Segunda Revolución Tecnológica

January 14, 2018 | Author: Anonymous | Category: Apuntes, Apuntes Universitarios, Economía, Historia Económica de España y Mundial
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ÍNDICE. 1. Introducción. a. El cambio estructural. b. El cambio tecnológico y energético. c. El cambio en la organización de la producción. d. La evolución de la historiografía. 2. Las sociedades preindustriales. 3. La revolución industrial en Gran Bretaña. a. Las ventajas de Europa para la industrialización. b. ¿Por qué primero Gran Bretaña? c. Los sectores líderes de la Revolución Industrial: el textil algodonero. d. Los sectores líderes de la Revolución Industrial: la siderurgia. e. Las consecuencias sociales de la industrialización. 4. La difusión de la industrialización. a. Bélgica: el alumno aventajado de Gran Bretaña. b. Francia: un modelo peculiar de industrialización. c. Alemania: el predominio de la industria pesada. d. EEUU: la gran empresa. e. Japón: la industrialización nacionalista. 5. la segunda Revolución Tecnológica. a. Las innovaciones en la energía. b. Los nuevos materiales. c. La concentración de capital y los cambios en la organización del trabajo y la gestión de la empresa. 1. INTRODUCCIÓN. La sociedad contemporánea es en gran medida el resultado de la Revolución Industrial. Entendemos por “revolución industrial” el conjunto de transformaciones que permitieron a las economías preindustriales – caracterizadas por bajas tasas de productividad y crecimiento lento e inestable- convertirse en economías modernas, con tasas de productividad mucho más elevadas y niveles de crecimiento sostenidos e intensos. Esto supuso una gran transformación en la vida de los hombres. El término “revolución” hace referencia a lo profundo de los cambios que se produjeron. No fue, sin embargo, un proceso rápido, sino de carácter gradual. Muchos historiadores han situado a la Revolución Industrial inglesa entre 1780 y 1830 y otros remontan sus comienzos hasta mediados del siglo XVIII e, incluso, hasta mediados del siglo XVII. Tampoco fue un proceso que se limitase al sector industrial. La industria, especialmente algunas de sus ramas, actuó como motor de las transformaciones, pero éstas afectaron al conjunto de la economía y la sociedad. Aunque el crecimiento per cápita fue muy lento inicialmente, se puso en marcha un círculo virtuoso que pronto proporcionaría un importante crecimiento económico sostenido y que situaría a la economía muy por delante de la del resto del mundo.

1.1.

El cambio estructural:

Dondequiera que penetrase la Revolución Industrial, introducía en la estructura toda de la sociedad un conjunto general de cambios que hacían que la industria fuese el sector productivo predominante en vez de la agricultura. Es muy probable que en 1700 la proporción de la población mundial activa que se dedicaba a la agricultura fuese superior al 80%. En 1850 era alrededor del 60% y siguió disminuyendo rápidamente.

1.2. El cambio tecnológico y energético:

El cambio tecnológico fue un componente esencial del proceso de industrialización. Los registros de patentes muestran que las innovaciones afectaron al conjunto de la actividad económica, pero hubo algunos sectores donde la transformación resultó especialmente importante. Uno de los campos donde el proceso tecnológico tuvo una mayor repercusión fue el de la energía. Si la revolución agrícola fue el proceso en virtud del cual el hombre llegó a controlar e incrementar la gama de convertidores biológicos (plantas y animales), podemos considerar que la revolución industrial es el proceso que permitió la explotación a gran escala de nuevas fuentes de energía por medio de convertidores inanimados. Todo empezó con el vapor. En la segunda mitad del siglo XVIII James Watt perfeccionó descubrimientos anteriores y construyó una máquina de vapor cuyas características técnicas y económicas contribuyeron a su amplia adopción. Comenzó sus experimentos alrededor de 1765. La utilización comercial comenzó después de 1785 y en mayor medida después de 1820. Las máquinas de vapor se utilizaron en las actividades metalúrgicas y textiles, así como en las minas de carbón y en el transporte por superficie. El carbón pasó a ser un elemento estratégico en la aparición y difusión de la civilización industrial. Con la máquina de vapor la humanidad cambiaba integralmente la manera de explotar la tierra: de la explotación sólo de la corteza terrestre para atender las finalidades más indispensables de la vida humana, se pasaba también a la explotación de los recursos del subsuelo –primero el carbón, después el petróleo, el gas- para muchas de las finalidades. El paso de la explotación preponderante del suelo al uso intensivo del subsuelo se tradujo en un incremento de la productividad hasta entonces nunca visto. Ante todo, las reservas del subsuelo constituían un stock de grandes proporciones y no unos flujos limitados por la extensión de la tierra y el proceso de las estaciones. Además, con una fuente de energía tan abundante existía un notable incentivo para potenciar las máquinas cada vez más.

1.3.El cambio en la organización de la producción.

La industrialización en Europa estuvo precedida por un siglo o más de marcada expansión de las industrias domésticas rurales concentradas regionalmente, que abastecían mercados distantes: tejidos de algodón, lana y lino, calcetería, encajes, diversos utensilios de metal y muchos otros bienes llegaron a ser producidos en masa de esta forma. Con frecuencia los artesanos llevaban pequeños negocios, junto a las tareas agrícolas, utilizando el trabajo familiar, comprando sus propias materias primas y realizando un producto acabado o semielaborado para la venta. Más comúnmente, los comerciantes distribuían las materias primas a los

trabajadores domésticos, que a menudo trabajaban en un solo proceso, como el hilado o el tejido. En este caso, el putting-out-system, el comerciante controlaba el acceso a las materias primas y a los mercados y se beneficiaba de costes generales bajos. Este proceso de proto-industrialización fue determinante para impulsar a determinadas regiones hacia la industrialización. Se argumentaba que la acumulación de capital y conocimiento técnico de la manufactura, oferta de trabajo, conocimiento de los mercados, infraestructuras locales e instituciones durante la protoindustrialización preparó el terreno para las regiones manufactureras especializadas de la posterior economía industrializada. Progresivamente la industria fue estableciéndose en nuevas unidades de producción, distintas a los talleres artesanales tanto rurales como urbanos: las fábricas. Se trataba de lugares donde se concentraban los trabajadores y los bienes de equipo, donde los empresarios controlaban el trabajo de los obreros asalariados y se empleaba maquinaria movida mecánicamente. No obstante, el trabajo a domicilio continuó siendo muy importante en la segunda mitad del siglo XIX e incluso posteriormente. 1.4.La evolución de la historiografía. Se puede dividir en cuatro fases la literatura sobre la historia escrita durante los cien años transcurridos desde que las “Lectures on the Industrial Revolution” de Toynbee iniciaron realmente la discusión moderna del tema. La primera comprende el período hasta los años veinte, cuando los intereses contemporáneos por la investigación social y la pobreza influyeron en la interpretación más aceptada de la Revolución Industrial, que hacía hincapié en sus lamentables consecuencias humanas. En cambio, la segunda generación de historiadores económicos que escribían desde mediados de los años veinte hasta principios de los años cincuenta, reflejaban las preocupaciones de su época en torno a la guerra y a las fluctuaciones económicas, subrayando la naturaleza cíclica del proceso de industrialización. A sus sucesores, que escribieron desde mediados de los años cincuenta hasta principios de los años setenta, les influyó el alza de la economía del desarrollo y el florecimiento en la posguerra del capitalismo occidental, y así se rescribió una vez más la Revolución Industrial, considerándola esta vez como el primer caso de crecimiento económico. Finalmente, desde 1974, al hacerse el crecimiento económico menos atractivo y menos alcanzable, se le ha dado a la revolución industrial una nueva identidad, esta vez como algo menos espectacular y más evolutivo de lo que anteriormente se suponía. 2. LAS SOCIEDADES PREINDUSTRIALES. Las economías preindustriales eran, por definición, eminentemente rurales y agrarias (entre el 80 y el 90% de la población se dedicaba a estas actividades). Predominaban los métodos de producción extensivos como consecuencia del estancamiento tecnológico, lo que se traducía en rendimientos muy bajos por superficie y bajos niveles de productividad. El crecimiento apoyado en la extensión de la superficie cultivada acababa provocando la aparición de rendimientos decrecientes, dando lugar a crisis agrícolas y demográficas.

La clave del débil crecimiento de las sociedades preindustriales se halla en los bajos niveles de productividad, esto es, en la reducida cantidad de bienes y servicios producidos por cada trabajador. El reducido desarrollo tecnológico hacía que el aumento de la demanda, vinculada al crecimiento de la población, sólo pudiese ser satisfecho mediante un crecimiento extensivo, es decir, empleando más factores productivos (tierra y trabajo). Esta situación acababa provocando un desequilibrio entre población y recursos agrícolas, dando lugar a crisis agrarias y, por consiguiente, a crisis demográficas, caracterizadas por un fuerte aumento de la mortalidad. A largo plazo, predominaba la tendencia al crecimiento débil e, incluso, al estancamiento. El marco institucional del Antiguo Régimen creaba trabas al crecimiento económico porque impedía la plena movilidad de la tierra, del trabajo, del capital y de las mercancías. El derecho de vincular las tierras, por ejemplo, dejaba fuera del mercado las de la Iglesia, buena parte de las de la nobleza y las de los municipios. También la existencia de la servidumbre de la gleba en algunas zonas de Europa imposibilitaba que los campesinos pudieran abandonar sus predios. Los gremios impedían la libre instalación de industrias y el cambio tecnológico. Algunos países tenían aduanas interiores y el mercantilismo obstruía el comercio internacional. Estos obstáculos desaparecieron tras las revoluciones burguesas. Tasa de crecimiento del PIB per cápita (0-1998). Zonas del mundo 0-1000 1000-1820 1820-1998 Europa occidental - 0’01 0’14 1’51 Países inmigración europea 0’00 0’13 1’75 Japón 0’01 0’06 1’93 Latinoamérica 0’01 0’06 1’22 Europa del este y ex URSS 0’00 0’06 1’06 Asia (sin Japón) 0’00 0’03 0’92 África 0’00 0’00 0’67 Mundo 0’00 0’05 1’21 Con escasísimas excepciones, la actividad industrial estuvo regulada por una institución, el gremio, que presentaba unas características muy similares en todos los países: era una asociación de artesanos que recibía de la autoridad política correspondiente el privilegio (monopolio) de practicar su oficio en una ciudad o región determinada. En cada sector industrial, los gremios controlaban la cantidad y la calidad de la producción y sus precios, regulaban la entrada al oficio, organizaban el adiestramiento de los aprendices, mantenían los niveles de competencia y calidad en la fabricación, garantizaban la integridad de sus miembros y les daban una cierta asistencia social. Los gremios tenían una estructura vertical: sus miembros de pleno derecho eran los maestros, cada uno de los cuales tenía un número variable, aunque reducido, de oficiales y aprendices. En Europa, comenzaron a surgir a partir del siglo XI, y a mediados del siglo XII, ya disfrutaban del monopolio de la producción manufacturera en el continente. El escaso desarrollo de las manufacturas en las sociedades preindustriales venía determinado tanto por los factores de oferta como de demanda. Por el lado de la oferta, las organizaciones gremiales impedían la competencia

entre los artesanos y frenaban la introducción de innovaciones tecnológicas, lo que se traducía en bajos niveles de productividad en el sector. Por lo que respecta a la demanda, ésta era muy reducida debido a que las explotaciones campesinas se basaban en el autoabastecimiento –elaboraban la mayor parte de las manufacturas que necesitaban sin recurrir al mercado-, a esto hay que sumar los bajos niveles de renta de la mayor parte de la población. La demanda suntuaria de los estamentos privilegiados junto con la generada por el transporte y el ejército no entrañaba un consumo elevado de manufacturas. 3. LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL EN GRAN BRETAÑA.

3.1.

Las ventajas de Europa para la industrialización.

Los elementos explicativos de por qué la Revolución Industrial se produjo en Europa que los estudiosos han considerado significativos han sido los siguientes: el clima, la localización geográfica, los recursos naturales, la visión filosófico-religiosa del mundo y la organización de la sociedad. Los estudiosos en cuestión ya han mostrado que los tres primeros elementos han desarrollado un papel de mera facilitación, pero no han sido suficientes para determinar el dinamismo de una sociedad. Se ha observado, en efecto, que las primeras civilizaciones dinámicas se localizaban en áreas de clima benigno y con aguas que facilitasen el transporte, la irrigación y la vida en común. Pero son muchas las áreas de este género que no se han desarrollado. El verdadero papel estratégico en la determinación del dinamismo de las diversas sociedades lo han jugado las visiones filosófico-religiosas del mundo y la organización de la sociedad que de ellas se desprende. En particular, han sido tres los principios filosófico-religiosos en los que se han cimentado las civilizaciones progresivas: - La persona humana como valor sagrado e inviolable. - La exaltación del espíritu como racionalidad. - La superioridad del hombre sobre la naturaleza. Entre las sociedades agrícolas particularmente dinámicas destacaron tres, entre el siglo VII y el siglo XVI, como las más avanzadas: China, el imperio árabe y precisamente Europa. Se trataba de sociedades con un sistema de escritura, que compartían la confianza en la cultura y en la racionalidad del hombre, y que sobre estas bases habían estado en condiciones de producir importantes avances tecnológico-científicos, revelando, sin embargo, una diferente capacidad de sostener el ritmo de desarrollo a lo largo del tiempo. De la comparación de algunas características de estas tres sociedades, se deduce que la Europa preindustrial se destaca como el área donde las libertades individuales llegaron a alcanzar un mayor grado de tutela, en primer lugar a través de la existencia de una pluralidad de instituciones políticas (la fragmentación del poder, que nunca volvió a manos de un único emperador) y, en segundo lugar, por medio de una pluralidad en el campo cultural. Además, la libertad fue tutelada cada vez más por medio de una justicia codificada y “objetiva” (basada en el habeas corpus, la carga de la prueba) y una autoridad pública que estaba cada vez más en condiciones de hacer respetar las leyes. Ahora bien, es precisamente la libertad de

pensamiento y de empresa la que se halla en la base de un proceso económico autosostenido y de aquella multiplicidad de realidades económicas que produce la competencia, o sea, el resorte potente de la mejora en el uso de los recursos. Puede concluirse, por tanto, que Europa supo desarrollar un ambiente particularmente favorable a la innovación (tecnológica e institucional), especialmente después del humanismo y el Renacimiento, porque existía una mayor libertad y una mayor seguridad del derecho, que proporcionaba bases más seguras al cálculo económico vinculado a la inversión, y suministraba más apoyo a la iniciativa individual por parte de los poderes públicos. Europa se destaca también por la mayor propensión de las autoridades públicas a asumir responsabilidades de producción de aquellos bienes y servicios que no convenía que produjesen las instancias privadas (los llamados bienes públicos), pero se iban perfilando como estrategias para el desarrollo. Comparación entre formas estatales de civilizaciones agrarias, con referencia a algunos elementos estratégicos para el desarrollo económico: Elementos China (siglos Imperio árabe Europa (siglos XIestratégicos VII-XV) (siglos VIII-XIV) XVIII) Libertad Absolutismo y Tiranía y permiso. Fuerte autonomía de Competencia burocracia. Bajo Status las instituciones. status de los satisfactorio de los Elevado status de los comerciantes. comerciantes, pero comerciantes. bajo nivel de Extensas redes de confianza en la confianza. sociedad. Orden Grande Escaso, conjuras Mejorando palaciegas. progresivamente con el estado nacional. Justicia Arbitrio del Arbitrio de los Impersonal, basada emperador. potentados. en códigos y habeas corpus. Protección de los derechos de propiedad. Bienes Algunos Pocos. Cada vez más. públicos (muelles). Imposición Onerosa y a Suave, pero a No taxation without menudo menudo representation. imprevisible imprevisible. (confiscación).

3.2. ¿Por qué primero en Gran Bretaña? Gran Bretaña fue el primer país en experimentar profundamente las transformaciones de la industrialización y se convirtió en el modelo de economía moderna que otros países tratarían de imitar. Su precoz desarrollo le proporcionó una posición de predomino en el mercado internacional, que la situó, durante el siglo XIX, como “taller del mundo”. La temprana

industrialización británica se apoyó en diversas características del país, que se resumen en el siguiente esquema: 1) Las condiciones geográficas: i. Abundancia de recursos minerales adecuados ii. Facilidad para el transporte. 2) El marco institucional: i. Sistema político favorable a la innovación y la inversión. ii. Sistema legal y judicial más flexible. 3) Las características económicas: i. La revolución demográfica. ii. La revolución agrícola. iii. La tradición comercial y manufacturera. Algunas de las condiciones de Gran Bretaña para la industrialización y la ventaja económica alcanzada por este país a principios del siglo XIX se reflejan bien en este fragmento del discurso que el primer ministro Sir Robert Peel dirigió al parlamento en 1846: “Examinad nuestra situación, considerad la ventaja que Dios y la naturaleza nos ha dado, y el destino que se nos promete. Nos encontramos en los confines de la Europa occidental, en el principal punto de unión entre el viejo y el nuevo mundo. Los descubrimientos de la ciencia, los progresos de la navegación, nos han colocado a menos de diez días de Nueva Cork. En relación a nuestra población y a la superficie de nuestro país, tenemos una extensión de costas superior a las de cualquier otra nación, lo cual nos aseguran la hegemonía y la superioridad en el mar. El hierro y el carbón, esos nervios de la producción, nos proporcionan en la gran competición de la industria una ventaja sobre nuestros rivales. Nuestro capital sobrepasa en mucho al que ellos disponen. Nuestro carácter nacional, las instituciones libres que nos administran, nuestra libertad de pensamiento y de acción, una prensa sin cortapisas que difunde todos los descubrimientos y todos los avances de la ciencia, se combinan con nuestras ventajas naturales y físicas para colocarnos a la cabeza de las naciones que se benefician del librecambio de sus productos.” 1) Las condiciones geográficas: a. Abundancia de recursos minerales adecuados: La revolución industrial consistió, en buena medida, en solucionar el problema de la insuficiencia de determinadas materias primas, que estrangulaban el crecimiento económico en el siglo XVIII. Lo que se hizo que sustituir materias primas de carácter orgánico (animales y vegetales) por otras de origen mineral. Resultó especialmente importante el desplazamiento de la madera y la fuerza muscular animal, como fuentes de energía, por el agua y el carbón mineral. El proceso se vio facilitado en Gran Bretaña por la abundancia de ambos recursos minerales. b. Facilidad para el transporte. La insularidad libró a Gran Bretaña de convertirse en campo de batalla de las frecuentes guerras que asolaban Europa, a la vez que facilitó

extraordinariamente el transporte, ya que la mayor parte del territorio se encuentra a escasa distancia de la costa y ésta cuenta con buenas condiciones para la instalación de puertos. A ello hay que sumar lo suave del relieve del país y la abundancia de ríos de caudal muy regular, que posibilitó la construcción de carreteras y canales de navegación interior. 2) El marco institucional. a. Sistema político favorable a la innovación y a la inversión. Gran Bretaña experimentó desde finales de la Edad Media una serie de transformaciones institucionales, culminadas en el siglo XVII, que pusieron fin al sistema de relaciones feudales, limitaron el poder de la Corona, acentuaron la influencia de los propietarios sobre el Estado, aseguraron la plena protección jurídica de las nuevas formas de propiedad capitalista y proporcionaron libertad y seguridad a la acumulación y la inversión de los beneficios. También el Estado británico puso en práctica políticas que favorecieron el crecimiento económico y el desarrollo de las nuevas actividades, como el impulso a los comerciantes y la construcción naval del país, mediante las Leyes de Navegación, o a la industria textil con la Calico Act. b. Sistema legal y judicial más flexible. Desde el punto de vista del derecho, Gran Bretaña desarrolló de modo muy original el llamado common law, que presentaba un elevado grado de adaptación a los cambios que se producían en la sociedad, porque legislaba y administraba la justicia sobre la base de los cambios verificados en las costumbres, comprobados mediante el examen de casos, que se convertían en modelos para las aplicaciones subsiguientes, más que sobre la base de la conformidad a un cuerpo de leyes que sólo podían ser modificadas a intervalos a menudo muy largos. Todo ello reforzó cada vez más la protección de los intereses de los particulares contra los de otros particulares, pero también contra la invasión del estado, y al mismo tiempo impuso reglas para respetar el interés general. 3) las caracteríticas económicas. a. La revolución demográfica. La industrialización coincidió con un fuerte crecimiento demográfico en Gran Bretaña, muy superior en términos relativos al del conjunto de Europa (la población inglesa casi se triplicó entre 1750 y 1850) que amplió la mano de obra disponible y la demanda de bienes. Este crecimiento fue posible por el fin de las crisis de subsistencias desde principios del siglo XVIII, el descenso de la tasa de mortalidad desde mediados de esa centuria y el mantenimiento de una elevada tasa de natalidad hasta el último tercio del siglo XIX. Rompiendo las previsiones de Malthus, el aumento de la población fue compatible con el de la producción per cápita. La elevación de la productividad en el sector agrario, junto con la importación de alimentos de América y de las colonias, permitió que el crecimiento demográfico fuese acompañado del retroceso de los activos primarios y el incremento de la población urbana. b. La revolución agrícola. Dado que la agricultura es el sector económico absolutamente predominante en las sociedades preindustriales, su transformación parece una condición

previa indispensable para la industrialización. La agricultura británica había experimentado cambios decisivos desde finales de la Edad Media y estas transformaciones, que afectaron tanto a las instituciones como a los métodos de cultivo, se prolongaron en los siglos XVIII y XIX. La población empleada en la agricultura descendió desde el 74% del total en 1500 hasta el 45% en 1750, y la productividad del trabajo en el sector se incrementó entre ambas fechas en un 54%. Entre 1700 y 1850, la productividad total de los factores en el sector agrario de Gran Bretaña aumentó un 50%. A principios del siglo XIX la productividad del trabajo en la agricultura era un tercio más elevada en Inglaterra que en Francia y cada campesino británico producía el doble que un campesino ruso. Los principales cambios experimentados por los campos británicos, que han sido considerados una verdadera revolución agrícola, pueden sintetizarse en cuatro puntos: - cerramiento de las propiedades - difusión de nuevas técnicas, como la supresión del barbecho, la selección de semillas y el mayor uso de fertilizantes. - Mejoras en la ganadería - La difusión de nueva maquinaria. c. La tradición comercial y manufacturera. Gran Bretaña contaba con una tradición comercial y manufacturera de siglos, que proporcionó mano de obra especializada, capitales y empresarios a la industrialización. Por otro lado, el imperio colonial y la fuerte posición de los comerciantes británicos en el mercado mundial facilitaron la disponibilidad de materias primas y la ampliación de los mercados. El desarrollo mercantil contribuyó, además, a la consolidación de un sistema de crédito y banca más avanzados que en el resto de Europa.

3.3.

Los sectores líderes de la revolución industrial: el textil algodonero.

Fueron dos las industrias donde se registraron primero las radicales transformaciones tecnológicas y organizativas que impulsarían el liderazgo industrial y económico de Gran Bretaña: el textil algodonero y la siderurgia. Vestirse es una de las necesidades más básicas del hombre. Como se partía de niveles de renta muy bajos, el aumento de la demanda originado por el crecimiento demográfico y la elevación de la renta disponible tuvo inicialmente una gran repercusión sobre el consumo de productos textiles. Gran Bretaña contaba desde hacía siglos con una importante manufactura textil de carácter tradicional, que utilizaba la lana como principal materia prima y recurría ampliamente al llamado “sistema doméstico”. Esta producción se dirigía tanto al mercado interior como a la exportación. En el siglo XVIII se introdujo el algodón como nueva fibra textil y se inició el tránsito de la producción artesanal, realizada en los hogares, con máquinas muy sencillas, al sistema fabril, que concentraba un gran número de telares en instalaciones específicas, donde eran movidos por energía hidráulica o la fuerza del vapor. La mecanización se vio impulsada por sucesivas innovaciones técnicas. En 1733 John Kay patentó un telar con lanzadera volante que permitía duplicar la capacidad de tejido de los artesanos ingleses. Ante la nueva demanda de hilo la respuesta sería la máquina hiladora spinning jenny que multiplicaba

la capacidad de los hiladores, aunque aun utilizaba como energía la fuerza humana de los trabajadores. Pero, probablemente, el salto a un sistema industrial se dio con la invención de una máquina hiladora que utilizaba como fuerza motriz el agua. Este invento exigía la concentración de numerosas máquinas y obreros trabajando a jornada completa bajo el techo de un edificio situado junto a una potente corriente de agua. En los últimos veinte años del siglo XVIII se emprendieron intentos por mecanizar otras labores textiles como el tejido. El paso más importante se dará con la puesta en marcha de los primeros telares mecánicos movidos con máquina de vapor. Ya hacia 1785 Cartwright había patentado un telar mecánico movido por fuerza hidráulica. En los años siguientes, varios inventores perfeccionarán este telar al que conseguirán aplicar la fuerza del vapor de una forma eficiente. Hacia 1800 una frenética carrera se inició en Gran Bretaña que hará surgir cientos de fábricas, donde máquinas movidas por la energía del vapor hilan y tejen. La industria del algodón tiró de otros sectores, haciendo que éstos también crecieran. Para producir más telas, fue preciso fabricar mayor cantidad de máquinas y de productos químicos (ácido sulfúrico, sosa o cloro). El crecimiento de la industria textil arrastró, por tanto, a las industrias metalúrgica y química. Para producir más telas fue preciso aumentar el número de obreros en las fábricas. Ello fomentó la construcción de viviendas para los trabajadores. Éstos demandaban alimentos, lo que, a su vez, arrastró al sector de servicios urbanos. Por último, la mayor producción de telas contribuyó a crear unos medios de transporte más eficaces para su comercialización –canales, carreteras,…-.

3.4.

Los sectores líderes de la revolución industrial: la siderurgia.

La producción de hierro se vio impulsada por la mayor demanda de bienes de capital: utillaje para la agricultura, maquinaria textil y para otras industrias, materiales de construcción y, particularmente a partir de 1840, material de transporte (ferrocarril). El incremento de la producción planteó tres problemas fundamentales, que se resolvieron mediante innovaciones técnicas y organizativas: - la escasez de carbón vegetal, que se solucionó mediante el uso de coque en los altos hornos. - La poca eficiencia de la máquina movida por energía hidráulica, que fue superada gracias a la máquina de vapor. - Baja productividad del trabajo manual en los talleres artesanales, que se vio resuelta por la progresiva generalización del sistema fabril y la producción en grandes series. En 1709, Abraham Darby descubrió que el carbón mineral podía emplearse en los altos hornos a condición de convertirlo previamente en coque. Cuando la técnica se perfeccionó, las reservas de hulla eran tan abundantes que desapareció el problema de la escasez de combustible. El coque posee además un mayor poder calorífico si se inyecta en el alto horno un potente chorro de aire. Esto último se logró desde 1776, cuando John Wilkinson sustituyó los fuelles hidráulicos por máquinas de vapor. Era preciso descubrir un sistema de afinado y laminado del hierro colado mucho más

rápido que el tradicional. Fue Henry Cort quien, en 1786, inventó el sistema de “pudelado”. El hierro dulce se obtenía ahora en un horno mayor, llamado de reverbero, utilizando coque como combustible. Del horno salía una masa esponjosa que era laminada entre cilindros movidos con energía de vapor. el hierro dulce obtenido mediante pudelado sólo dejó de utilizarse en las últimas décadas del siglo XIX, cuando los aceros Bessemer y MartinSiemens lo sustituyeron, al ser más baratos de fabricar. 3.5. Las consecuencias sociales. Las condiciones de vida de los trabajadores durante la Revolución Industrial han sido objeto de un largo debate. En la década de 1830 aparecieron ya las primeras interpretaciones discrepantes: mientras unos autores denunciaban el deterioro del nivel de vida de los trabajadores británicos, otros mantuvieron lo contrario. El debate en el ámbito académico se inició en 1926, con la publicación del primer tomo de la Económic History Of Modern Britain, y se intensificó en los años 50 y 60. En las décadas de 1980 y 1990 aparecieron numerosas aportaciones en uno y otro sentido. Según Escudero (2002), las investigaciones más recientes parecen respaldar principalmente la interpretación pesimista. En primer lugar, parece que los salarios reales crecieron muy lentamente y que los ingresos familiares tuvieron que compensar lo exiguo de los jornales masculinos con un incremento del trabajo femenino e infantil. En consecuencia, el consumo creció también con mucha lentitud y los datos sobre la talla de la población indican un retroceso en el nivel nutritivo y las condiciones laborales de la clase obrera. Además, los trabajadores sufrieron una disminución de su esperanza de vida y, hasta la década de 1830, no tuvieron reconocidos los derechos de asociación y manifestación, ni hubo sufragio universal en Gran Bretaña. 4. La difusión de la industrialización. Las transformaciones económicas experimentadas por Gran Bretaña se difundieron también fuera de sus fronteras. Sin embargo, la industrialización no avanzó de manera uniforme ni siquiera en el continente europeo. En algunos países (first comers) el proceso fue más rápido; en otros se retrasó a la segunda mitad del siglo XIX (late comers) y en otros muchos casos no hubo industrialización en esa centuria. Los progresos de la industrialización en cada país dependieron de muchos factores. Un aspecto fundamental fue la liquidación del Antiguo Régimen y el establecimiento de un marco institucional adecuado para las nuevas formas económicas, a través de medidas como la desamortización de la tierra, la abolición de las relaciones feudales, la abolición de los gremios y la eliminación de trabas al comercio. Otros factores decisivos fueron la dotación de recursos naturales, el tamaño del mercado y la disponibilidad de capital físico y humano. Gran Bretaña y los países que se fueron industrializando más tempranamente también influyeron con fuerza en el resto, tanto por la transferencia de tecnología y de modelos productivos que se realizó desde las zonas más avanzadas como por la competencia que la producción de estas zonas suponía para las industrias nacientes. Entre los países que al comenzar el siglo XIX habían alcanzado una especial importancia industrial en el mundo, junto a Gran Bretaña, podemos destacar a Bélgica, Francia, Alemania, EEUU y Japón.

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Bélgica: el alumno aventajado de Gran Bretaña.

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