E-Books, libros impresos, diseño editorial y novelas híbridas. Sonja

May 18, 2018 | Author: Anonymous | Category: Prácticas, Prácticas de enseñanzas medias, Lengua Española
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E-Books, libros impresos, diseño editorial y novelas híbridas. Sonja Lauber entrevista a The Publishing Lab

Sonja Lauber es licenciada en Bellas Artes por la Hochschule Konstanz y acaba de terminar su MA en Diseño de Comunicación de la misma universidad con una tesis titulada “Umbruch – Print Buchgestaltung in Zeiten der digitalen Revolution” (“El diseño de libros impresos en la revolución digital”). Durante la investigación de su tesis entrevistó a los editores de The Publishing Lab Alberto Hernández y María Serrano, para preguntarles acerca del presente y el futuro de los libros impresos, esta es la entrevista completa.

ONJA LAUBER: ¿Crees que el libro impreso sobreviS virá a la digitalización? ¿Por qué? ALBERTO HERNÁNDEZ: Definitivamente hoy en día vemos cada vez más libros digitales. Pero lo que también vemos es que los libros impresos están mejorando en cuanto a su contenido, diseño y producción. Los libros impresos tienen algo que los hace especiales, su cualidad física. ¿Cuántas veces nos hemos emocionado al comprar un eBook? ¿Cada cuánto mostramos con interés un libro digital a alguien? Yo diría que probablemente no muy a menudo, o, en la mayoría de los casos, más bien nunca. Yo me emociono cada vez que compro un libro impreso, adquirir uno se convierte casi en un ritual y en un acto social: comentar con mis amigos un nuevo libro que me quiero comprar, ahorrar dinero para ese libro en particular, ir a la librería, hablar con el vendedor, llegar a casa con mi nuevo libro, coger unas galletas, disfrutarlo… Y si es bueno y el diseño es interesante, cuando alguien venga a mi casa presumiré de libro. La escritora Maria Fusco decía en 2008 que “un libro no es solo una estructura para albergar un contenido, sino que además crea lazos sociales significativos con su autor y su lector”. Así que mi respuesta es sí, creo que el libro impreso sobrevivirá a la digitalización porque la gente aún disfruta de ese momento de interacción humana, de esa ceremonia, digamos, de conseguir un nuevo libro, la sensación de tener un libro físico en tus manos.

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MARÍA SERRANO: Sinceramente, no tengo ni idea de qué pasará. Soy incapaz de adivinar qué clase de tecnologías de lectura están a punto de entrar en nuestras vidas. Pero sí tengo la sensación de que los e-book y los e-readers están aún en una fase muy preliminar y de que sólo estamos empezando a tener una idea de todo lo que pueden llegar a ser y del verdadero alcance de la experiencia lectora que terminarán por ofrecernos. Quizás sea incluso la propia naturaleza de los materiales de lectura que hoy consideramos estándar la que sufra algunos cambios. Quizás hasta la misma experiencia de siempre de pasarse largas horas en silencio concentrado en la lectura de un texto de 484.001 palabras (que es, supuestamente, el número de palabras que tiene la novela La broma infinita, de David Foster Wallace) se convierta en algo cada vez menos común. Y quizás, como respuesta a estas alteraciones, termine cambiando también la misma forma en la que escriben los autores, haciendo así que los libros en el futuro sean algo totalmente distinto.

A P eter Lunenfeld, “User: InfoTechnoDemo”, MIT Press, Cambridge, 2005

Lo que sí creo es que lo que motivará todos estos cambios no será el mero hecho de que de pronto existan libros en formato digital, sino que estamos empezando a leer de forma distinta a como lo hacíamos hace 20 años. Ahora nuestra forma de lectura es más rápida, más fragmentada, interrumpida, simultánea, conectada y etc. Aparcamos un segundo el libro que estamos leyendo para buscar en Internet una foto de su autora o para consultar en Wikipedia algún detalle que hemos leído en

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él y que nos ha llamado la atención. Nuestro intervalo de atención es menor, pero al mismo tiempo nuestra capacidad para establecer conexiones está más afinada. Esto que digo no es ninguna novedad, se ha repetido ya hasta la saciedad.

Un libro no es solo una estructura para albergar un contenido, sino que además crea lazos sociales significativos con su autor y su lector. Así que, para mí, la pregunta no sería tanto “sobrevivirá el libro impreso la era de la digitalización” sino “¿será capaz el libro impreso de responder a todos estos cambios en nuestros patrones de lectura y de estar a la altura de las nuevas exigencias y expectativas que estos planteen?”. O “¿serán capaces los autores, diseñadores y editores de asumir el reto con éxito?”. Yo tiendo a pensar que, al menos en las próximas generaciones más inmediatas, algunos de los que crecimos convencidos de que los libros son el regalo perfecto y sintiéndonos superorgullosos de nuestras crecientes bibliotecas seguiremos apegados a su forma impresa, pero tampoco tengo muy claro cuánto durará esto. Creo que los libros impresos tal como los conocemos hoy, en su forma de códice, están vinculados a una forma de lectura muy particular y tienen sentido para una forma muy concreta de almacenar y transmitir información (para ese tipo de textos largos que piden una lectura silenciosa y tranquila) y no sé cuánta relevancia tendrá todo esto en el futuro. Yo creo que deberíamos tener siempre en cuenta que un libro no es un fin en sí mismo, es una herramienta, un canal, una forma práctica de compilar, organizar y comunicar información.

L: ¿Qué es lo que el libro impreso puede ofrecer y S el e-book no? AH: Aunque esto pueda sonar como una idea romántica, para mí la sensación de tener uno en tus manos, la sensación táctil, lo es todo. Pero también es importante la sensación al pasar las páginas para delante y para atrás, el tipo de papel y el olor del libro, el color de

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las ilustraciones, las diferentes técnicas de impresión usadas, los diferentes formatos y materiales, el doblar las esquinas de las páginas para marcarlas, e incluso su sonido mientas las pasas. MS: Bueno, al menos hasta ahora, una experiencia de lectura en la que la funcionalidad y el placer sensual están equilibrados, y una larguísima tradición en el perfeccionamiento de las artes editoriales que aparentemente la industria editorial del e-book ha decidido no aprovechar. Hay una razón, que tiene que ver con la legibilidad, por la que en la maqueta de un libro todo tiene que resultar proporcionado y armónico: el tamaño del tipo, la longitud de la línea de texto, la mancha tipográfica y la retícula. Y también hay una razón por la que hay que controlar la partición de palabras, el kerning, el tracking, las líneas viudas y huérfanas y todas esas cosas. Todo ello hace que leer un libro impreso cuidadosamente editado, diseñado, compuesto e impreso, y por supuesto bien escrito, sea una experiencia inmensamente placentera. Y los e-books no suelen respetar los mismos criterios.

L: ¿Qué es lo que el e-book puede ofrecer y el libro S impreso no? AH: Aparte de ser más baratos y fáciles de conseguir —movimiento tan solo un dedo y mientras sigues aún en pijama, por ejemplo— los eBooks le permiten a uno involucrarse en la historia a través de una experiencia multimedia con música, luces y animaciones. Pero para alguien como yo, que se pasa la mayoría del día en frente de un ordenador, esto puede también terminar por destrozarte la vista. Una de las cosas que más me apetece al final del día es desconectar de las pantallas, así que, para mí, no hay nada peor que terminar de trabajar y seguir haciendo cosas en otro dispositivo digital. MS: Obviamente su capacidad de portabilidad, conectividad e “hiperlinkabilidad”, sus cualidades multimodales y multimedia, su capacidad de almacenamiento, el hecho de que puedas comprarlos y empezar a leerlos un segundo después de darte cuenta de que quieres leer un libro determinado, el hecho de que, entre montones de información, puedas encontrar facilísimamente una cita que solo recuerdas a medias... Todas ellas cualidades extremadamente importantes en nuestro mundo actual.

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S L: ¿Qué es lo que crees que debería ofrecer el libro impreso para poder mantenerse a la altura de la tendencia del ebook, o más bien para resistir su embate? AH: Aparte de una buena historia o buen contenido, necesita elementos gráficos que involucren al lector en una experiencia narrativa más dinámica y darle a la superficie de la página otra dimensión. Estos trucos no deberían limitarse solo a mejorar la experiencia de lectura y comunicar la historia de un modo visual, sino que además deberían entretener al lector de un modo diferente al que lo hace el formato clásico del libro, además de ayudarlos a sumergirse totalmente en la historia. Con estos elementos gráficos no solo me refiero a fotografías, como tienen muchas veces las novelas, sino a ilustraciones, tratamientos tipográficos, infografías, uso de diferentes formatos y materiales, etc.

No creo que los e-books y los libros impresos sean adversarios, creo que son complementarios. MS: En primer lugar tengo que decir que yo no creo que esto sea una competición. No creo que los e-books y los libros impresos sean adversarios, creo que son complementarios. Y, por otro lado, tampoco creo que fuera ningún cataclismo cultural si finalmente los libros en forma códice llegaran a desaparecer por completo. A mí me resultaría algo muy triste, sin duda, porque le tengo verdadero aprecio al objeto, al libro-códice físico. Pero si resulta que nuestro mundo cambia de tal forma que al final los libros impresos dejan de cumplir una función social de valor, no creo que su desaparición supusiera un cataclismo. William Morris dijo “No tengan nada en sus casas que no sea útil o bello” y yo creo que no deberíamos tener nada en nuestro mundo que no sea una de esas dos cosas, y preferiblemente nada que no sea ambas cosas a la vez. Lo que sí sería un verdadero cataclismo es que los libros impresos terminaran desapareciendo a causa de unos intereses económicos corporativos particulares. Eso sí que sería terrible, si desaparecieran porque determinadas empresas se empeñen en que usemos unos productos tecnológicos que no son ni bellos ni útiles ni baratos, y lo gestionen todo de modo que terminemos dependiendo de ellos.

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Dicho esto, creo que lo que los libros impresos deberían hacer principalmente para asegurar su supervivencia en el contexto alterado de lectura de la era digital es dejar de ser meros productos en serie. La cadena de producción de la industria editorial debería dejar de tener como único objetivo la maximización de beneficios, ese empeño en buscar un tratamiento estándar de máxima rentabilidad para todos los libros. Creo que, por el contrario, el esfuerzo por tratar a cada libro como un producto distinto, con sus necesidades y requisitos propios, y por buscar la voz formal, material y visual específica que le cuadra —igual que lo hacen los autores durante el proceso de escritura— debería ser una parte fundamental de la labor editorial. Los autores se han esforzado siempre por encontrar una voz que fuera capaz de comunicarse con sus lectores en un lenguaje que a estos les resulte contemporáneo, y a esto responde en gran medida la sucesión de corrientes en las artes, en la literatura en este caso: el realismo, el naturalismo, el modernismo, el postmodernismo, la nueva sinceridad..., todo eso. Lo que hacía cada uno de estos estilos era intentar asumir determinadas características específicas de su época y de su cultura que habían supuesto alguna alteración en la forma en la que las personas accedían, procesaban y compartían información —y destilaban y construían significados a partir de esa información— e intentar incorporar dichas alteraciones en las obras escritas. Pero fíjate en que, aunque el estilo de dos autores puede llegar a ser extremadamente distinto, la forma material de sus libros, su “voz visual”, suena a menudo exactamente igual. Piensa en los dos escritores más diferentes que puedas imaginar. Y ahora piensa ¿qué aspecto tienen sus libros? Son iguales. Pero ¿estamos seguras de que la forma de sus libros no podría responder de ningún modo a lo distintivo de sus voces? En The Publishing Lab estamos convencidos precisamente de lo contrario. La forma, el diseño y la composición de un libro también es un lenguaje. Y en cuanto lenguaje tiene sus convenciones y estándares para que todos podamos entendernos, pero también podemos usarlo de forma creativa, para potenciar su expresividad. Eso es lo que creo que deberíamos estar haciendo ahora mismo con los libros impresos y esa es la forma en la que creo que llegarán a mantener su relevancia en nuestra cultura, sabiendo cómo responder física y estéticamente al contenido que guardan entre las tapas. L: ¿Ha influido de algún modo la aparición de los S e-books y la digitalización en general el diseño de los libros impresos?

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AH: Creo que sí, y además para mejor. Cuando las editoriales tradicionales se dieron cuenta del aumento de eBooks, también cayeron en la cuenta de que tenían que ofrecer algo más aparte de buen contenido. Y ese “algo más” podía ser un mejor diseño y producción. Pero claro, todo tiene que ver con el tipo de libro, mientras que hay libros que no han cambiado mucho, como los “coffe table” o los ensayos, hay otros, como los libros de arte y diseño y las novelas, que parecen estar mejorando en este sentido.

B M ark Danielewski, “House of Leaves”, Pantheon Books, New York, 2000

MS: Se me ocurren algunos libros escritos a principios de los 2000 que intentaron incorporar algunas de las características de los medios digitales en sus páginas impresas, generalmente con poca fortuna. Cosas como extractos de emails, chats o pantallazos que sonaban falsísimos. Ninguna sutileza. Creo que esa es una vía muerta; simplemente, no funciona. Creo que las respuestas más interesantes a la influencia de los medios digitales las han mostrado los libros que no intentan emular las cualidades formales de los medios digitales, sino más bien sus usos, la disposición con la que los abordamos y las múltiples formas en las que los usamos. Uno de esos libros es “La casa de hojas”, de Mark Z. Danielewski. Cuando en una entrevista le preguntaron acerca de la estructura de su novela (de la que el propio entrevistador decía que “está fuera de lo convencional y es completamente fascinante”), Danielewski contestó algunas cosas muy interesantes que tienen que ver con tu pregunta: la estructura visual del libro no

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tiene nada de extraordinario, lo único que supone un desafío es el mismo hecho de que se trate de un libro; estamos acostumbradas a pensar que un libro tiene que ser un paquete compacto, lineal y cerrado, pero los libros no tienen por qué ser tan limitados; la mayor parte de las personas no tienen ningún problema para multiprocesar enormísimas cantidades de información, y los libros deberían darse por enterados y aprovechar esa capacidad. [1]

Es lógico pensar que inventaremos nuevas maneras —y espero que mejores medios— de contar historias.

1 La  entrevista está aquí: www.randomhouse.com/ boldtype/0400/danielewski/ interview.html

Y creo que ese es el tipo de consideración que resulta interesante, no meter en tu libro algún tipo de elemento digital falsificado porque te parece que le dará un aspecto muy molón, sino asumir que nuestra forma de manejarnos con los medios escritos está cambiando e intentar responder a ello de alguna forma. Y yo veo que cada vez hay más escritores de ficción y ensayistas que lo hacen. Por ejemplo, Peter Lunenfeld es otro ejemplo interesante en el campo de la no ficción. Sus libros intentan responder a todo esto de formas muy diversas.

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C R obert Louis Stevenson, “Strange Case of Dr. Jekyll and Mr. Hyde”, designed by Martin Kovacovsky and Marius Hügli, 2010.

L: ¿Qué oportunidades y tendencias ves que se abren S para el diseño editorial en el futuro? ¿Cómo se contarán las historias? AH: La tecnología avanza muy rápido. Es lógico pensar que inventaremos nuevas maneras —y espero que mejores medios— de contar historias, igual que fuimos desde las pinturas rupestres a la creación de libros digitales súper complejos, pasando por los jeroglíficos, los frisos, los comics, las películas y los libros impresos, por nombrar unos pocos. Empezaremos a ver cada vez más maneras de contar historias que hacen uso de tecnologías como la realidad aumentada, Google Glass, o la realidad virtual, pero estoy seguro que también empezaremos a ver mejores libros impresos. No estoy 100% seguro de cómo se contarán las historias del futuro, lo que puedo decir es el modo en el que a mí me gustaría que se contaran, y es en papel y, como siempre ha sucedido, de boca en boca, una de las primeras formas de narrar historias. MS: Vaya, pues no lo sé. Puedo decirte qué es lo que creo que sería interesante que ocurriese, que es más o menos lo mismo que he contestado en la pregunta 4. Creo que el diseño editorial debería, por un lado, responder más —o mejor— a la especificidad de cada libro, a sus necesidades, su voz, etc., estar menos estandarizado. Y por otro lado creo que debería darse por enterado de las formas en las que han cambiado los medios informativos, como he dicho antes. Nuestra cultura ha pasado de ser una cultura básicamente letrada a una cultura básicamente visual. En lo que respecta a nuestra relación con la información el lenguaje visual está a la par con el lenguaje escrito, y creo que ahí hay todo un campo por explorar que permitirá que los libros lleguen a convertirse en un medio verdaderamente híbrido en los dos lenguajes. Y no me refiero a cosas como ediciones simplemente ilustradas, no me refiero a esos libros en los que se añaden algunas imágenes salpicadas por aquí y por allí, que pueden ser chulas pero que no tienen ningún valor como contenido, sólo para hacer que el libro quede más bonito. Me refiero a libros que sepan hablar con fluidez tanto el lenguaje textual como el visual, libros que emplean la gramática visual para crear tropos que no se pueden lograr con palabras. Y todo esto ni siquiera tiene por qué ser terriblemente sofisticado, fíjate, por ejemplo, en el final de “Los detectives Salvajes”, de Roberto Bolaño. Es un dibujo super simple, de lo más simple que se te pueda ocurrir. Pero es tremendamente potente. Crea una sensación que no podrías evocar con palabras.

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L: ¿Crees que la moda de la autoedición, en la que S el diseño, la escritura y la impresión salen de la misma fuente, alterará significativamente el aspecto de los libros impresos? Y si crees que sí: ¿cómo? Y si crees que no: ¿cómo podría garantizarse la calidad del diseño en este caso? AH: No creo que la moda de la autoedición vaya a afectar al aspecto visual de los libros en el futuro. Creo que siempre tendremos grandes editoriales lanzando libros de buena calidad, compañías que prestan atención a todos los aspectos del libro. Con esto no quiero decir que la gente que se autoedita no le preste atención a estos aspectos como el diseño o la producción, y quizás lo hagan incluso más que las grandes compañías, que a veces lanzan libros sin pensarlo mucho, pero desafortunadamente no tienen grandes equipos detrás para apoyarlos en todas y cada una de las etapas del proceso. Dicho esto, debo decir que he visto recientemente libros autoeditados que parecen mucho más interesantes que los libros lanzados por grandes editoriales y estoy seguro que podrían ser un gran éxito si tuvieran más apoyo detrás.

D R oberto Bolaño, “Los detectives salvajes”, Anagrama, Barcelona, 1998

MS: Creo que no estoy cualificada para contestarte esta pregunta sin decirte una sarta de obviedades o de conjeturas más o menos aventuradas o algo que sea directamente mentira, lo siento. Pero sí tengo la impresión de que si el diseño del libro empieza a planearse de forma simultánea a su escritura veremos cosas cada vez más interesantes y más potentes en ese campo.

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L: Cada vez se ven más proyectos cross-media que S combinan tecnología impresa y digital. ¿Crees que esto tendrá importancia en el futuro? AH: Creo que sí. Pero no habrá un gran número de ejemplos ya que esto conllevará principalmente más gastos de producción y, por lo tanto, mayores precios para el consumidor final. Y, por lo que yo veo, el mundo está yendo hacia libros cada vez más baratos pero también de más calidad. Un tipo de tecnología que combina impresión y digital y que me llama la atención en particular es la realidad aumentada. Creo que tiene gran potencial, quizás no tanto para algunos tipos concretos de libros, ya que ralentiza el ritmo de lectura, pero para el aprendizaje creo que supone un gran paso adelante. MS: Sí, supongo que sí.

L: ¿Qué papel crees que desempeñarán las novelas S híbridas en el futuro? AH: Espero que uno grande, pero por mucho que me guste la idea de que las novelas híbridas salgan adelante y tomen el mercado literario, no creo que eso vaya a ocurrir a largo plazo. Ciertamente, estoy seguro que veremos cada vez más de ellas en los próximos años. Las editoriales parecen estar cada vez más interesadas en publicarlas y los diseñadores y escritores en crearlas, pero la razón por la que no creo que esto llegue a convertirse en la norma es, como ha explicado Rick Poynor, “primero, porque la mayoría de los escritores no desean dejar de lado ningún aspecto de su autonomía y no tienen interés alguno en extender la labor del diseñador. Segundo, porque la mayoría de los diseñadores no tienen suficiente talento para escribir o la dedicación que esto requiere […] Tercero, porque si no hay suficientes trabajos producidos como para hacerse un hueco específico en las librerías y las páginas de crítica, no puede existir tampoco un mercado para este tipo de libros”. MS: Bueno, no sé qué papel desempeñarán, pero sí puedo decirte qué papel creo yo que podrían desempeñar. Creo que la cualidad multimodal de las novelas híbridas podría ser una herramienta muy útil en la creación de narrativas que exijan al lector una implicación activa, que le exijan una actitud alerta, vigilante, sagaz, perceptiva, reflexiva y crítica. Quizás estés pensando que los lectores siempre tienen esa actitud, pero no es así. Algunos lectores son muy vagos y en absoluto

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atentos y no están dispuestos a hacer ningún esfuerzo. Lo único que quieren es que todo sea superficial, recreativo pero predecible, y que no les ocupe mucho tiempo ni/o esfuerzo mental. Cosa que quizás resulte sabrosa, pero nutritiva no, exactamente igual que la comida rápida. Y muchos libros se escriben pensando en ese tipo de lector. Yo suelo pensar en ese tipo de lectores alerta como lectores “salvajes”, por oposición a los lectores vagos o “domesticados”. Los lectores salvajes están despiertos y bien conscientes, y los lectores domesticados están anestesiados, aletargados.

E N eal Stephenson, “The Diamond Age”, Bantam Spectra, United States, 1995

Dado que las novelas híbridas de verdad —y cuando digo “de verdad” dejo fuera las novelas en las que se ha añadido una simple capa “decorativa” accesoria, solo para que el libro tenga un aspecto más molón o más atractivo, pero que no tiene ningún valor en la creación de significado— te exigen que operes a la vez en varios modos semióticos (varios canales de creación de significado: visual, escrito, oral...) para pillar bien el sentido de la narrativa, lo que te están pidiendo es, básicamente, que hagas un duro trabajo mental: que establezcas conexiones y completes los huecos y que interpretes mensajes que no son denotativos como suele serlo el lenguaje escrito, sino connotativos. ¿Por qué creo que esto es importante? Porque mientras te las ves con todo esto lo que estás haciendo es afinar tus habilidades para interpretar mensajes complejos. Ya sabemos

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todos que las imágenes y las palabras portan muchas capas de significado más allá de lo que parece obvio y explícito. Las buenas novelas híbridas te obligan a prestar atención precisamente a esos detalles donde se esconden los significados que están más allá de lo obvio: las elipsis, las implicaciones, las aposiciones, las conexiones... Y, en nuestro mundo saturado de información, estas competencias y esta disposición son fundamentales para saber leer cualquier narrativa social. Así que creo que las buenas novelas híbridas podrían desempeñar un papel muy importante en la educación cognitiva y hermenéutica de los lectores del futuro. :) En un plano más materialista, también creo que en el futuro cada vez más editores explorarán el campo de la novela híbrida simplemente por el hecho de que estos libros tienden a ser muy bonitos y muy gustosos, y leerlos es bastante divertido —o al menos curioso. Y habrá cada vez más escritores que exploren ese campo simplemente porque el lenguaje híbrido es su lengua materna, la lengua en la que se expresan con más fluidez.

Imagino el libro impreso del futuro con un profundo contenido visual e interesante contenido textual, diseño impecable y producido con la más alta calidad. SL: ¿Cómo imaginas el libro del futuro?  AH: Imagino el libro impreso del futuro con un profundo contenido visual e interesante contenido textual, diseño impecable y producido con la más alta calidad. Probablemente, las versiones digitales contengan, en la mayoría de los casos, montones de trucos y elementos innecesarios, pero serán un modo bueno, barato y rápido de acceder al contenido, igual que lo es ahora. MS: Muy parecido a como lo imaginó Neal Stephenson en su novela “La era del diamante”. Cuando la leí, a finales de los años noventa, me pareció que la descripción que hacía de un libro que tenía una apariencia habitual de códice pero que por dentro era supertecnológico y que

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F M iguel de Cervantes, “Don Quixote”, Juan de la Cuesta, Spain, 1605 / 1615

estaba programado de forma que pudiera responder a la vida y al proceso de lectura del lector, y que además estaba conectado a una especie de estudio teatral en el que una actriz (una “ractriz” en la novela) interactuaba con la niña que estaba leyendo el libro… me pareció que esa descripción era el colmo de lo guay. Igual que su descripción de un periódico que no era más que una delgadísima pantalla plegable en la que podías hacer aparecer distintos contenidos sólo con hablarle. Sólo tenías que decir “The New York Times” y se materializaba en la pantalla. Ten en cuenta que estábamos en los noventa, la Web estaba tan solo empezando a tomar forma; por descontando, era imposible navegar por ella con un teléfono, y aún tendrían que pasar muchos años hasta que empezáramos a ver smartphones y tablets y conexiones Wireless. Pero Neal Stephenson, que es un genio, ya se había imaginado un libro (un “manual ilustrado para jovencitas”) híbrido texto-audio-visual, e híbrido de impreso y digital, que podía de hecho educar a una niña, y no solo en el sentido académico sino también en un sentido ético. Podía enseñarle el significado y el valor del coraje, la integridad, el pensamiento crítico, la sensatez, la confianza en una misma… El libro, programado por un ingeniero (un “artifex”) estaba completamente en blanco hasta que la niña empieza a leerlo, y su historia —que es paralela a la de la propia niña— se va desarrollando a medida que la niña interactúa con él, y así el libro tiene que ver exclusivamente con ella y le enseña cosas que son relevantes para su vida.

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Pues eso es lo que sueño que seamos capaces de hacer con los libros en el futuro.

S L: ¿Prefieres leer libros digitales o analógicos? ¿Por qué razón? AH: Mayoritariamente libros analógicos, pero realmente depende del tipo del libro y del contenido. Hasta hace unos meses he sido muy reticente a leer libros digitales y ahora, pensándolo detenidamente, me doy cuenta de que el tipo de libros que me gusta leer en digital son cortos y no particularmente destacables, o libros de los que sólo quiero leer un capítulo concreto. Si voy a ponerme a leer un buen libro compraré la versión impresa en vez de la digital, independientemente de lo caro que sea. Prefiero esperar unas cuantas semanas hasta poderme permitirme comprar la versión impresa antes que comprar una digital de la cual me desharé en algún momento. Siempre guardo los libros buenos en mi colección.

G J onathan Safran Foer, “Tree of Codes”, Visual Editions, London, 2010

MS: Depende del libro. Debido a mi trabajo (soy editora), paso un montón de tiempo leyendo textos en la pantalla del ordenador. Llevo haciéndolo muchos años y estoy bastante acostumbrada a leer en pantalla. En general, no me parece incómodo. Pero de vez en cuando llega un momento en el que siento verdadera necesidad de separar los ojos de la pantalla y termino imprimiendo parte del manuscrito y leyéndolo en papel. Aunque tampoco es algo que me pase muy a menudo.

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Eso por lo que refiere al trabajo. Cuando se trata de leer por placer sí que prefiero repantingarme con un libro analógico, como tú los llamas. Ni siquiera tengo un e-reader. A veces utilizo uno prestado, cuando lo necesito por algo. Pero no lo uso para leer por placer si puedo evitarlo. Y luego está una tercera modalidad de lecturas. Cuando estoy documentándome para algún artículo o preparando clases, a veces acabo combinado la lectura de los textos en su forma impresa y en algún formato digital. Yo me acostumbré a estudiar con libros impresos, así que aún me resulta más fácil concentrarme en lo que estoy leyendo si puedo anotar y subrayar el libro a mano, pero también necesito tener todas esas notas y esos pasajes archivados en algún formato que me permita después encontrarlos fácilmente y reorganizarlos o recategorizarlos cuando lo necesite. Así que generalmente intento hacerme con una versión en PDF de algunos de estos textos y guardarlos en el ordenador (no en un e-reader, si luego voy a necesitar consultarlos cuando esté escribiendo algo, para mí es mucho mejor tenerlos a mano en la misma herramienta con la que esté escribiendo). A veces he llegado a usar una app para hacer OCR y he escaneado partes de algún libro con el iPhone.

S L: Un libro que no debes leer en versión digital o que nunca leerías en versión digital. AH: Nunca leería una versión digital de “El Quijote”, por ejemplo, no sólo por su extensión, sino porque es un libro que fue pensando para imprimirse. Y este es sólo uno de millones. MS: “Tree of Codes”, de Jonathan Safran Foer (Visual Editions, 2010). “La casa de hojas”, de Mark Danielewski (Pálido Fuego–Alpha Decay, 2013).

S L: Un libro que creas que es mejor leer en un e-reader. AH: Cualquier libro que haya sido escrito específicamente para el mercado digital. MS: Cualquiera que esté específicamente escrito y diseñado para ese medio: por ejemplo “Reading in Four Dimensions”, de Andrew Losowsky (2011).

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