuerzas que apuntan hacia objetivos mutuamente incompatibles" (48) "La base de todo drama es el conflicto; una vez que Ud. define la necesidad de su personaje, esto es, que encuentra qué es lo que él quiere alcanzar en el transcurso del guión, cuál es su objetivo, puede crear obstáculos a esa necesidad. Esto genera conflicto..." (49) Ningún diálogo, aun el más agudo, puede dar movimiento al drama si no sigue al conflicto. Sólo el conflicto puede generar más conflicto, y el primer conflicto proviene del ejercicio de una voluntad consciente que decide alcanzar un objetivo determinado por la premisa de la obra. (50) Esto, sin duda, es un postulado básico de la dramaturgia clásica. Corneille ("Discurso Sobre el Poema Dramático"), citado por Pavis, lo formula de manera casi idéntica: "la acción debe ser completada y acabada, es decir que en el acontecimiento final el espectador debe estar perfectamente instruido de los sentimientos de todos cuantos han

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intervenido en ella, de manera que salga con el espíritu en calma y no tenga duda de nada" y Hegel en su Introducción a la Estética, señala, tal como lo reproduce Pavis, que el conflicto es lo característico de la acción dramática: "La acción dramática no se limita a la tranquila y simple realización de un objetivo determinado. Por el contrario, tiene lugar en un medio constituido por conflictos y colisiones, y es el blanco de las circunstancias, de pasiones y caracteres que la contrarrestan o se le oponen. Estos conflictos y colisiones engendran a su vez acciones y reacciones que, en un momento dado, hacen que la calma sea necesaria". (51) "La gran falta es la hamartia que, según observa Corneille, puede significar en griego tanto error como falta; es un producto de la mala suerte o una falta moral o cualquier cosa entre las dos. La hamartia es el pivote de un trastocamiento de gran amplitud que conduce de la felicidad a la desgracia a un hombre que, no siendo malo, no merece su suerte ... Este trastocamiento suscita la inquietud en el espectador, es decir, en el propio sentido, destruye el reposo, el sentimiento de comodidad en que lo había colocado el prólogo y lo sumerge en la agitación" (52) También aquí la dramaturgia clásica caracteriza para la tragedia este cambio cualitativo con acontecimientos como la peripecia, que es, al decir de Aristóteles "la inversión de las cosas en sentido contrario" y el reconocimiento, que es

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"... una inversión o cambio de ignorancia a conocimiento que lleva a amistad o a enemistad de los predestinados a mala o buena ventura". (53) "Un incidente, o evento, que se 'engancha' en la historia y la hace girar en otra dirección" (54) Mencionamos informalmente una división del film que es en realidad la base de una delicada discusión. Por una parte, en términos de escritura, el guionista maneja los conceptos de escena, secuencia y parte, con referencia inmediata al problema técnico de la filmación: así una escena constituye una unidad íntegramente filmable sin que haya movilización del equipo (de ahí que se exija la unidad de tiempo y de lugar y del señalamiento de las condiciones de filmación: exterior o interior). Por otra parte, la naturaleza dramática de su material lo obliga a la creación de unidades −escenas si se quiere, y también secuencias− cuyo principio integrador lo constituye la acción y que en algunos casos no coinciden con las escenas en el primer sentido mencionado (de aquí que la "scaletta" preliminar o disposición en serie de las escenas a ser escritas no coincida con un listado de la escenas del guión). Otro problema muy distinto −complejo y que escapa a los objetivos del presente estudio− es el de la segmentación del film ya elaborado en escenas, secuencias y partes en atención tanto a su contenido dramático como los elementos expresivos del film (continuidad en la imagen y el sonido, elementos de modificación de los registros, como a las

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disolvencias y los fundidos, etc.). (55) La dramaturgia teatral de los siglos XVI y XVII, consecuente el precepto pretendidamente aristotélico de la unidad de acción, reducía el conflicto a uno solo y por ende la trama a una sola línea narrativa. Muchos films, muestran esta estructura más característica de lo "teatral". (56) La cantidad de conflictos secundarios que soporta un género depende esencialmente de sus posibilidades de extensión. Así, a la casi obligatoria unicidad del conflicto teatral, se opone la multiplicidad de líneas narrativas de la novela televisiva. El cine se situaría entre estos dos extremos. (57) Hemos constatado posteriormente en la obra de Anne Ubersfeld un estudio de los "triángulos actanciales" que se emparenta con las presentes consideraciones. (58) Modelo aplicable tanto para un conflicto externo (Indiana Jones, durante cualquiera de sus persecusiones que intercambian vertiginosamente estos roles) como interno (muchos filmes de Bergman). (59) En este otro contexto, el discurso es el "mundo comentado, lugar de la comunicación". La historia constituye "el mundo relatado, 'otro mundo' concluido". Relato y comentario, (discurso e historia), son manifestaciones de dos actitudes lingüísticas diferentes del sujeto de la enunciación en relación con el enunciado. (60) Aumont ha dicho que todo relato describe un itinerario de

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lucha entre el Deseo y la Ley. (61) Visto así, habría que preguntarse acerca de la naturaleza de lo verosímil, porque el término que introducimos −bastante difuso− de "lector" "común" remite, o bien a una abstracción tex− tual: el "lector" "modelo": o bien al "lector" "pragmático" (Ver Lector in Fabula, de Umberto Eco), individuo particular en cada ocurrencia de lectura, cuya condiciones de credibilidad, sin duda, tienen que ver con su psicología individual. En este sentido, quien desee profundizar en el concepto clave de "verosimilitud", puede consultar el número 11 de "Comunications:" "Lo" "Verosimil", citado en la bibliografía. (62) Un silogismo entimemático es "un silogismo retórico que consta de premisas probables y es usado con la finalidad de persuasión y no con la de instrucción". O también: "es un silogismo que procede de signos aparentes para llegar a probables realidades que están detrás de los signos". (Tomado de Niccola Abbagnano, Diccionario de Filosofía.) (63) Citado por Tomashevski. (64) Para una ampliación de las motivaciones, ver el texto de D. Bordwell. (65) Vale analiza los efectos emocionales sobre el espectador en términos del placer y la frustración que le provoca el material que el relato anticipa. El placer se alcanza cuando una anticipación realizada por el espectador es cumplida por el relato, circunstancia que concita en éste una posición de omnipotencia. La frustración aparece cuando una expectativa

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es burlada, lo que desemboca en la sorpresa y en el nacimiento de nuevas anticipaciones. Este peremne juego entre el poder del "yo" y el poder del "otro" sobre el destino que impera en la diégesis, constituye el desafío de toda buena narración. Algunos géneros, no obstante, obtienen sus dividendos del desarrollo que se opera en uno de los dos extremos: caso de las llamadas "comiquitas", que refuerzan la fantasía de la omnipotencia infantil y colocan al niño en completo control del mundo relatado. Caso también, por qué no, de la mayoría de las telenovelas, que, con su previsibilidad, refuerzan las expectativas emocionales de sus espectadores, con la consiguiente ganancia ideológica para el texto y para quienes se encuentran detrás de él. (66) Al respecto, dice Umberto Eco, al comentar la autonomía de uno de sus personajes: "Que no se piense que esta es una posición 'idealista', como si se dijese que los personajes tienen vida propia y que el autor, como un 'medium', actúa siguiendo sus propias sugerencias. Tonterías que pueden figurar entre los temas de un examen de ingreso a la universidad. Lo que sucede, en cambio, es que los personajes están obligados a actuar según las leyes del mundo en que viven". (67) Para Pudovkin "El gesto es la manifestación directa del estado interior del hombre, el gesto precede a la palabra". No se olvide además que el uso del Primer Plano asegura para el cine una supremacía del detalle, y en particular una

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valorización del gesto, desconocida −e imposible− en el teatro. (68) "Los personajes se mueven incansablemente de un estado mental a otro; están forzados a cambiar, a crecer, a desarrollarse..." (69) "Las contradicciones en el interior del hombre y las contradicciones a su alrededor crean una decisión y un conflicto. Estas a su vez lo obligan a tomar una nueva decisión y a participar en un nuevo conflicto". (70) La dinámica de la relación antagonista−protagonista es indicada claramente por Boyle: el protagonista no se modifica, sino que su oposición al antagonista, provoca un cambio en él. Recordemos a Yago, el gran antagonista. (71) Dice Chion: "Le coup de thèâtre (plot point des Américains, 'peripeteia' d'Aristote), est un brusque revirement qui modifie la situation et la fait rebondir de façon imprévue..." (El coup de thèâtre (plot point de los americanos) es un cambio brusco que modifica la situación y la hace "rebotar" de manera imprevista). (72) Para Hitchcock, según cita Chion, el Mac Guffin es un objeto extremadamente importante para el personaje −un documento secreto, un mapa, secretos militares o políticos− pero sin ninguna importancia para el narrador. (73) W. H. Clarence afirma: "Llamo composición [de una obra fílmica] a la estrecha relación de dependencia que han de tener unos elementos con otros, de tal modo que no quede

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jamás un cabo suelto, ni una situación planteada en el aire, ni aparezca nada, ni en imagen ni en diálogo, que carezca de valor como elemento del conjunto". (74) Con esto queremos decir que cualquier corte paradigmático del texto mostrará un tejido rico de por sí en la medida en que en él se muestre la intervención orquestada de diferentes personajes, y por ende, diferentes actitudes, puntos de vista y acciones. A nivel sintagmático, sin embargo, es inevitable (y necesaria) la redundancia, o bien porque los personajes repiten sus actos a diferentes niveles de intensidad (de hecho, el carácter cíclico con que aparecen las crisis, los clímax y sus resoluciones, es eminentemente repetitivo) o bien porque el manejo de la información recomienda un uso estimable de la redundancia. (75) Una tercera vertiente, ésta extra−narrativa, es la que abre Carlos Castilla del Pino. El personaje real, las personas que son personajes (entre nosotros, un cómico como el "Joselo" de la televisión), requieren, en su dinámica social, de una unicidad tipológica similar a la literaria. Una suerte de orquestación parece regir los grupos humanos. (76) "Un personaje débil no puede cargar con el peso de un conflicto prolongado, no puede sustentar el drama. Estamos forzados a descartar tal tipo de personaje como protagonista". (77) Dos de las definiciones de voluntad que da el diccionario de Psicología de Warren son las siguientes: "1. Función o

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grupo de funciones relacionadas con una reacción consciente." "2. Decisión consciente de actuar o emprender un curso de acción". (78) Comentario similar merecen filmes como "Belle" "de" "Jour", de Luis Buñuel y "Crimes" "of" "Passion" de Ken Russel. (79) En el sentido formulado por Austin. Véase, por ejemplo, el libro de Ricoeur. (80) "Las situaciones de respiración y de reposo ('relief' en inglés) son consideradas como necesarias para una historia bien equilibrada al fin de evitar el debilitamiento de la risa o de la emoción, por saturación de efectos cómicos o dramáticos. En los films serios, inclusive en los trágicos, las escenas de respiración son aquellas de humor, de descanso, de intimidad; y en los films cómicos, por el contrario, son las escenas de emoción que dan a los personajes más intimidad". (81) "De manera que, después de todo, parece que el conflicto sí se desprende el personaje y que si queremos conocer la estructura del conflicto, primero tenemos que conocer al personaje. Pero como el personaje es influenciado por el ambiente, debemos conocer también el ambiente. Pudiera parecer que el conflicto se desprende espontánamente de una única causa, pero esto no es cierto. Una complejidad de muchas razones hace un único conflicto". (82) "La acción no es más importante que los factores contribuyentes que le dan origen".

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(83) Rambo necesita de sus enemigos para ser héroe− suerte de imperativo ontológico de los personajes dramáticos− y los buenos detectives aman a distancia la astucia de sus perseguidos: todo encuentro entre titanes contrapuestos es un encuentro de admiración y de amor: Batman y El Guasón, Marlowe y cualquiera de sus enemigos. En el Nombre de la Rosa Eco, hace explícito este carácter amoroso de la relación perseguidor−perseguido en un largo discurso del villano. (84) "No es suficiente reportar un acontecimiento en sí mismo impresionante, o un acontecimiento real, para tener un drama; es necesario dramatizarlo. Esta es la razón por la cual muchos films adaptados de acontecimientos diversos se dejan entrampar; demasiado confiados en el poder dramático de los acontecimientos relatados, debido a que éstos han ocurrido realmente, dejan de proporcionarles una lógica dramatica interna". (85) Este hecho, de entrada, es susceptible de claras objeciones. Si bien es cierto que algunos autores piensan previamente en el "mensaje" que quieren dar a través de su obra, otros, que no son minoría, expresan su total de interés por lo que suponen debe ser, si acaso, un resultado de la lectura del texto que producen. Sin embargo, no se trata aquí sino de entender el valor operacional de un instrumento que tan sólo se propone servir de núcleo de construcción y que, en modo alguno, representa, y mucho menos, agota las significaciones temáticas de la obra, de hecho,

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inevitablemente, múltiples. (86) Debido a que el texto de Egri no habla específicamente de la construcción cinematográfica sino de la escritura dramática en general, este aspecto requiere ser reinterpretado a la hora de pensar en el guión de cine. (87) Por supuesto, ya la escogencia de la premisa presupone la escogencia de una acción. (88) "En la superficie, un sano conflicto consiste en dos fuerzas en oposición. En lo profundo, cada una de esas fuerzas es el producto complejo de muchas circunstancias dispuestas en una secuencia cronológica que crea una tensión tan terrible que debe culminar en explosión". (89) "Un arreglo lineal de incidentes, episodios y acontecimientos relacionados entre sí, que desemboca en una resolución dramática". (90) En Field, como en Gutiérrez Espada, la "idea" es un término no definido. (91) "Reduzca su idea hasta conformar un personaje y una acción en pocas líneas, no más de tres o cuatro..." (92) De nuevo encontramos la clásica disposición ternaria tantas veces mencionada. (93) "Antes de que pueda expresar su historia dramáticamente, debe conocer cuatro cosas: Comienzo, Final, Punto Argumental I y Punto Argumental II. Estos cuatro elementos constituyen el basamento estructural de su guión. Usted 'cuelga' su historia completa sobre esos cuatro elementos".

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(94) "... la biografía del personaje hace un seguimiento de la vida del personaje desde su nacimiento hasta el momento en que su historia comienza. Escribirla ayudará a construir el personaje..." (95) El esquema completo del nuevo paradigma luce así: −−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−− Acto I Acto II Acto III ¦ Midpoint ¦ −−−−−−−−−−x−−−+−−−x−−−−−−−−x−−−−−−−−−x−−+−−x−−−−−−−−−−−−− Plot point 1 ¦pinch 1 pinch 2 ¦ plot point 2 ¦¦ ¦¦ −−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−− (96) "Por las palabras 'idea cinematográfica' uno define el motivo de fondo, el contenido racional, cultural y fantástico que caracteriza la obra fílmica: el punto de partida, la primera condición interpretativa y creativa del autor; un mensaje rápido, sintético, de valor absoluto y universal capaz de expresar los contenidos de la obra cinematográfica". (97) En este contexto nos parece pertinente identificar el término "sujet" con el castellano, "argumento", sobre una base menos etimológica que práctica. En efecto, nos parece que de lo que se trata aquí, en términos prácticos, es de construir una primera versión del guión que de cuentas de los elementos argumentales básicos. En todo caso, hay que subrayar la notable diversidad en la aplicación de los vocablos que hace

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de cada uno de ellos, casi podría decirse, un concepto propio del autor. A manera de ejemplo se podría citar el significado que se da al término "sinopsis" en dos autores como Field y Gutiérrez Espada. Para el primero, la sinopsis es un esbozo mínimo de argumento, una suerte de idea ampliada. Para el segundo, muy por el contrario, la sinopsis vendría a ser el producto de una operación sintetizadora que tiene lugar después de la escritura de la "scaletta" y que constituye una primera versión literaria, visual y pre−cinematográfica del guión entero. (98) "Una situación es una unidad superior del relato, un estado característico determinado por el conjunto de acciones y personajes .... En el relato fílmico las situaciones consideradas aisladamente, disponen de un arco evolutivo relativamente cerrado, independientes las unas de las otras .... Una situación es por tanto, equivalente al capítulo de una novela..." (99) Para este propósito, Swain recomienda: "a. Establecer el personaje tempranamente. b. Establecer el carácter del personaje: b.1. Establecer la impresión dominante. b.2. Establecer el gusto por el personaje. b.3. Establecer el personaje como una persona interesante. b. 4. Establecer el potencial: b. 4.a Potencial físico para la acción. b. 4.b Potencial de clímax." (100) Típico de la narrativa norteamericana, el "gancho" es un recurso obligado de los seriales televisivos. Un opening

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aparatoso, con marcada preferencia por las explosiones y el destrozo automotor, asegura el éxito de una audiencia cautiva, según el decálogo de una muy difundida preceptiva comercial. (101) "... Ud. establece la pregunta unificante de la historia: ¿Tendrá éxito el personaje en sus esfuerzos de lograr su propósito o no? ... En verdad, a menudo es sabio construir sobre la base del compromiso de los personajes..." (102) "El esfuerzo del héroe en mejorar su situación debe culminar haciendo esta situación." (103) La tensión no puede nada más crecer ... Ud. necesita de valles entre sus picos." (104) "Ud. calcula qué es lo que la audiencia espera... luego diseña una alternativa diferente." (105) "Ud. le da a cada personaje lo que él demuestra que merece, sobre la base tanto de su competencia como su conducta". (106) El estudio de los tipos de omisiones, de las tácticas posibles de construcción de la trama y de las estrategias que utiliza la trama para modular la fábula, constituyen la idea central de un interesante trabajo de David Bordwell "(Narration in the Fiction Film"). Creemos posible −aunque no lo intentaremos en esta oportunidad− esbozar algunas recomendaciones genéricas de construcción guionística que tomaran en cuenta estos resultados como instrumentos para la configuración del suspenso, de las sorpresas y, en general, de la "forma de contar" propia del género escogido para cada

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guión. (107) Ver por ejemplo los trabajos de F. Vanoye y S. Zunzune− gui. (108) Bordwell dedica un capítulo a analizar esta diferencia y a desarrollar una tercera opción explicativa que, de entrada, niega la pertinencia del concepto de narrador cinematográfico como instancia productora de la diégesis. En el otro extremo, Andre Gaudreault ha querido sentar las bases para una teoría diegética sólida. (109) En términos de temporalidad, parec no tener alternativas: el guión se escribe invariablemente en presente, uso universal que, hasta lo que sabemos, no tiene excepciones. (110) Usamos este término en el preciso sentido que le da Umberto Eco (1976) y que (Pavis,1983,60) define como "una regla que asocia arbitrariamente, pero de una forma fija, un sistema a otro", o más precisamente, que asocia una estructura sintáctica a una estructura semántica. En términos formales un código no es más que una función (en el séntido matemático) del conjunto (estructurado) de posiciones sintácticas en el conjunto (también estructurado) de sus posibles significaciones. (111) La voz sobrepuesta o "voice−over", es a menudo llamada, erróneamente, "voz en off", que es más bien la voz de un personaje fuera del cuadro, es decir, "off screen". (112) Característica nada novedosa en la narrativa, por más que el cine la pusiera en evidencia con la figura del flash−back.

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Examínese, como muestra, la estructura de cualquier relato oral cotidiano: "Venía subiendo y un carro volcó" −dice Ud a un compañero−. A la demanda de detalles de su interlocutor, Ud. responderá retrospectivamente, reconstruyendo el relato cuyo final ya conocemos. (113) Linda Seger advierte: "Los "flashbacks", como medio de explicar los motivos, raras veces funcionan bien." (114) No se puede afirmar que las razones por las cuales el tiempo de proyección de un film oscila entre los noventa y los ciento veinte minutos sean puramente comerciales. El problema del tiempo de atención efectiva del espectador ha sido considerado por algunos investigadores y aunque no constituye el objetivo de este trabajo, es bueno mencionarlo. En todo caso, vale recalcar que, como el cuento y la obra teatral, y a diferencia de la novela, cuyos límites de extensión son altamente flexibles, la obra fílmica nace siempre con fuertes restricciones temporales. (115) Por ejemplo, la iteratividad permite hablar del agotamiento de una situación: un matrimonio que se aburre de sí mismo en sus desayunos (Ciudadano Kane, de Orson Welles), una pareja que se agota a medida de que la mujer progresa en su psicoanálisis (Annie Hall, de Woodie Allen). (116) "Viewpoint is the angle from wich the writer causes the reader to watch his drama" (117) El concepto de punto de vista ha generado cierta confusión al ser aplicado al cine en virtud de que ha llegado a

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identificarse el nivel visual (el punto de vista sería por ejemplo, lo que en efecto ve un personaje) con el nivel cognoscitivo. A este respecto los trabajos de F. Jost han sido esclarecedores, logrando discernir lo pertinentemente narrativo en la focalización −referida exclusivamente al nivel cognoscitivo, lo que un personaje sabe− de lo visual. Para ello Jost introduce las categorías de ocularización −que se refiere a la instancia con la cual se identifica la "visión"de la cámara− y aún de auricularización, referida a la identificación focalizante de la instancia sonora. (118) Técnicas que constituyen una retórica, como dice "Wayne" "Booth". La ventana imposible He pensado lo siguiente: para que el suceso más trivial se convierta en aventura, es necesario y suficiente contarlo. Esto es lo que engaña a la gente; el hombre es siempre un narrador de historias; vive rodeado de sus historias y de las ajenas, ve a través de ellas todo lo que le sucede, y trata de vivir su vida como si las contara. Jean Paul Sartre. La Nausea.El lenguaje es el peor de los artificios, porque en sí mismo, no es más que artificio. Ese hilo precario que nos ata al mundo, se inscribe la paradoja del fantasma: invoca a la realidad por lo que niega de ella, produce la realidad a la medida de su propia inexistencia. Pero el lenguaje es un espejismo demasiado confiable y, como el Mago de Oz, siempre pone a sus escuchas a inventar una presencia humana detrás de la voz que construye. Un relato de J. D. Salinger (Para Esmé con amor y sordidez) ostenta lo que podría pensarse la irreductible omnipotencia del discurso, al ocultar uno de sus personajes con tanta astucia que ni el lector más inteligente puede reconocerlo: el personaje se oculta en el lenguaje (1). Seres de lenguaje, como somos, no tenemos otra certeza que su verdad evanescente. Sucumbimos ante ella. Asistimos, primitivos y desnudos, a sus avatares. No hay sentido sin lenguaje y por tanto, sin el lenguaje ya no somos. El lenguaje es el más allá de la existencia y el más acá del ser: en esa coyuntura deleznable queremos seguir siendo y por ello, extasiados, creemos en la magia que nos brinda. Es esta potencia del lenguaje lo que lo hace a la vez omnipotente e ilusorio decir verdad o decir mentira es creer en el lenguaje, avalar una verdad primera que lo sustenta en tanto juez. Metalenguaje de sí mismo, el lenguaje engaña siempre, haciéndose o, más bien, haciendo realidad. Entre realidad y lenguaje se instruye el engaño más artero: la de la representación. Somos gestores incansables de un compromiso que no se sella nunca, trazando linderos que no terminan de coagularse. ¿Dónde termino yo y dónde comienzan mis palabras? ¿Quién soy yo −este yo de papel que sólo existirá cuando alguien (por ejemplo yo) lo invente con su mirada− ¿Qué circula entre éste, mi instante efímero frente a la máquina de signos, y el embrujo que invento para hacerlo testimonio hacia un tiempo incierto? ¿Qué representa todo esto? 161

Es tan eficaz el encantamiento del lenguaje que engaña hasta sus más desconfiados espeleólogos. Cuando te nombro, nombro un nombre que ya eres tú y no puedo salirme de esa trampa. Te digo mortal y ya no eres Sócrates, sino un hombre y un hombre es nadie. Cuando veo tu imagen (en una frase, en una fotografía), me conmueve ese ser que te niega y te reconfirma. Sólo la muerte rompe la ilusión: por eso el lenguaje está más allá de la vida, porque es ilusión pura. Hombres precavidos sucumben en las trampas del lenguaje. Un Francesco Casetti(2), armado del más sofisticado instrumental (Christian Metz lo considera uno de los semiólogos del cine más equipado para esta tarea de andar auscultando los mecanismos del cine), hace un viaje hacia ese signo de lenguaje que es el personaje cinematográfico y regresa confundido: lo descubre peligrosamente representativo y queriendo desinfectarlo de esa referencialidad que confunde Mia Farrow en la Rosa Púrpura del Cairo, termina creyendo que el signo es la persona(3). Quizás la única manera de mantenerse a salvo es considerarlo al lenguaje por lo que es: una mentira, siempre. Es una mentira el lenguaje formal(4), que nos modela mundos inexistentes, que nos encadena, a partir de una creencia piadosa (por ejemplo, que por un punto, pasan infinitas rectas), a una interminable sarta de fantasías dependientes de la primera. Es doblemente mentira el lenguaje literario, construido sobre la libertad alucinatoria de lo imaginario. Y de esa mentira, brota una verdad de otro tipo, que poco tiene que ver con la realidad que nos rodea, o que tiene que ver con ella tan sólo como discurso. Esa es la materia misma del texto artístico, de la novela, del filme: un sueño del mundo. Claro que el matemático también sueña con mundos (im)posibles, habitados por esferas multidimensionales, por amebas infinitas. E idénticamente el físico postula escenarios del mundo, gobernados por dragones ciegos y sometidos a designios inexorables. Pero el sueño de la novela, del cine o la poesía es sueño del sueño: sueño con la libertad de creer que el espacio que lo rige no es el de un sueño aún más profundo. El sueño y la censura. No hay sueño sin censura: el sueño es un tamiz, el lenguaje es un tamiz. Simbolizar es seleccionar del mundo piezas para componer una imagen, más aún, recoger las sombras de estas piezas y proyectar con ellas una sombra más densa. Es urdir ese abalorio de cuentas alternas cuya escogencia tanto ha ocupado a los lingüistas. Pero toda selección es también, una selección de ausencias; cada recorrido hacia un ejemplar del paradigma, deja tantos huecos como especímenes abandonados y la trama se urde sobre la memoria de la ocultación. Lo innombrado parece estar en la esencia del lenguaje. Todo lo dicho evoca todo lo por decir. Mostración y ocultación son sus dos caras naturales y pedirle a la lengua que únicamente muestre, es esperar de una luz que no produzca sombras al proyectarse sobre los objetos que pueblan una habitación. Por esto el texto es un territorio de relieves: es un tapiz. Es un mundo de contrastes y de valores. El texto nace de un sin diferencias que se ejecutan en cada paso y en cada nivel de lectura. Pero esas diferencias se instituyen, por decirlo así, sobre una gran diferencia entre lo dicho y lo por decir, entre lo oculto y lo nombrado, entre lo soñado y lo que escatima la censura. No hay texto sin censura: decir es ocultar. El ingenuo mira la carta la amada y la recupera en cada palabra que lo nombra; el amante inventa otra mujer detrás de cada trazo: una escribiente que se lleva la pluma a los labios en cada pausa de la escritura. Decir es un acto de desnudamiento, pero de desnudamiento imposible e incompleto, apuntado hacia ese más allá, nunca desvestible. Todo texto expresa la voluntad de una ocultación, de una mediación. Como el sueño, el texto se hace filtro interesado, translúcido, pretendidamente ingenuo. El texto es una celosía tejida por el interés del creador, pero también, por sus temores y sus visiones y, en último término, por la destreza de sus manos. El texto es el 162

sueño: la diferencia la establece su distancia relativa a la vigilia, nunca su estructura. Los encantos. Desde el territorio de la semiología se libra una batalla contra el encantamiento (batalla imposible, por que sus huestes sucumben en la fascinación de los castillos que quieren abordar): se desmontan espejos y decorados, se entienden las grúas y el tráfago detrás de bastidores, se trata de desnudar la lógica que arraiga al texto con mundo: a lo representado, a la enunciación. Pero es precisamente en este intento en donde el texto exhibe sus ventajas, porque el analista es bestia de lenguaje y está ciego por los espejismos que lo constituyen. Buscar una significación en el texto es buscarme a mí en el texto mismo, con mi yo precario de este momento, con mis zapatos y mis manos y mi gripe. Es establecer un puente imposible entre ese objeto de maravilla y mis creencias: mi ser en el mundo. Por eso necesito un texto dócil, porque en él se disciplinan mis inexplicables. Quiero subordinar entonces al texto y con él, a su más allá de lenguaje: tarea inútil cómo se ha visto. El lenguaje me constituye y me rebasa, tiene sus leyes propias que me gobiernan por fuera. Y sobre todo, es lo que no se puede ser: todopoderoso. La verosimilitud. De tanto ver el mundo que he querido ver, creo que mi mirada proyecta la realidad, la inaugura. Es verosímil lo que se acomoda a una explicación y una explicación es lo que me tranquiliza. Todo lo dicho debe ser explicado. En cierto modo, somos celópatas del texto, porque éste siempre nos traiciona. ¿Cómo es que has podido verlo, decirlo, ocultarlo?... La verosimilitud es exigencias de justificaciones. Pido a mi amada que me diga lo que vio, lo que oculta, lo que pretende, lo que piensa (¿acaso ella misma lo sabe?) y en esa angustia invoco un segundo lenguaje que lo explique todo. Pero el lenguaje mismo no se explica cómo fenómeno: es, y a partir de esta esencia es que comienza toda explicación. El lenguaje oculta porque no es sino eso, lenguaje, o más que eso, está en cierto modo más allá de la verdadera ocultación. Seres porosos de lenguaje, somos inconformes: pedimos constituciones, dónde solo nos puede responder la ingravidez de lo significado. Por eso, toda travesía hacia el texto debe partir de la desconfianza: no, esto no es una selva, son palabras, una selva de palabras. A cada paso salta una palabra nueva y conmueve al autómata prodigioso que dormita en el subsuelo de la significación(5). Lo verosímil del lenguaje es, en definitiva todo −o sea nada− ya que el lenguaje se ajusta a toda verosimilitud. Lo verosímil del lenguaje −ya se sabe− hay que buscarlo en el texto mismo y no en el mundo que supone representar. El Punto de Vista. Todo texto es un recorte de lo imaginario −macla donde se amalgaman materiales de distinta índole− que parece provenir de una ventana hacia la realidad. La ventana simula una coyuntura, una articulación entre dos mundos. La ventana propone una manera de ser visto, un ángulo, una preferencia de lectura. Pero la ventana no existe, es texto mismo en otro de sus engaños: es una ventana pintada por Magritte. El texto se cuida de sus simulacros, para traicionar los siempre: "los diferentes tipos de percepción recognoscibles en el relato...", (Todorov) organizan una concepción tripartita del punto de vista, de acuerdo a una cierta funcionalidad: • Hay una "visión por detrás" (la de la narración clásica) que equivale a la tradicional posición de omnisciencia y que Todorov sintetiza con la fórmula: NARRADOR > PERSONAJE • Una "visión con el personaje" (la característica de un Henry James, por ejemplo), que utiliza como pretexto informativo lo que conoce un personaje: 163

NARRADOR = PERSONAJE • La visión "desde afuera del personaje" (la de la narración objetiva, como en The Killers, de Hemingway), "en la que el personaje es visto en su aspecto exterior, bajo la convención de que el narrador no puede penetrar en el mundo interno del personaje": NARRADOR < PERSONAJE Pero esta clasificación deriva enseguida hacia el hallazgo de las excepciones. Genette (6) formula su noción de focalización atendiendo a la distinción de Todorov. Distingue tres tipos: • Focalización de grado cero: En la que la información otorgada por un texto fluye sin aparente restricción. Corresponde a la narración omnisciente. • Focalización interna: corresponde al modo de funcionamiento, por el cual, la información que recibe el lector se ejecuta a través de un personaje que actúa como "filtro" que la tamiza. • Focalización externa: propia de una posición en la que el personaje es visto desde fuera y en la que se enfatiza o, por lo menos se deja en evidencia, la imposibilidad del narrador de conocer cierta información básica del personaje. Pero las restricciones del campo cognitivo que impone la cada focalización son a menudos irrespetadas durante el proceso de su ejecución, bien por que se niega el acceso presupuesto por su alcance (al no liberar parte de la información supuesta por el lugar de visión escogido (una ventana al lector que se opaca sin aparente razón, figura que Genette llama paralepsis) o bien porque se introducen informaciones "objetivas" que violan subrepticiamente dicho alcance (una ventana con inesperados orificios hacia otros lugares donde no mira, Genette las llama paralipsis). Paralésis, paralípsis, excepciones de una naturalidad supuesta para la representación. Sin embargo, lo que provoca la excepción ¿no es más bien es la arquitectura según la cual suponemos construidas las casas de ese mundo? Lo que traiciona, ¿no es la escogencia de una geometría, que intenta describir euclidianamente lo que está construido con los ladrillos elásticos del lenguaje? Las casas de la realidad son rígidas y tienen ventanas que no pueden dar a todas partes: las del lenguaje, son topológicas y pueden abrirse simultáneamente a mil lugares (7). Más allá de Genette. Genette divorcia voz y visión: lo que yo digo no es lo que veo, pongo mi mirada en la ventana y mi voz libre asume otro recorrido: el narrador es un ventrílocuo. Divorcio indispensable, habíamos creído que los seres del lenguaje tenían un cuerpo heredado el mundo y no es así: el texto es un territorio polimorfo, una mesa de disección. Por la gracia del lenguaje me fragmento, me diluyo en una ubicuidad omnipotente y primigenia, cuyo vórtice centrípeto lo recoge la fantasía de mi yo. Mis ojos no están encadenados a mi voz. Y con los ojos fijos y la voz como testigo, se moviliza una discusión interminable: Friedman, Booth, Chatman... François Jost (8), sumado a la discusión, propone una mutilación aún más radical del aparato narrativo: ya no es sólo mi voz (que en el cine, vista así, es una voz que habla imágenes y sonidos como producto de una extraña fonación (9) sino que también mi oído se independiza: auricularización, ocularización, focalización son las potencias de cada fragmento de ese cuerpo, todo poderoso y desmembrado que se hace cargo del texto. Solo la fantasía de un cuerpo real mantiene la unidad del texto y obliga a las explicaciones. El relato cotidiano. No hay reinos únicos para que el lenguaje despliegue su libertad. Lo que funciona en la novela más construida, se ha ejercido también en alguna ocurrencia del lenguaje (10): el texto es territorio para un juego que no tiene dimensiones fijas. Nada gobierna mi discurso más que mi necesidad y mi capricho: las miradas 164

que me restringen son las que veo o siento ver, lo que miro, lo que oigo, lo que escucho y, sobre todo, lo que quiero decir acerca de todo eso, se regula más allá −y más acá− de toda realidad perceptiva. Mi discurso es libre de decir y de adjudicar. Pero, aún cuando no ubique su raíz en ninguna de mis operaciones perceptivas, el discurso inventa. Su modo de ser no requiere sino de sí mismo. El Desembrague Un término de la lingüística greimasiana formaliza esa justificación que proyecta al enunciador sobre el enunciado: el desembrague. El desembrague coloca el mundo en el discurso, dobla su tiempo, su espacio y sus actores reales y los redimensiona en tiempo textual, en deícticos, en actantes. Pero, la naturaleza de la operación proyectiva, no es homomórfica −el discurso es una pantalla que conserva la geometría de este mundo − sino, al menos, homeomórfica, vale decir, el discurso se mantiene sobre una superficie alabeada, atemporal, no métrica. El desembrague es la manera de simular que el texto se parece al mundo. Pero por debajo de su superficialidad operativa, el enunciador es voz y necesidad y sólo la voz se vehicula en el desembrague: la necesidad siempre perfora el texto, pero se esconde en el acto mismo de su producción. Hay un resto que no es el del mundo, sino del lenguaje: siempre éste dirá más porque puede decir (por que lo que hace es sólo decir (11) y dirá menos (porque no hace otra cosa que decir). El desembrague es la sombra incompleta de un acto visible regido por lo invisible. El cuerpo. ¿Qué ha hecho tan ardua la tarea de explicar el fenómeno del punto de vista? ¿No es, acaso, la misma tiranía de esa verosimilitud, esa esclavitud de motivaciones realistas (12), de corsets de una modelación antropomorfa que no logra independizar lo que, constitucionalmente, tiene la libertad − ¿la anormalidad?− de ser del hombre, de hacer al hombre y de no ser como el hombre? Del lenguaje al hombre hay la distancia del sueño y del mito: el lenguaje es la única posibilidad de deificación. El lenguaje es omnipotente y, posiblemente, Dios es de lenguaje (13). Dicho de un tirón: el lenguaje hace un mundo y lo reparte a su antojo y de ese caos siempre primigenio que tiene la fuerza y la potencia de toda creación, se intenta reorganizar una representación del mundo en que vivimos. En principio todo, es libertad; después surgen los acomodos, la puesta en cuerpo, la justificación. Nos hacemos adultos para que el lenguaje hable por nosotros y explique las pulsiones que nos desorganizan, pero el lenguaje apenas requiere de un cuerpo. La Subjetividad. Jaques Fontanille (14) lleva un paso más allá la osadía de Genette: en su mesón son extirpadas las últimas conexiones entre el narrador y su "punto de vista". Nace el observador y el narrador queda reducido a un mero emisario de su voluntad cognoscente. Este actante vacío, o más bien, vaciado de sus privilegios (antropomorfos) de tantas centurias, se acurruca a un costado del texto para apenas referir los signos que dicta un cerebro que lo gobierna a distancia y decir un cerebro, es todavía decir unos ojos, unos oídos, ¿un tacto?. El observador tiene a cargo la administración cognitiva del texto, abre y cierra las ventanas por donde nos asomamos a su contenido y según se desembrague en distintos estratos del texto, deviene en focalizador, en espectador o en asistente, instancias, todavía antropomorfizadas, de este nuevo actante. La formulación del actante observador tiene un efecto multiplicador en las entrañas del texto. El texto ya no se erige en foco unidimensional que inocentemente refleja una realidad− así sea éste regulado por las aberturas que escoge para "observar" su universo− sino que en su seno se independizan y hasta divergen haceres emancipados. De esta multiplicación sólo resta dar cuenta de la voluntad que gobierna su efectividad, de su competencia. La Competencia Cognitiva. El punto de vista quiere explicar un resultado del cual no tiene el control: no son las aberturas por donde se 165

mira lo que guarda el texto las que garantizan la efectividad de la mirada. La suprema libertad del texto impone el alcance de del punto de vista (ver supra: Genette). Para Fontanille cada observador esta limitado por las modalizaciones que afectan su competencia: L'a inaccessiblité caractérise dans l'image ce qui se refuse a l'observateur, comme par exemple ce qui se trouve hors des limites latérales du champ de vision Pero esta voluntad que fija en cada momento un lugar de observación, hay que buscarla en alguna parte. Las Estrategias de la Ocultación. Una perspectiva −en el texto− no nace de una ubicación en el mundo, sino de una ubicación (una concesión) del mundo en el texto. Si hay manzanas que flotan sobre los hombres en el espacio de un lienzo, no es porque la fantasía asalte el reino del lenguaje, es porque el lenguaje es el reino de la fantasía. La poesía revela la sintaxis natural del lenguaje: la sacrosanta libertad que regula sus apariciones. Sólo lo verosímil exige del lenguaje lo que su naturaleza aleja en perenne tensión. La comunicatividad. David Bordwell, en un contexto que quiere separarse de las teorías de la enunciación, introduce las coordenadas de una ejecución que activa constantemente esta libertad del texto de decir lo que quiere al margen de cualquier arreglo con lo verosímil: la llama la comunicatividad. En cada momento (si el texto se soporta en el transcurrir temporal), una voluntad (¿actancial?) regula la cantidad de lo dicho en el decir. La comunicatividad legaliza las transgresiones de Genette: las hace ley. Y, en cierto sentido, instituye un hacer perpendicular al que tiene lugar en el punto de vista: veo, pero digo lo que quiero, oigo, pero no digo nada. En última instancia −y en todo momento− el discurso es soberano sobre lo que revela, aún cuando la censura se verosimilice: "Akakiy Akakievich meneó la cabeza sonriéndose y prosiguió su camino. ¿Por qué sonreiría? Tal vez porque se encontraba con algo desconocido, para lo que, sin embargo, muy bien pudiéramos asegurar que cada uno de nosotros tiene un sexto sentido. [...] También puede ser que ni siquiera pensara en esto, pues es imposible penetrar en el alma de un hombre y averiguar cuanto piensa."(15) La visión autorizado por el punto de vista, sólo es ejecutada efectivamente en virtud de la comunicatividad. ¿Otra ortopedia? Llegamos así hasta un horizonte en el que las formalizaciones organizadoras rozan lo que esencialmente carece de organización (o se organiza caóticamente). De lo que se trata es adjudicar un nombre a la libertad del discurso. No obstante, vislumbrar una ley de la arbitrariedad es ya, de por sí, disminuir la arbitrariedad de la ley. Salimos del cuerpo y dejamos que el texto se reconstituya en lo imaginario. En suma: no necesito ojos −mis ojos− para ver lo que digo, ni oídos para escuchar lo que quiero decir: Lo sé. Digo cuanto pronuncia mi primera palabra y esa palabra se valida por sí misma, en el acto de su aparición. No es posible someter el lenguaje a las leyes de este nuestro (su otro) mundo. O al menos, debemos permitir que alguna de las dimensiones que insertamos en él para satisfacernos con explicaciones, porten, modelen, su libertad. Sólo así aceptaremos al texto por lo que es y no por lo que queremos que sea: lejano reflejo de nuestra realidad deleznable, sometida a los avatares de es mundo que no es de lenguaje. (1) El ingenioso mecanismo del cuento convierte un personaje narrador en personaje narrado, dejando para el final el develamiento de la inesperada operación. (2) Casetti Francesco y Federico Di Chio. Cómo Analizar un Film. Instrumentos Paidos. Barcelona, 1991. (3) Casetti postula una disección que separa al personaje−como−persona, de esas otras facetas con que éste opera semióticamente: el personaje es un rol (un traje, una posición, una actitud, asumidos en un universo ficticio) y, además, un actante (la pieza de un ajedrez lógico). Y sin embargo, al encarar el personaje−como−persona, ese efecto de texto, el semiólogo italiano no puede evitar el análisis de los personajes en función de categorías como aquellas que los definen como personajes planos y redondos o 166

unidimensionales, es decir, en cuanto a construcciones. El desplazamiento entre el signo y el efecto se ejecuta inadvertidamente: Es obvio que no hay personas planas, ni redondas (a los mejor ni siquiera hay personas buenas ni antipáticas, o las hay en un sentido aproximado, muy diferente a lo que puede ser un personaje contrastado). El lenguaje, claramente, le juega una mala pasada. (4) Aún cuando los lenguajes formales estén más allá del problema de la verdad o la mentira, "no se ocupan de los hechos", como dice Mario Bunge (Bunge, M. Las Ciencia, su Método y su Filosofía. Ed. Siglo Veinte, Buenos Aires, 1981.) son, en relación con la "realidad", una ilusión, una manera de organizar ciertas fantasías que no tienen cabida en el mundo. (5) Eco, Umberto. Tratado de Semiótica General. Ed. Lumen. Barcelona, 1985. (6) Genette, Gérard. Figures III. Editions du Seuil. Paris, 1972. (7) Como el Aleph de Jorge Luis Borges, metáfora poco casual. (8) Jost, F. L'oeil Caméra: Entre filme et roman. Presses Universitaires de Lyon. Lyon, 1987. (9) En un texto reciente (Metz, Christian, L'Enonciation impersonnelle, ou le Site du Film. Méridiens Klincksieck. Paris, 1991) propugna por una denominación de intercambio en el cine (entre una fuente y un destino) que eluda lo que el denomina, no sin ironía, la "enunciación antropoide). (10) ¿Qué hay de específico en las operaciones que estructuran en el discurso narrativo de ficción? El chisme, por ejemplo, articula en miniatura, muchos de los principios que con un mayor desarrollo, elaboran los vericuetos de una obra como A la recherche du temps perdu. El chismoso (o la chismosa) construye su discurso sobre las figuras de alteración temporal (del orden) como el flash−back, (la analepsis), la anticipación (la prolepsis) y la aglomeración temática (la silepsis). Idénticamente recurre a variaciones de la frecuencias y a variaciones de la velocidad, deteniéndose en las escenas más sustanciosas, omitiendo los detalles superfluos y resumiendo, largos fragmentos de la historia narrada. Demás está decir que puede hacer uso extenso de la focalización, insertando puntos de vista diversos y, eventualmente, de la voz, llegando incluso a marcar con cambios de entonación la intromisión de sus narradores intradiegéticos. (11) No es que el decir no constituya en sí un sin fin de acciones (Searle, Austin), sino que no hay otro hacer propio en el lenguaje que el de la palabra. (12) Bordwell, David. Narration in the Fiction Film. The University of Wiscosin Press. Madison, Wiscosin, 1985. (13) De ahí, la narración omnisciente. No hay casualidades en este ámbito. (14) Fontanille, Jacques, Les espaces subjectifs. Hachette, Paris, 1989. (15) Gogol, "El Capote". El ser sin territorios Una tortuosa reflexión transita desde la oscura fragua donde, lentamente, se edifica el personaje, hasta la ostensión de un signo(1), vivo de seducciones, convincente y más engañoso que cualquier otro signo. ¿Cómo se forma un personaje en mi cabeza, qué tiene de mí (todo, dice Viki King(2), y tiene y no tiene razón) y cuánto recibe del mundo que me rodea? No sé muy bien qué es el personaje cuando lo invento, pero ya me seduce su corporeidad imaginaria. Es una persona en mí cabeza −una persona imaginaria, claro está−. En la criba en que 167

se funden sus materiales primigenios, concurren, una razón que cree aprehenderlo y una intuición que se sorprende de sus propios hallazgos. Pero no sé todavía qué es el personaje. Cuando se crea un personaje, se participa de una doble ingenuidad. Se cree inventar una persona y se le asignan biografías, anatomías, fisiologías y psicologías. Pero a la vez, esa construcción padece genéticamente de las restricciones de mi capricho y mi necesidad, esa persona no es libre ni completa, sino que se recorta a la medida de mis exigencias. No es una persona, en fin, es un personaje. Pero, correlativamente, creo que la distorsión que moldea mi construcción, es casual en un mundo posible, que el personaje "puede" ser así (¿Por qué no?), que, en el fondo, mi personaje es una persona. Esto me permite hacer vivir al personaje en mi imaginario (¿Acaso las otras personas no son también personajes en mi cabeza −y, sobre todo, yo mismo, el mejor de ellos(3)?−). Cohabita con mis fantasmas y por ende, comparte el estatus con que suelo investir mi íntima realidad. Y sin embargo, el personaje sólo nace verdaderamente cuando lo expulso de mi imaginación y lo transformo en signo fuera de mí. Esas palabras que se conjugan de esta manera, que articulan un sentido que parece cobrar vida propia y huir felizmente de mis manos son, por fin, mi personaje. Este es el personaje del escritor. Un cúmulo de palabras, una arquitectura lingüística que porta la magia de repetir mis confusas empatías, mis angustias o, simplemente, mis ignorancias. En el cine, largo será el tránsito hasta que otro concrete mi sueño en gestos y movimientos, en colores, en un descubrimiento de su propio rostro. Cada quien tiene un personaje en su cabeza y de él va naciendo uno que no es el personaje de ninguno, sino otro producto insólito y distinto del milagro de la significación. De manera que, a través de este proceso que va desde mi angustia hasta su construcción, no ha habido ninguna persona que alimente al personaje. La existencia personal del personaje no ha aparecido en ninguna parte, sino como reflejo de nosotros desde este mundo donde hilamos palabras o somos actores o miramos los ojos de otro en busca de las imágenes que creemos tener por dentro. El personaje ha nacido por las personas y también sin ellas. Esa es una visión. La otra, es la del espectador, que mira en cualquier relato un recorte de una realidad con la que se conecta a través del vehículo siempre demasiado cercano del lenguaje. Si es de palabras, el personaje nace de una mediación que se figura cierta por la gracia misma de la enunciación: decir, es remitirse a una referencia que se supone existente en un mundo hecho posible por la misma circunstancia de hacer sido nombrado −el escucha parece siempre originalmente crédulo(4) −. Y si es personificado, como en el caso del cine (como lo han estudiado Christian Metz y tantos otros) entonces el efecto de persona se impone demoledoramente, opacando el signo. La semiología ha intentado diversificar la lectura del personaje, desnudarlo de su investidura de persona(5). Ha querido ver en él, la confluencia de varios sistemas de signos (Kowzan(6)), el nodo de una intrincada red semiótica, (Hamon, Sinisterra(7)) el centro de una operación en la cual el texto se inscribe a modo de lugar geométrico (Burgoyne(8)), y también, el resultado de la decantación de varias operaciones lógicas, miméticas y figurativas (Greimas, Ubersfeld, Casetti(9)). De todo esto, el personaje resulta descubierto en su esencia de efecto de lenguaje: la persona−personaje, que es lo que vemos y creemos, es el resultado de este rostro y este movimiento, de este sombrero que se coloca en el momento justo, de este simulacro deliciosamente calculado que se desea aún más real que la persona misma. Así se crea y se perpetúa el personaje: fantasma múltiple que circula de uno a otro imaginario y que desplaza su ser de fantasía con un peso que ya envidiaríamos nosotros los mortales. Por eso el personaje se eterniza frente a los ojos del hombre: porque es como él, en lo mejor de su imaginación y desvanece, en la misma operación que lo hace nacer, todo vestigio carnal que lo emparente con la precariedad humana. 168

(1) Habría que hablar de un fenómeno infinitamente más complejo, modos de producción de signos y todo lo demás. Bástenos retener esa primera connotación de engaño codificado e inaprensible que tiene el término signo, para situar nuestro discurso, más amoroso que formal. Para apaciguar otras inquietudes puede leerse a Eco. (Tratado de Semiótica General. Ed. Lumen. Barcelona, 1977.) (2) Viki King: "How to write a Movie in 21 days". Harper & Row, New York, 1988. Un manual de penetración inusitada en el problema de la creación, a pesar de lo deprimente que puede resultar el título. (3) O, dicho de otra manera más metafísica: ¿En nuestra imaginación ¿no nos relacionamos solamente sino con personajes? (4) La incredulidad viene después, con la madurez y la experiencia. Es decir, con la desconfianza en el lenguaje. (5) "Cómo Analizar un Film". Ediciones Paidós. Buenos Aires, 1990). (6) Kowzan, T. "El Signo en el Teatro". En "El Teatro y su Crisis Actual". Monte Avila. Caracas, 1989. (7) Hamon, "Pour un statut sémiologique du personagge". En Littérature, 6. Larousse. Paris, 1972; Sinisterra en "Teoría del Personaje". Alianza Editorial S. A. Madrid, 1989. (Comp. Carlos Castilla del Pino). (8) Burgoyne, Robert. "The interacion of Text and Semantic Deep Structure in the Production of Film Characters". En "Iris" n° 7. 2° semestre 1986. Fontag Press, Limoges. (9) Greimas, A. J. Semántica Estructural. Gredos, Madrid, 1973; Ubersfeld, Anne. Semiótica Teatral. Ed. Cátedra. Madrid, 1989; Casetti, Op. Cit. Bibliografía ABBAGNO, Nicola. Diccionario de filosofía. Fondo de Cultura Económica. México, 1966. ARISTOTELES. Poética. Ediciones de la Biblioteca Central de Venezuela, 1982. AUMONT, Jacques y Otros. Estética del cine. Paidós. Buenos Aires, 1985. AUMONT, Jacques. y M. Marie. L'analyse des films. Nathan−Université. Poitiers, 1988. BANDLER, R. & J. Grinder. La estructura de la magia. Cuatro Vientos. Santiago de Chile, 1980. BARTHES, R. y Otros. Análisis estructural del relato. Tiempo Contemporáneo. Buenos Aires, 1974. BARTHES, R. y Otros. Lo verosímil. Tiempo Contemporáneo. Buenos Aires, 1970. BENTLEY, Eric. La vida del drama. Paidós Ibérica. Barcelona, 1982. 169

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